Serpientes y escaleras - Seguridad, el primer tema
En opinión de Eolo Pacheco
La esperanza es alta en el nuevo gobierno, pero la paciencia es poca.
Seguridad, el primer tema
La seguridad es el reclamo más apremiante para el gobierno de Margarita González Saravia. Y no es para menos: las cifras que dejó Cuauhtémoc Blanco en la materia son terribles y se reflejan el sentir de una sociedad molesta que ha perdido la tranquilidad y hasta su capacidad de asombro. Los ciudadanos tienen altas expectativas en la nueva administración, pero poca paciencia para esperar a que los resultados lleguen. La presión para el régimen comienza desde el principio.
Apenas unas horas después de que inició el sexenio se registró el primer asesinato en Morelos; fue en la capital del estado y como ha sido costumbre en los últimos años, se trató de una ejecución y los homicidas huyeron; casi un mes después de que arrancó la administración el problema sigue siendo el mismo: constante, grave, doloroso. La historia no es nueva, de hecho es tan común que la gente se ha acostumbrado a que este tipo de cosas ocurran todo el tiempo y por todo el territorio estatal. Son tiempos de barbarie.
El único cambio es que ahora las cifras son responsabilidad de un nuevo gobierno, una administración que inicia con una carga enorme derivada del gravísimo problema de inseguridad, violencia y la falta de coordinación entre autoridades.
Lo que se ve no se discute: aunque formalmente los tres niveles de gobierno dicen estar coordinados en la lucha contra la delincuencia, la realidad es distinta, porque ni siquiera dentro de una m isma administración hay capacidad de unificar criterios para pacificar el estado.
Pongámoslo de esta forma: ninguno de los 36 municipios que conforman Morelos está libre de problemas delictivos y nadie tiene la fuerza para enfrentar a los grupos delincuenciales que operan en su zona. Corresponde al estado dar la batalla, apoyado de la federación a través de la Guardia Nacional, el Ejército y la Marina, pero eso no ha funcionado porque, aunque cada cierto tiempo llegan más efectivos federales, en ningún momento se ha logrado controlar la crisis.
El régimen cuauhtemista terminó mal en casi todos los rubros, pero de manera particular en seguridad: no logró pacificar el estado, en seis años todos los indicadores en términos de seguridad empeoraron y Morelos se mantuvo en los primeros lugares de casi todos los delitos de alto impacto.
La gente tiene claro que el de Cuauhtémoc Blanco fue un gobierno fallido, pero muy pronto se olvidará de ello y comenzará a exigir a Margarita González Saravia que cambie la situación en todos los sentidos, empezando por la seguridad. Lo prometió en campaña y la gente le exigirá que cumpla.
Durante las primeras semanas o meses de un gobierno, echar la culpa al pasado sirve para atenuar la presión ciudadana, pero ese camino no dura mucho, sobre todo si continúan los hechos de violencia y se multiplican los delitos de alto impacto que hemos visto en los últimos días.
El tema de seguridad es complejo no solo desde el ángulo que implica la prevención del delito y la lucha contra la delincuencia, sino por los intereses particulares de algunas autoridades, como la de Cuernavaca, que durante tres años se mantuvo al margen de la estrategia estatal de seguridad y ahora se adhiere, pero de una manera que no deja claro si realmente estará ahí. Veamos:
Uno de los primeros actos de gobierno de Margarita González Saravia como gobernadora fue en materia de seguridad, dando a conocer que se incrementará el sueldo de todos los policías y presentando a Cuernavaca como un nuevo miembro de la estrategia de Mando Coordinado.
Pero a pesar de que hablamos de un acto público en la sede del ejecutivo donde se presentó a Cuernavaca, representada por el presidente municipal, como un nuevo integrante del esquema estatal de seguridad, apenas concluyó la ceremonia y con la gobernadora a unos metros de él, el alcalde capitalino rechazó que su gobierno se haya adherido al Mando Coordinado.
“No nos estamos adhiriendo al mando coordinado que entrega recursos y personal al estado, tenemos agotado el presupuesto y Cuernavaca es una corporación que lidera a las demás en tecnología; estimamos conveniente un cambio de actitud entre la capital y el estado, nos coordinamos, pero no formamos parte del Mando Coordinado” dijo categórico José Luis Urióstegui.
Este tipo de reacciones exponen la complejidad de un problema que no tiene que ver únicamente con policías y ladrones, se trata de un asunto en donde existen muchos intereses, egos y aspectos que no están a la vista de cualquiera y que no es sencillo poner en un mismo canal. Cuernavaca está y no está ¿Cómo entender eso?
El reto del gobierno de González Saravia en materia de seguridad es enorme y no se resolverá en el corto plazo, porque no depende de una sola persona, ni de la inversión económica que se haga. Aumentar el sueldo a los policías es un buen inicio, pero el camino para que las cosas mejoren es muy largo y en se atraviesan intereses poco claros, como el del presidente municipal de la capital, quien a pesar de tener los peores resultados en materia preventiva y los más altos en comisión de delito, se rehúsa a participar en un plan que apuesta a la pacificación de todos e insiste que en su ciudad las cosas están muy bien. Aunque ejecuten gente todos los días.
Los esfuerzos que las nuevas autoridades estatales hagan en la materia de prevención del delito y combate a la delincuencia son buenos, plausibles, pero insuficientes dado el déficit de policías, el alto número de grupos delictivos que operan en el estado y la falta de coordinación entre autoridades de los tres niveles de gobierno.
Resalta la actitud de la gobernadora, el entusiasmo y energía que pone en cada una de sus acciones y su cercanía con la gente, pero esa novedad no durará para siempre, ni es suficiente para contrarrestar los graves problemas que enfrenta la entidad.
Cuando ocurra la primera crisis de inseguridad, algún hecho grave o cualquier circunstancia que cimbre a la sociedad, porque va a ocurrir en algún momento, todos los buenos oficios de Margarita González Saravia quedarán de lado porque la gente recordará lo mal que está Morelos en materia de seguridad.
No basta que el jefe de policía estatal tenga experiencia y capacidad, la gente tiene que sentir que se está haciendo algo para que las cosas mejoren.
Y eso aún no se ve ni se siente.
· posdata
Margarita González Saravia apareció por primera vez en el ranking nacional de gobernadores; a menos de un mes de gestión la primera mujer que encabeza el ejecutivo de Morelos fue medida por una casa encuestadora poco confiable, caracterizada por vender sus resultados, pero que en los últimos años colocó siempre a Morelos en el último lugar de su ranking.
La veracidad de las encuestas siempre es motivo de polémica porque aunque teóricamente se trata de estudios serios basados en la ciencia y con una metodología que garantiza un nivel importante de certeza, casi siempre nos topamos con empresas que se venden al mejor postor, que ofrecen “datos duros” hechos sobre las rodillas que no reflejan el sentir de la sociedad.
Recordemos que en el 2021 una encuestadora afirmaba, una semana antes de la elección, que Jorge Argüelles Victorero aventajaba por más de 40 puntos a José Luis Urióstegui. Y el morenista perdió.
La de Masive Caller es la primera encuesta donde Margarita González Saravia aparece en su calidad de jefa del ejecutivo en el ranking nacional de gobernadores y en este primer ejercicio subió ocho peldaños respecto al lugar que ocupaba su antecesor.
La mejoría es subjetiva, pero puede tomarse como el piso desde el cual arrancará la administración. El reto no es superar lo poco que hizo su antecesor, esa sería una meta muy mediocre, lo que se ha propuesto González Saravia es cambiar el enfoque del gobierno, dignificar el servicio público, combatir frontalmente la corrupción y encontrar una estrategia de seguridad que logre pacificar al estado.
Con gobiernos tan malos como el de Cuauhtémoc Blanco o el de Graco Ramírez, lo poco que haga Margarita González Saravia superaría a sus antecesores, pero el entusiasmo que pone la gobernadora en sus actos, en sus decisiones y en la manera como está haciendo política tiene una meta superior. La morenista quiere hacer historia no solo por ser la primera mujer gobernadora, quiere hacer el mejor o de los mejores gobiernos que ha tenido Morelos.
Cuauhtémoc Blanco cerró su ciclo en el último lugar del ranking de gobernadores de México, el 32. Margarita González Saravia inicia en el 24 y su objetivo es sacar a Morelos de esa vergonzosa posición.
Confiémos que lo logrará.
· nota
La convocatoria para elegir a la próxima dirigencia de Morena en Morelos dejó fuera a figuras cercanas a la gobernadora; el proceso ya tiene reglas y abre la puerta a que una mujer encabece las tareas del partido, algo que sería acorde a los nuevos tiempos y mejoraría lo que se han hecho hasta ahora las cabezas del Movimiento de Regeneración Nacional.
Una mujer presidenta de Morena sería un buen mensaje para la base. Del consejo pueden surgir figuras capaces de hacer un buen papel.
· post it
Cuauhtémoc Blanco primero impulsó a su hermano Ulises, pero la propuesta no cuajó; ahora los cuautemistas quieren que el exsenador Sergio Pérez sea el próximo delegado federal de Bienestar en Morelos, para que su grupo mantenga un coto de poder.
Ni Ulises Bravo ni Sergio Pérez tienen merecimientos políticos o capacidad profesional para ocupar esa posición, concederle la delegación federal más importante a ellos no solo pondría un área muy importante del gobierno federal en personas sin capacidad, también premiaría a quienes jugaron en contra de la candidata de Morena, utilizando los programas del Bienestar para fortalecer a Lucía Meza.
La decisión sobre las delegaciones federales corresponde a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, pero la cortesía política obliga a tomar el parecer de los gobernadores de los estados y en muchos casos, permitir que sean ellos quienes propongan a figuras que cumplan con el perfil, estén alineados al proyecto político de la 4T y sean facilitadores del trabajo entre la federación y el estado.
Se repite la regla: el gobernador no pone, pero veta.
· redes sociales
Si los cuauhtemistas se agrupan y obtienen espacios de poder que les permitan crecer, en dos años comenzarán a jugar electoralmente contra Margarita González Saravia.
Al tiempo.
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