Serpientes y escaleras - Todos mienten

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Todos mienten

El comentario es el mismo no importa con quien hable: “Vamos a ganar, la gente nos recibe muy bien, nos apoya y se compromete a votar por nosotros”. No se puede esperar algo distinto: el candidato debe estar convencido de lo que hace, debe transmitir confianza y no aceptar que reciba malos tratos en la calle, aunque los reciba. Este proceso electoral tiene peculiaridades: campañas que no prenden, desinterés de la gente, violencia extrema y guerra sucia que no respeta la vida privada. No dudo que en la calle las personas traten bien a todos, la duda es a quién darán su voto.

Quienes no entendemos cómo funcionan las campañas ni entendemos la forma de operar de las estructuras de los candidatos, la perspectiva es distinta a la de quienes están dentro de los partidos. La cosa es más o menos así:

Los candidatos salen todos los días a campaña, tienen eventos públicos y privados, recorren calles, tienen reuniones con su equipo, supervisan su estructura y coordinan a quienes están a cargo de la movilización. Los eventos a los que asisten son organizados casi siempre por ellos, es decir, el equipo del candidato (a) arma la agenda, contrata el lugar, planea y convoca. Los invitados son personas afines a su proyecto o al menos dispuestas a escuchar sus propuestas. Esta lógica aplica para eventos masivos o cerrados.

Luego están las giras en las calles, donde la candidata se hace acompañar de su gente, en muchos casos hay jóvenes que llevan batucada, animadores y personas de apoyo que hacen las veces de público, para no verse solos en sus recorridos. Quienes tienen a su cargo la agenda identifican las zonas de mayor prioridad electoral, donde se tienen identificados a votantes afines.

En el caso de las reuniones masivas hay un aspecto presente en las campañas de todos los candidatos: la mayoría de la gente acude porque los llevan y porque les dan algún tipo de apoyo material o económico; tener plazas y calles llenas ayuda a generar una percepción de respaldo social, pero de ninguna manera garantiza que quien va a los mítines votará por ellos. Pregúntenles a Rodrigo Gayosso, a Jorge Argüelles o a Maricela Velázquez.

En el caso de las caminatas el alcance de la promoción es limitada: si se hace por la mañana es difícil encontrar a las familias porque es la hora productiva, es decir, cuando las y los jefes de familia están buscando el sustento diario; si la gira es por la tarde tampoco es sencillo, porque si el ciudadano ya regresó de trabajar no siempre tiene interés de atender y escuchar a un candidato.

En todos los casos, trátese de un evento masivo o de una caminata, quienes reciben a los candidatos suelen darles por su lado, es decir, les dicen que sí votarán por ellos o al menos que lo pensarán; partiendo de la base que presumen todos los candidatos, que la gente trata bien a todos y les ofrece su voto a todos, lo que vemos es que el ciudadano no se complica la vida, escucha y les sigue la corriente a todos sin que ello garantice que les concederán su voto en las urnas.

Observen las publicaciones de los candidatos y de los partidos, todos presumen respaldo social y conexión con el votante, no hay uno que acepte que no lo trataron bien o que alguien le dijo que votaría por su rival. Si eso es lo que está pasando en todas las campañas, que la gente les dice que sí a todos ¿Cómo saber por quiénes votarán el próximo dos de junio?

Hasta ahora no me he encontrado a un político en campaña que me diga que no le ha ido bien en las calles o en sus eventos, que no presuma la empatía que logra con el ciudadano y el compromiso que este le ofrece para votar por él (o ella). “Vamos muy bien” es el comentario recurrente.

Por muchos años los políticos mintieron a la gente, les prometieron resolver los problemas, mejorar la situación y regresar a las calles con respuestas y resultados, pero eso casi nunca ocurría. Durante décadas el ciudadano fue utilizado como carne de cañón de los partidos, lo manipularon para rellenar eventos y urnas y al final lo botaban, como se bota algo que ya no sirve o dejó de ser interesante.

Ahora es la gente la que engaña a los políticos: las personas ya se dieron cuenta del poder de su voto y sobre todo que no hay manera de que controlen su sufragio; los operadores de estructuras son vendedores de espejitos, son los únicos que ganan porque manejan muchísimo dinero en efectivo que en gran medida se queda en sus bolsillos.

Esto último no hay manera de controlarlo: los que manejan la estructura saben que es algo que no se puede declarar ni auditar y por tanto se mueve bajo la mesa, en efectivo y sin recibo; los coordinadores reportan que entregan una cantidad y no hay manera de que les demuestren lo contrario, por eso las estructuras son un negocio millonario. Y la cadena hacia abajo sigue, porque quienes realizan la entrega de recursos también le quitan una parte y al final lo que recibe la gente es mucho menor de lo que los candidatos destinan. “Rasurar” es el término que usan en este proceso.

El manejo de la estructura es un duelo de mentiras: los políticos tratan de comprar votos, los que manejan la estructura se quedan con gran parte del dinero y la gente acepta lo que les dan a sabiendas de que en la soledad de la urna pueden hacer lo que quieran, es decir, votar por quien mejor les parezca. Justo como lo han hecho en las últimas elecciones.

“Tiene mi voto” se ha convertido en una frase constante en las campañas porque es fácil de decir, se queda bien con los candidatos y no representa ningún tipo de compromiso. La gente ya se dio cuenta que todos los políticos mienten, que los buscan en campaña y los olvidan en el gobierno.

La promesa de votar por un candidato existe. Que se cumpla es otra cosa.

·         posdata

Los golpes que ha recibido el Frente Opositor por las historias de horror de algunos personajes que forman parte de su propuesta electoral mancharon la cuasi perfecta campaña de Lucía Meza a la gubernatura. Casos como el de Sergio Estrada Cajigal o Leonardo González Saavedra son indefendibles porque hay denuncias, pruebas y la declaración pública de las mujeres agredidas.

Estas dos historias son las únicas donde formalmente existe una denuncia presentada ante las autoridades, pero en el FAM hay más casos que generan controversia, como el del regidor panista Fernando Carrillo, otrora incondicional de los hermanos Martínez Terrazas y actualmente gente de todas las confianzas del presidente municipal José Luis Urióstegui.

A este personaje se le relaciona con la muerte de su expareja sentimental, se le mencionó en las carpetas que autoridades federales elaboraron contra el fiscal Uriel Carmona, refiriendo que recurrió a influencias políticas y al pago de dinero en efectivo para no verse relacionado con la investigación. Aunque hasta ahora el regidor ha librado el brazo de la justicia, su figura quedó manchada de por vida, porque igual que Sergio Estrada Cajigal tiene al menos una historia de violencia doméstica documentada y denunciada, cuando golpeó a su exesposa.

Otra historia escandalosa es la de la candidata a síndica de Cuernavaca, una dama que participó en el gobierno de Graco Ramírez, a quien la señalaron por la comisión de diversos actos de corrupción, pero que se hizo famosa por un video en donde junto con su amiga golpean a una mujer.

La pulcritud como se manejó la campaña de Lucía Meza durante varios meses se empaña con estas historias que contradicen el clamor contra la violencia y apoyo absoluto a las damas. El cuidado y bien elaborado discurso de la candidata choca con este tipo de situaciones que, dígase lo que se diga, representan actos reprobables que lastimaron a varias mujeres y son un cáncer para la sociedad.

Con esos amigos, la candidata no necesita enemigos.

·         nota

Samuel Sotelo Salgado es un buen hombre, demasiado bueno quizá para estar al frente de un gobierno estatal. Lo suyo es la conciliación, el diálogo y la buena voluntad; esa ha sido la característica más notoria de su personalidad, pero también una crítica constante a su actuar como servidor público.

Morelos vive tiempos difíciles, de violencia, de choque entre poderes, entre actores políticos y en la sociedad; en medio de este maremágnum de belicosidad su prudencia es buena, pero no cuando se lleva al extremo. Dicho hace tiempo por José Luis Urióstegui: “Cuando la prudencia se excede, la P se vuelve altisonante”. Ambos abogados son ejemplo de ello.

Como secretario de gobierno y ahora como encargado de despacho de la gubernatura Samuel Sotelo tiene que dar la cara en muchos temas, delicados en su mayoría porque así está el estado; el vacío que hace y su temor permanente a dar la cara es algo que no ayuda a Morelos ni tampoco al gobierno que representa.

Luego de la matanza de Huitzilac el gobernador interino dijo que, a pesar de la gravedad de lo ocurrido, este hecho no representaba un foco rojo. ¿En serio? ¿Qué tiene que suceder para que Samuel Sotelo se dé cuenta de que las cosas no están bien?

El abogado es un buen tipo, pero le falta carácter.

·         post it

Al alcalde José Luis Urióstegui y a los candidatos panistas Daniel Martínez Terrazas y Andrea Gordillo no le fue bien en su visita al mercado Adolfo López Mateos: un grupo de comerciantes les reclamaron las condiciones en las que se encuentra la central de abasto, el incumplimiento de promesas y los malos manejos de la administradora nombrada por el presidente municipal.

En su cuenta de redes sociales Urióstegui presumió el respaldo que recibió en el mercado, pero lo hizo con una fotografía tomada en el exterior; no compartió las múltiples cartulinas que colocaron los fenicios en sus puestos, ni la rechifla que hubo cuando la tripleta azul intentó hacer proselitismo dentro del inmueble.

Reitero: lo que parecía una contienda sencilla para los panistas en la capital se comienza a volver un escenario competitivo de pronóstico reservado. La marca Morena es tan fuerte que podría, incluso, proyectar a una candidata tan antipática y despreciable como Patricia Torres, casi tan corrupta como Andrea Gordillo.

En unas semanas sabremos cuál fue la decisión de los ciudadanos.

·         redes sociales

Tres candidatas de Movimiento Ciudadano le dieron la espalda a su partido y llamaron al voto útil en favor de Lucía Meza.

“No estamos preocupados, estamos más fuertes que nunca y seguros de que la gente tomará la mejor decisión; es un error garrafal de las candidatas” afirma el dirigente estatal Julio César Solís. ¡Ajá!

Lo poquito que tiene MC se va solo.

No es lo mismo el fosfo regiomontano que el fofo Tlahuica.

Comentarios para una columna optimista: eolopacheco@elregional.com.mx

X: @eolopacheco

Facebook: eolopacheco

Instagram: eolopachecomx

Threads: eolopachecomx