Serpientes y escaleras - Una nueva historia

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Una nueva historia

Terminó la campaña, comienza el proceso de transición.

 

Una nueva historia

En su calidad de gobernadora electa Margarita González Saravia debe pasar del discurso de campaña, de promesa y esperanza, donde buscaba ganar simpatía y votos, al mensaje institucional que se mueve en un espacio distinto y cuyo objetivo es generar confianza, gobernabilidad y concordia. La futura jefa del ejecutivo es una mujer prudente, conciliadora y capaz de generar coincidencias. El próximo sexenio puede ser mejor para Morelos.

Aunque la candidata opositora no reconoce su derrota e insiste en la construcción de una narrativa que habla de fraude, la actitud de la gobernadora electa ha sido un factor determinante para que el escenario de caos no se concrete.

Lucía Meza Guzmán está en todo su derecho de solicitar que se vuelvan a abrir los paquetes electorales para contar los votos y existen instancias legales a las cuales puede acudir si sus dudas no quedan solventadas, a lo que no tiene derecho es a generar inestabilidad social en el estado, ni apostar por enfrentamientos que afecten la paz ciudadana.

Del lado de la representante del FAM se entiende su actitud: la dama sabe que por muy buena que haya sido su campaña y sobresaliente su actitud, una vez que se definió a la ganadora los perdedores quedan en el olvido y en casi todos los casos la derrota representa el final de su carrera política.

Hagamos memoria, lectora lector queridos: ¿En dónde están el segundo y tercer lugar de la carrera por la gubernatura del 2018? ¿Y los del 2012? ¿Y los del 2006? En política como en las finales deportivas, a la gente solo le importa quien ganó y se olvida de los demás.

Lucía Meza sabía que irse a la oposición pondría en juego toda una vida dedicada a la política; sumarse a un partido que representa todo lo contrario a lo que ella ha defendido durante veinte años y con quien la única coincidencia era el deseo de ganar una elección fue un salto de fe, una apuesta muy alta que tendrá consecuencias.

La lucha que está dando la senadora es por la supervivencia política de su nombre y de su carrera, aceptar la derrota sin chistar implica perder todo lo que hizo en estos meses y quedarse en el mismo plano que quedaron figuras como Amado Orihuela, Víctor Caballero, Maricela Sánchez, Fernando Martínez o Rodrigo Gayosso.

La futura gobernadora debe ser prudente ante los escenarios de caos porque mientras ella se encamina a la jefatura del ejecutivo con todo lo que eso implica, su otrora adversaria electoral no tiene nada que perder, por eso intenta provocar una pelea mediática.

Margarita González ya no está pensando en la elección, ni siquiera en la revisión de las actas y los votos, eso le corresponde a su equipo; para ella la dinámica es distinta, su vista está en el poder ejecutivo, en la manera como recibirá el gobierno y la agenda social que será una enorme presión desde que proteste como gobernadora.

Estamos ante dos historias con narrativas distintas, con objetivos diferentes y actitudes opuestas: Lucía Meza intenta generar caos para que su nombre no se pierda con la derrota, para que su figura se vuelva el referente de la oposición estatal y de esa manera esté en condiciones de negociar con el gobierno en los próximos años.

Margarita González debe seguir un camino opuesto: después de una elección complicada, violenta y sumamente sucia debe pasar a una agenda social, política, de reconciliación y propuestas que muestre que el suyo será un gobierno distinto, que dejará atrás los enfrentamientos y como lo dijo varias veces en campaña, en donde habrá apertura para todos. Eso no quiere decir de ninguna manera, volverse rehén de la oposición ni de nadie.

Un elemento importante a considerar en este escenario es que aunque la elección del 2024 fue muy dura y en el plano nacional representó una votación histórica para Morena, en Morelos los resultados deben analizarse con cuidado, porque además de que hubo un marcado voto diferenciado, las cifras finales muestran que la mayoría no se identificó con ninguna de las candidatas.

Digámoslo de esta manera para que se entienda: Margarita González Saravia obtuvo un triunfo contundente frente a Lucía Guzmán, con una ventaja final de más de cien mil votos, pero sus números quedaron muy por debajo de los que logró Morena en el 2018 y no están en sincronía con las cifras que consiguió Claudia Sheinbaum Pardo en el país.  

La falta de interés de la ciudadanía en la campaña se reflejó en los números finales de la elección, donde una candidata consiguió una victoria incuestionable, pero con mucho menos votos que el candidato ganador saliente. Veámoslo en perspectiva:

En la elección del año 1994, Jorge Carrillo Olea (PRI) ganó con 279 mil 358 votos.

En la elección del año 2 mil, Sergio Estrada Cajigal (PAN) ganó con 338 mil 138 votos.

En la elección del año 2006, Marco Adame Castillo ganó (PAN) con 246 mil 136 votos.

En la elección del año 2012, Graco Ramírez Garrido Abreu (PRD) ganó con 366 mil 085 votos.

En la elección del año 2018, Cuauhtémoc Blanco Bravo (PES) ganó con 501 mil 743 votos.

Y en la elección del año 2024 Margarita González Saravia (Morena) gana con 460 mil 271 votos.

Estas y otras cifras de la elección merecen ser analizadas con cuidado porque los números son un mensaje de la gente; la mayoría de los ciudadanos prefirió a Margarita González Saravia sobre Lucía Meza Guzmán, pero votaron por ella muchos menos ciudadanos de los que eligieron al gobernador en el proceso anterior.

Un dato más: en el 2018 apareció una gran ola de Morena que otorgó a Andrés Manuel López Obrador una cifra histórica de 30 millones de votos; en el 2024 la ola de Morena volvió a aparecer con más fuerza, impulsando a Claudia Sheinbaum Pardo a una victoria con 36 millones de votos. Cuauhtémoc Blanco logró más de medio millón de votos y Margarita González Saravia  obtuvo 460 mil.

González Saravia es la ganadora de la elección con todo merecimiento, pero hay un amplio sector social que no se convenció por ninguna de las dos candidatas, que se mantiene expectante del futuro y decidirá su actitud frente al nuevo gobierno a partir de lo que vaya viendo de él en las próximas semanas y meses.

A ese sector poblacional se debe dirigir ahora la gobernadora electa, porque son mayoría, porque no se decantaron por ninguna candidata y pueden ser el elemento que en el futuro impulsen a su administración o la estigmaticen.

Margarita tiene todo para ser una buena gobernadora: capacidad, inteligencia, actitud, honestidad y conocimiento del estado. Para que todo esto se transforme en resultados positivos lo que falta es un buen equipo que la acompañe.

Esa será la siguiente decisión que debe tomar la gobernadora.

·         posdata

En la recta final del régimen de Cuauhtémoc Blanco Bravo vale la pena observar algunas de las áreas que mantuvieron a flote a su gobierno.

Su historia al frente del ejecutivo de Morelos no fue sencilla, pero casi nada de lo que ha hecho a lo largo de su vida profesional lo ha sido. Parafraseando lo que recientemente dijo en una entrevista con David Faitelson: “Está cabrón”.

En esta última etapa de su mandato Cuauhtémoc Blanco debe entender la importancia de concluir bien y dejar las cosas en orden, conciliar hasta donde le sea posible y tener la apertura con la administración entrante, para que el proceso de entrega recepción sea adecuado y de común acuerdo, no como sucedió con Graco Ramírez, cuando negaron la información de las secretarías y omitieron la entrega recepción.

Ser parte del equipo de una figura con la intensidad de Cuauhtémoc Blanco no es sencillo porque se trata de un hombre que ha triunfado en muchas cosas y tiene una personalidad que avasalla; su carácter irascible constantemente lo ha llevado a situaciones extremas que en este caso tuvieron que ser resueltas por sus colaboradores.

Como gobernador siempre estuvo en el ojo del huracán, se volvió un coleccionista de enemigos y nunca entendió que el poder es para ayudar y para hacer amigos. Al mandatario le interesó ayudar a la gente, “a los de abajo” como les llama, pero olvidó que la sociedad está compuesta por todos los sectores y aunque no le guste, la convivencia con la clase política era fundamental para que el estado no se le deshiciera en las manos, como sucedió.

En su gabinete hay figuras que siempre lo ayudaron a toda costa y lo cuidaron de él mismo, me refiero a personajes que constantemente fueron receptores de su enojo, de sus arrebatos y en algunos casos hasta de sus ofensas. Son funcionarios que en muchos momentos pudieron obedecer a pie juntillas sus indicaciones y con ello avivar los problemas, hacer grandes las crisis y multiplicar los enemigos, pero actuaron diferente para cuidarlo, para que no se dificultaran más las cosas y al final todo resultara lo mejor posible.

Esto incluye esta última etapa de campaña, donde se cuidaron los detalles finos, se apoyó dentro del marco legal y se hizo un enorme esfuerzo de cara a la transición, para que sin importar el resultado de la elección, la administración saliente quedara en buenas condiciones.

Esto es trabajo colectivo, pero hay que ponerle nombre a las figuras principales, las que más han ayudado a Cuauhtémoc Blanco: Mónica Boggio, Alexander Pisa y Gerardo López.

Como ídolo del fútbol y como gobernador Cuauhtémoc Blanco tiene muchos amigos, pero muy pocos como ellos, que hicieron más por él que la mayoría de quienes viven bajo su sombra y se enriquecieron en su gobierno.

Hoy no lo comprende, no lo acepta, ni le interesa, pero quizá con el tiempo cuando deje el cargo y su situación cambie, lo entenderá.

·         nota

Los resultados hablan por sí mismos: Juan Ángel Flores Bustamante es, después de Margarita González Saravia, el morenista mejor calificado de Morelos. Ganó abrumadoramente su elección y también hizo ganar a su candidato a la alcaldía y a su diputado local.

Aunque duela: el mejor alcalde del mundo mundial.

·         post it

Al iniciar el proceso electoral 2024 el equipo político de Margarita González Saravia recibió del equipo de Claudia Sheinbaum una encomienda que debían cumplir: 750 mil votos.

Alta sin duda, pero esa era la meta fijada y para la cual se les otorgaron todos los recursos que pidieron, muchos más, por cierto, que los enviados a otros estados.

Se quedaron debajo de la meta.

·         redes sociales

¿Y ahora qué van a decir todos los que se la pasaron ofendiendo en la campaña?

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