Serpientes y escaleras - Pasión política
En opinión de Eolo Pacheco
Las emociones por las próximas elecciones se van a desbordar.
Pasión política
Los ánimos se están caldeando muy rápido de cara a la sucesión del 2024 en Morelos, pero más que en los aspirantes a algún cargo de elección popular, entre sus seguidores. Lo que por esencia es un proceso complejo, competido y estresante se adereza ahora con la efervescencia de sus seguidores y la pasión que en algunos de ellos es superior a la de los propios actores de poder. Los sabios recomiendan: “no pelees por cuestiones partidistas ni por figuras políticas, ninguno vale la pena”.
El apasionamiento de cara al proceso electoral ha sacado de balance a muchas personas; basta que alguien comente algo sobre alguno de los aspirantes para que de inmediato aparezcan personas que se ofenden, que se dan por aludidas e inician una batalla epistolar, llena de adjetivos, contra cualquiera que opine en sentido contrario. Al final nada de esto importa a los precandidatos.
Las redes sociales se han convertido en ring para bobos, un espacio donde muchos pelean por su candidato o su partido y llevan sus diferencias ideológicas al plano personal. Esta situación no es exclusiva, palurdos hay en todos lados; son personas que no debaten, pelean, que no argumenta, ofenden, pero que generalmente no tiene trato directo con el candidato en cuestión, son simples aplaudidores gratuitos.
La política como el espectáculo se mueve a partir de modas: en el siglo pasado era bien visto militar en el PRI, se trataba del partido todopoderoso, el de las instituciones, el del presidencialismo, el del dedazo y el tapado. El nuevo siglo dio paso a una moda distinta: en el dos mil lo cool era vestir de azul y blanco, portar las siglas de Acción Nacional y asumirse como parte de una clase social y política superior.
Hoy la moda está en la Cuarta Transformación y el discurso que se aplaude es el del presidente López Obrador; no importa lo que diga o como lo diga, ni siquiera importa si se trata de una mentira o de una realidad basada en otros datos. Lo correcto en este momento es apoyar a Morena y despreciar a todos los demás porque representan a la mafia del poder, a los conservadores, a los aspiracionistas, a los fifís.
Lo que vemos en México en cuestiones políticas no es diferente a lo que ocurre en otros países; es condición humana estar del lado del ganador, pero sobre todo es un asunto de supervivencia para algunos mantenerse conectado al presupuesto. Muchos integrantes del proyecto transformador del país provienen del viejo PRI o del PAN, esos mismos que todos los días repudia el presidente en sus conferencias mañaneras. La única diferencia entre los prianistas despreciables y los morenistas honorables son las siglas que representan. En el fondo se trata de lo mismo.
Piensa, lectora lector querido, ¿Qué tan diferentes son ahora Manuel Bartlett, Ricardo Monreal, Marcelo Ebrard, Tatiana Cloutier, Alfonso Durazo o Félix Salgado Macedonio de lo que eran antes, cuando militaban en otros partidos? Hablando de Morelos ¿En qué han cambiado los actores políticos locales morenistas, varios de ellos aspirantes a la gubernatura, de cuando estaban al lado de los gobernadores Sergio Estrada, Marco Adame o Graco Ramírez?
La política en México es un constante ejercicio de reciclaje; desde hace al menos dos décadas se han borrado las fronteras filosóficas y se acabó la ideología; pertenecer a uno u otro partido no deriva de una convicción o una doctrina, sino de una circunstancia personal, del momento y sobre todo de la posibilidad de conectarse al erario.
Los conflictos que vemos entre políticos en el plano público, desde la tribuna parlamentaria o a través de los medios de comunicación es parte de la normalidad: contrario a lo que muchos ciudadanos piensan, el trato entre los actores de poder, sean estos funcionarios públicos, representantes populares o dirigentes partidistas no es tan virulento como parece en el discurso; aunque en lo público se critican y se atacan, en lo privado suelen llevarse bien y cotidianamente comparten el pan, la sal y el alcohol. Por eso es estúpido que un ciudadano se pelee por un político.
En la carrera por la gubernatura de Morelos hay al menos siete figuras apuntadas del lado del Movimiento de Regeneración Nacional y tal vez tres del lado de la oposición; cada uno de los aspirantes tiene pros y contras, historia y capital político en donde fincar sus aspiraciones. Alrededor de ellos hay gente apasionada, seguidores que toman como propia la lucha por la candidatura y pelean sin dudarlo con cualquiera que pertenezca al bando contrario. En los últimos años en Morelos las diferencias políticas han dividido a la sociedad y a muchas familias.
La hostilidad que se observa en redes sociales entre los seguidores de los aspirantes a la gubernatura no necesariamente refleja el ánimo de los precandidatos, es más, lo más probable es que se trate de una calentura propia, de la emoción de alguien que verdaderamente está convencido de un proyecto o confía que poniendo el pecho por su gallo se asegura una chamba. Esto último, por cierto, casi nunca ocurre.
Al inicio del siglo y durante dos elecciones sexenales la moda fue votar por el PAN: la marca se vendía sola después de ganarle al PRI y expulsarlo del gobierno federal; en el 2012 con el regreso del Partido Revolucionario Institucional a la presidencia los priístas sacaron la cabeza y las filas de ese partido se engrosaron, pero la euforia duró poco, apenas un sexenio, hasta que surgió Morena.
En este sexenio lo políticamente correcto para los actores de poder es estar del lado del presidente Andrés Manuel López Obrador; quienes buscan un cargo de elección popular o un puesto en el gobierno se dicen obradoristas, promotores de la cuarta transformación y convencidos de la filosofía morenista. No importa su pasado, ni que en años recientes hayan sido críticos del tabasqueño, hoy muchos de los que participan en política se presentan como miembros de la cuatroté. Personalmente conozco a un exdirigente de Movimiento Ciudadano que en la elección del 2018 llamaba “viejo decrépito” “loco” “corrupto” al presidente y hoy se rasga las vestiduras por la figura del presidente; y como él hay muchos más. Supervivencia política, le llaman.
La definición del Movimiento de Regeneración Nacional a la candidatura al gobierno de Morelos no está en manos de los ciudadanos, ni de la militancia, de hecho ni siquiera será decisión de los actores políticos locales. El partido basará su decisión en una encuesta, realizada por una empresa contratada por la dirigencia, que otorgará los resultados primero al presidente de Morena y cuyas conclusiones serán inapelables. Esa es la regla del juego y se deberá acatar por todos los aspirantes; quien no esté de acuerdo con esto simplemente no será tomado en cuenta.
Esto lo saben, lo entienden y lo aceptan los precandidatos de la 4T; sudar calenturas ajenas y pelear por una decisión que no corresponde a los seguidores y que se tomará en México es ocioso. Y eso hacen muchos seguidores en las redes sociales.
Al final siempre sucede: los actores políticos negocian, acuerdan o toman un camino distinto, pero en todos los casos lo hacen sin tomar en cuenta a quienes ponen el pecho por ellos en las redes sociales.
Lo dicho: lo único más idiota que creer en un político es pelear por un político.
· posdata
El problema de inseguridad en la capital estatal se ha agudizado y eso es inocultable; el enfoque que el gobierno que encabeza José Luis Urióstegui ha dado al tema no parece ser el adecuado, porque no hay manera de justificar cómo los índices delictivos y la percepción de inseguridad se ha disparado en el último año.
El tema es sumamente complejo y difícilmente se resolverá en el corto plazo; durante su campaña y luego como presidente municipal electo el abogado prometió que en dos meses se comenzaría a notar un descenso en los índices delictivos, resultado de su estrategia y el liderazgo que sobre la policía tendría Alicia Vázquez Luna.
Un año más tarde la historia es distinta: Cuernavaca luce más insegura y a pesar de que en el último reporte del INEGI se destaca que la percepción sobre inseguridad disminuyó en Morelos, la excepción es la capital, donde sus habitantes siguen sintiendo miedo y desconfianza en sus autoridades.
Romper el convenio de mando coordinado de policía fue el primer error del alcalde Urióstegui, pero no es el único que ha cometido en ese ámbito; en doce meses como jefa de policía Alicia Vázquez Luna no solo ha demostrado incapacidad para atender y resolver el problema delictivo de la ciudad, también se ha evidenciado como una persona arrogante, intolerante y confrontativa.
La fama pública con la que llegó la ex secretaria de seguridad estatal e Graco Ramírez se desvaneció por completo y en su lugar queda la figura de una mujer incapaz de reconocer sus errores, desconectada de la realidad y distanciada de sus propios elementos. Es imposible que la situación mejore cuando los propios policías de Cuernavaca desconfían de su jefa y afirman que no domina el tema.
Atender un problema tan complejo como el de la seguridad va más allá de una estrategia teórica, como la que se ha puesto en marcha en la ciudad; José Luis Urióstegui debe entender que se trata de un problema complejo, con muchas circunstancias alrededor que, además, requiere del acompañamiento permanente de una buena estrategia de comunicación social.
El problema delictivo en la capital es de incidencia y también de percepción.
· nota
Los diputados Agustín Alonso y Francisco Sánchez son los únicos dos personajes del congreso local con tamaño para volver a competir en las urnas en el 2024 en varias posiciones; pueden buscar la reelección en el cargo, competir por un distrito federal, aspirar a un espacio en el senado o hasta competir por la gubernatura. Todo depende de cómo ande su imagen al final de este año.
Para el resto de los legisladores el único camino es la reelección… y algunos ni eso podrán.
Alberto Sánchez tiene capital político, pero ya está fuera del PRI, no pertenece formalmente a Morena y está enfrentado con quienes manejan al partido de la 4T en Morelos; no le quedan muchas opciones para ir a campaña e incluso su reelección es difícil.
Para todos los legisladores la clave de su futuro está en la manera como se muevan este año; invertir en fiestas municipales y destinar dinero a sus estructuras mantiene vigente el capital político que ya tienen, pero no les ayudará a ampliar su espectro social. Organizar eventos y traer artistas logra que las plazas públicas se llenen, pero rara vez este tipo de acciones se traducen en votos.
Un problema serio que tiene esta legislatura, como las últimas dos, está en el terreno de la comunicación. Y ya sabemos cómo terminaron los diputados de esos parlamentos.
· post it
La secretaria Vázquez Luna amenaza con multar a los ciudadanos que den a conocer a través de las redes sociales en dónde están ubicados los puntos de revisión del alcoholímetro en Cuernavaca.
¡¿Atekai?! ¿Y en base a qué ley lo hará?
A la maestra Vázquez Luna le caería bien unas clases de derecho.
· redes sociales
Las redes sociales contra la jefa de policía de Cuernavaca. Hagan sus apuestas.
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