Solo puede haber un rey
En opinión de César Daniel Nájera Collado
Hace no mucho tiempo, en un pequeño pero megadiverso reino, hubo un maquiavélico monarca, que aunque un poco loco, era bastante popular. Vivía en el palacio, pero le gustaba ser visto sin corona y saludando a la gente más desfavorecida, prometiéndoles cosas a la misma velocidad en la que ellos seguían empobreciendo. Hospitales y toda clase de instituciones sociales pedían su ayuda, y él les tendía la mano, aunque solo literalmente. Y es que soñó por casi 20 años con ser un ídolo, sin imaginarse que sería un trabajo tan exigente.
El rey era bastante narcisista. Quería eliminar los rastros de sus predecesores, para que su imagen fuera la única en todos lados y perpetuamente. Sin embargo, era también él quien no dejaba olvidarlos, puesto que siempre se esforzaba en atribuirles todas las cosas malas de la actualidad. Y un día, consumido por la rabia, se le ocurrió lo que consideraba la idea más brillante del cosmos. Hace no tanto tiempo, un antiguo rey mandó a construir un crucero de oro, capaz de navegar océanos y soportar penurias, pero que representó un gasto enorme, por lo que fue visto como un signo de opulencia. El nuevo rey, aprovechándose de esto y buscando nada más que popularidad, prometió deshacerse de él; al final, no viajaba mas que en locomotora. Así que en un comunicado oficial, organizó un sorteo para pagar el proceso de fundición del barco. Los ganadores recibirían diferentes cosas: en el caso de los hospitales, medicinas, y en el caso general, comida para seis meses. El costo para participar sería solo de dos monedas de oro. Le pidió a los nobles contribuir un poco más —si es que querían conservar su puesto—, y proclamó que los premios se repartirían en el día nacional. Y aunque sonaba a una idea descabellada, pudiendo repartir las cosas sin tanta parafernalia, todo se llevó a cabo. Al final de cuentas, aunque un poco loco, el rey era un tirano.