Serpientes y escaleras - Quince días
En opinión de Eolo Pacheco
En una contienda de sesenta días, cada día es clave.
Quince días
La contienda por la gubernatura de Morelos llegó a la mitad y la incertidumbre es lo que prevalece en el ambiente; las primeras cuatro semanas transcurrieron entre acusaciones, guerra sucia y un debate que nadie ganó. Las encuestas de las dos candidatas contrastan porque en ambos casos afirman que van a ganar, aunque del lado de Morena la ventaja que presumen es abrumadora. En el ambiente la pregunta sigue siendo la misma ¿Quién va a ganar?
Confiar a ciegas en las encuestas y apostar todo a la estructura es una jugada sumamente riesgosa de parte del equipo de Margarita González Saravia, porque no tienen Plan B en caso de que su movilización falle; del lado de la 4T se juega todo en un solo plano, se han puesto los huevos en una misma canasta y se tiene fe absoluta en su capacidad de llevar a los votantes a las urnas.
Del lado de Lucía Meza la dinámica es otra, el equipo juega en todas las pistas, hay personas dedicadas a la estructura, otros enfocados en el manejo de la percepción, se aviva el mensaje de odio contra el gobierno de Cuauhtémoc Blanco, pero se mueven con absoluta prudencia en lo que se refiere al presidente Andrés Manuel López Obrador, para no ahuyentar al obradorismo.
Estamos frente a dos modelos y estilos de hacer campaña: la de Margarita González es una campaña dirigida al militante y al simpatizante, apuesta al voto de gratitud de quienes son beneficiados por los programas sociales del gobierno federal y mandan a un segundo nivel al resto de la población, sobre todo a quienes se han decepcionado de la Cuarta Transformación. Convencerlos o reconquistarlos no les interesa.
El estilo de Lucía Meza es otro: confían en atraer votos obradoristas, por eso no critica al gobierno federal ni a la candidata presidencia y va con todo por el votante enojado, el que no comulga con la 4T y le guarda rencor a la administración de Cuauhtémoc Blanco. Para cada uno de estos tiene un mensaje diferente que se une en un punto: ella es la opción para que todos voten.
En estas primeras cuatro semanas ninguna de las candidatas ha podido marcar la diferencia a pesar de que ambas tienen agendas muy intensas; en sus encuestas las dos dicen que van adelante, anticipan que va a ganar y presumen el arropamiento y cariño de la gente, aunque en realidad ninguna ha podido generar la percepción de triunfo.
Las dos semanas que vienen son claves para conocer el desenlace de esta historia, pase lo que pase en quince días habrá más certeza sobre el rumbo del proceso y el posible desenlace de la historia. Cuando el ciudadano común comience a identificar a una posible ganadora y comparta esa idea, la percepción sobre el triunfo será mucho más clara; históricamente, más allá de encuestas, lo que nunca ha fallado es cuando la gente compra la idea de que alguien va a ganar; entonces viene un voto generalizado que lo confirma.
Pongámoslo de esta manera: las encuestas anticipan la victoria de una u otra candidata, en algunos casos con ventajas inverosímiles, pero siempre argumentando que se trata de estudios serios, confiables y con un mínimo margen de error. Si esa fuera la realidad, la percepción de triunfo se trasladaría a las mesas, a las casas y a las calles, la gente identificaría claramente a una favorita y hablaría desde ahora sobre quien puede ganar la elección. Y eso todavía no sucede.
En el duelo de la percepción la ganadora en tres actos es Lucía Meza: primero porque logró cambiar la idea de que era imposible vencer a Morena, segundo cuando en dos meses hizo pensar a muchos que había logrado emparejar el marcador y tercero cuando construyó la percepción de que es ella y no Margarita quien tiene más posibilidades de ganar la elección.
El trabajo del equipo de la senadora es mejor y más profesional que el de su rival, que se ha enfocado solamente al manejo de la estructura y los actos públicos masivos; la casa de campaña de Meza Guzmán también dedica mucho tiempo a la estructura y a los actos de campaña, pero a diferencia de su rival le pone especial énfasis al manejo informativo, a la percepción y al trabajo político.
Con una marca tan fuerte cubriéndola lo lógico sería que en este momento Margarita González Saravia fuera la favorita y generara la percepción de que va a ganar, pero no es así. La marca le ayuda a mantener el barco a flote, pero no es suficiente para tener una buena percepción porque su equipo de comunicación es ineficiente y a su coordinador de campaña no le interesan los medios, ni mucho menos convencer a quienes no son morenistas, porque piensa que aún sin ellos va a ganar.
El resultado está a la vista: la candidata del partido más fuerte, la de mejor imagen personal y la que acapara la fuerza de los programas sociales no ha logrado convencer todavía de que será gobernadora, ni siquiera porque enfrente están los partidos más repudiados, los que no tienen estructura y carecen de representatividad social. Solo con su imagen, trabajo y estructura, Lucía Meza logró empatar el marcador y alcanzar. Y ya sabemos qué dicen del caballo que alcanza en una carrera.
La actitud de los equipos de campaña es parte de esta historia: del lado de Morena sobresale el exceso de confianza, la exclusión y conformismo; del otro hay gente profesional que da seguimiento al trabajo de la candidata, que sigue una agenda de campaña y la combina con la del estado, que pone énfasis particular en la suma diaria de nuevos adeptos, capitaliza los errores de la 4T y busca cualquier oportunidad para conectar con más gente.
La contienda por la gubernatura se nutre de muchos ingredientes, la mayoría de ellos externos a los equipos de campaña; en el papel se pueden construir estructuras, hacer cuentas, sumar adeptos y multiplicar votos, el reto es trasladar eso a la vida real y convertir la intención en voto.
No queda duda que en los escritorios de los estrategas todo marcha viento en popa, que sus estructuras son fuertes y los votos que les prometen suficientes para ganar sin la ayuda de nadie más. Pero en más de una ocasión estas cuentas han fallado a pesar de todos los candados y filtros que les ponen, porque todo el trabajo que se haga a lo largo de un proceso electoral se resume a lo que la gente decide en los segundos que se encuentra solo frente a las urnas.
Hoy no hay certeza de quien será la próxima gobernadora; en dos semanas la historia podría ser distinta.
· posdata
Revisando el listado de candidatos a los doce distritos locales y a las 36 presidencias municipales, cruzando los nombres y la fuerza de los partidos para tratar de ubicar a quienes podrían ganar la elección, me encuentro con un escenario en donde Morena podría triunfar en seis de los doce distritos locales y entre trece y quince de las 36 alcaldías en juego.
Platicado con miembros de distintos partidos políticos la coincidencia es que en una decena de municipios será la delincuencia organizada la que impulsará a las siguientes autoridades del ayuntamiento; así de grave es la situación que vivimos en Morelos. Pero regresemos a lo político:
Si los pronósticos se confirman, el Movimiento de Regeneración Nacional obtendría un peor resultado electoral que el del 2021, cuando redujo su presencia política a la mitad en el congreso y en las alcaldías, con el ingrediente extra de que en esta ocasión perdería nuevamente la capital y también Cuautla, la segunda ciudad en importancia del estado.
Con esta proyección electoral cuesta trabajo creer que la candidata a la gubernatura supere por más de treinta puntos a su rival, simplemente los datos no cuadran; tendríamos que estar en un escenario de voto diferenciado dentro de Morena, algo que también es llamativo porque aunque se trata de una mujer decente, la personalidad de Margarita González no es tan atractiva como para generar esa división del voto.
Pero como nada de eso es ha sucedido aún, todo cae en el terreno de la especulación y la realidad solo estará a nuestro alcance después del 02 de julio, cuando la gente emita su voto y muestre cuál de los equipos de campaña decía la verdad.
En ese momento todo lo que se haya hecho con anterioridad será historia y carecerá de valor, porque lo único importante será ver a la primera gobernadora constitucional de Morelos.
· nota
Compañeros periodistas se manifestaron este lunes frente a las instalaciones de la fiscalía para exigir justicia por la muerte de Roberto Carlos Figueroa; el fiscal advirtió que todas las líneas de investigación abiertas y no se descarta que el asesinato esté relacionado con su labor periodística. Si esto último se confirma, estaríamos ante un tipo de violencia que no se había visto en Morelos, porque el o los asesinos podrían formar parte de la clase política estatal.
La inseguridad en el estado ha rebasado a las autoridades y la constante es la impunidad; los últimos años los ciudadanos hemos sido testigos de cosas terribles, de ataques directos contra personas e instituciones, de ejecuciones a plena luz del día y casos que ameritarían una acción contundente de parte de las autoridades, pero siempre se quedan en una declaración mediática.
La situación en el estado es tan grave que ya no importa a quien alcancen las balas, todo queda en el olvido, en la congeladora, como un hecho que genera molestia temporal y se pierde cuando aparece la siguiente historia.
En otros tiempos pensaríamos que esta situación cambiaría cuando la violencia alcanzara a alguien importante, alguien del círculo de poder, pero no es así. En lo que va del sexenio han ejecutado a una diputada, a un regidor, a un alcalde, a muchos políticos, empresarios, activistas, ciudadanos, niños, comerciantes y periodistas. Y nada cambia.
Y mientras nada cambie, todo seguirá sucediendo.
· post it
El fiscal Uriel Carmona promete atrapar a los asesinos del periodista Roberto Carlos Figueroa. Hacerlo no solo representaría un acto de justicia con su familia, también le ganaría el respeto de un gremio que ha sido muy crítico con él, pero que podría comenzar a verlo de manera distinta si cumple su palabra.
La postura del fiscal, dando la cara ante los hechos, contrasta con la del secretario de gobierno en funciones de gobernador, que prefiere esconderse que hablar de un problema tan grave como el que se vive en la entidad.
Lo dice muy claro Lucía Meza: Nadie se está haciendo cargo de Morelos.
· redes sociales
¿Sergio Estrada o Sandra Anaya? Esa es la oferta electoral de Morena y de la oposición para el primer distrito federal de Morelos.
¿Es lo menos es lo menos?
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