Serpientes y escaleras - Ni la guerra sucia prende la campaña

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Ni la guerra sucia prende la campaña

Las y los candidatos recurren a todo para ganar. ¿Quién dijo que la política es justa?

 

Ni la guerra sucia prende la campaña

Dependiendo el contexto desde donde se aborde, la política puede ser definida o interpretada de diferentes formas; en un sentido amplio se refiere a la actividad humana relacionada con el gobierno, las decisiones colectivas y la organización de la sociedad, pero en la vida cotidiana los actores de poder hacen su propia interpretación del término, casi siembre bajo la premisa maquiavélica de que el fin justifica los medios. En la dinámica actual la política es muchas cosas, menos justa.

La manera como se están desarrollando las campañas en México, desde el plano federal hasta lo municipal, evidencian la degradación del ejercicio público, la vulgarización del mensaje y la lucha por el poder a costa de lo que sea. Las propuestas que hacen las candidatas son opacadas por el golpe bajo, el descontón artero y la mentira disfrazada de verdad.

La guerra sucia se ha vuelto prioritaria en las casas de campaña porque se trata de un camino fácil para llegar a la gente en un momento donde la moda en las redes sociales es ser estúpido y hacer estupideces. Unos y otros despliegan estrategias de este tipo contra el rival, aunque todos lo niegan; no es casual ni gratuita la propagación de mensajes que agreden al rival, que descalifican con historias inventadas, verdades a medias o relaciones con personajes impresentables.

Todo ocurre en un contexto de impunidad porque las autoridades electorales locales son incapaces de hacer algo, en buena medida porque en lugar de ser árbitro de la contienda juegan de un lado y apuestan por un proyecto político en particular. Veamos por ejemplo las reiteradas declaraciones hechas por las presidentas del IMPEPAC y el TEE en el sentido de que la elección está en riesgo, ya sea por falta de recursos económicos o por la inseguridad; insisten en el tema sin dar argumentos sólidos a su idea, salvo la solicitud de más dinero para sus oficinas. Pareciera que su interés es inhibir el voto.

El discurso de las presidentas va en contra de lo que representan las instituciones electorales encargadas de la participación, transparencia, imparcialidad y legitimidad de los procesos democráticos, pero sobre todo se trata de una mentira que se suma a la red de falsedades que flotan en la elección. Explico: los consejeros del Impepac dicen no tener recursos para llevar a cabo el proceso electoral, pero sí lo tienen para subir sus salarios, elevar sus prestaciones, comprar vehículos nuevos para uso personal y para otorgarse un bono económico por trabajar una vez cada tres años.

Peor: las dos presidentas de los órganos electorales estatales hablan de que la elección está en riesgo por la inseguridad, pero ninguna de sus instituciones está en campo; el único organismo electoral que tiene personal en campo es el Instituto Nacional Electoral y hace algunas semanas su titular del INE dijo de frente a ambas presidentas, la del Impepac y la del TEE, que no existía ningún tipo de riesgo para que se realizara el proceso electoral. La inseguridad es real, pero no ha impedido que la organización de la elección se lleve a cabo, dijo claramente Dagoberto Santos Trigo.

La guerra sucia de las campañas se combina con la falta de profesionalismo e imparcialidad de los órganos electorales locales y eso concluye en un escenario de guerra, en donde se vale todo porque no hay repercusiones. Precisamente porque estamos en una contienda sin árbitro y con instituciones electorales parciales o ineficaces, la que transcurre se perfila como la campaña más sucia, cuestionada y poco atractiva de los últimos años.

Las redes sociales se han convertido en el ring de las candidatas a la gubernatura, una y otra lanzan ataques contra su rival, lo hacen a través de cuentas anónimas, asociaciones inexistentes y múltiples troles que desde la sombra ofenden, difaman e inventan historias cada vez más grotescas y relacionadas con la vida privada de las personas. Pero ni la vileza utilizada por los contendientes ha logrado que las campañas prendan: estamos frente a un proceso de relevo gubernamental gris, muy poco atractivo para el electorado.

Ninguno de los dos equipos de campaña reconoce que son ellos quienes utilizan la guerra sucia, ambas candidatas la denuncian y la achacan al rival, suponiendo que la gente es imbécil y no se da cuenta de lo que hacen; puede ser que en verdad Lucía Meza y Margarita González Saravia no estén enteradas de todo lo que su gente hace a la sombra del anonimato, pero entienden de donde salen los golpes y aceptan que así son las cosas, porque esa ha sido la dinámica desde que comenzaron los procesos internos en los partidos.

La virulencia de la guerra sucia no es algo que se quede en el aire o en las redes sociales, genera un ambiente bélico alrededor que se combina con la grave situación de violencia en las calles. Lanzar mensajes agresivos y llevar la contienda electoral al terreno de la pelea pandillera abona al entorno agresivo que prevalece en las campañas, en donde varios candidatos han sido amenazados, algunos ya fueron agredidos y otros de plano se bajaron de la contienda por temor.

La propaganda negra surge de todos lados, no solo de los equipos de campaña estatal; la carrera por las diputaciones locales y las alcaldías también se moverá en ese entorno de agresiones mutuas, descalificaciones y mentiras disfrazadas de verdad con la intención de dañar al rival.

Las propuestas no logran trascender porque el ruido que meten los troles es mayor y en los medios de c comunicación formales la presencia de las candidatas es poca y pasa desapercibida. El diseño de ambas campañas apuesta a la estructura y a las redes sociales, quizá por ello la contienda no se siente en las calles y aunque los mensajes se multiplican por cientos en los espacios digitales, se trata de réplicas que derivan de granjas pagadas, es decir, de sistemas automatizados que los propios candidatos contratan para simular vistas. La que transcurre es una campaña floja, sucia, triste, que no ha logrado llamar la atención de la gente y solo se vive en los eventos que organizan los partidos.  

Golpear al gobernador Cuauhtémoc Blanco sirvió a la candidata del FAM a generar imagen, a vender la idea de que en dos meses alcanzó y superó a Morena y se perfila como la próxima gobernadora, pero los números dicen otra cosa, incluso los de ella la colocan aún por debajo de la candidata de Morena y estancada desde hace algunas semanas, de ahí su urgencia por generar ruido y lograr atraer la atención a costa de lo que sea.

Aunque en todos lados los candidatos hablan de privilegiar la propuesta, de cambiar las cosas y de resolver los problemas, en lo que respecta al proceso electoral están haciendo exactamente lo contrario, sumando a los mismos personajes que en el pasado reciente causaron mucho daño al estado, pero ahora se presentan como redentores.

La guerra sucia se multiplica todos los días, se lanza en las redes sociales y llega a los teléfonos desde números no registrados, pero esta propaganda solo sirve hasta cierto punto y luego se vuelve contraproducente porque la gente entiende de que se trata, identifica fácilmente a quien la emite aunque se oculte en cuentas falsas y muchas veces provoca el efecto contrario del que se busca.

La que estamos viendo es a la vez la contienda electoral más sosa y sucia de los últimos años.

·         posdata

Los graquistas tratan de regresar al poder montados en la ola de enojo contra el gobierno saliente, pero no parece que el impulso electoral sea tan grande para concederles su deseo, sobre todo porque frente a frente Graco Ramírez sigue siendo peor gobernador y persona que Cuauhtémoc Blanco.

El tabasqueño está metido de lleno en el proceso electoral, ya convocó a quienes formaron parte de su gabinete y los puso a operar en favor de Lucía Meza; a otros los colocó en diferentes partidos políticos, incluyendo a RSP, donde la dirigencia es obediente a sus deseos.

Un ejemplo de esta situación se ve en Jiutepec con el candidato opositor Eder Rodríguez Casillas, ex secretario de agenda de Graco Ramírez y luego presidente de la comisión de Hacienda del congreso local en la Legislatura 53, la que aprobó el endeudamiento millonario para Morelos solicitado por el gobernador perredista.

Las encuestas colocan a Eder Rodríguez muy por debajo de David Ortiz, el candidato de Morena, situación normal porque la marca es muy fuerte y Jiutepec es después de Jojutla el municipio donde mejor calificación tiene el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Este personaje ganó una elección local impulsado por la ola perredista, en el 2021 volvió a competir y perdió y de nueva cuenta busca encabezar el gobierno municipal por RSP; su cruzada no es sencilla por muchas razones, empezando por la mala imagen que le deja su relación con Graco Ramírez Garrido y Manuel Agüero, ambos repudiados por la gente.

Y si eso no fuera suficiente, a Eder Rodríguez se le acusa de ser deudor alimentario, es decir, de no cumplir con la manutención de sus hijos, situación que por sí misma debería impedirle ser candidato, para su fortuna los órganos electorales locales responden a los intereses de Graco.

Graquista, manolista y deudor alimentario, tres terribles razones para no votar por él. Lo peor: Eder Rodríguez no es el único candidato así en el FAM: Sergio Estrada Cajigal está demandado en al menos dos fiscalías (la de Morelos y la de Quintana Roo) por golpear a una mujer y aunque no aparecerá directamente en una boleta, también resalta el escandaloso caso del regidor panista Fernando Carrillo, brazo derecho del alcalde de Cuernavaca José Luis Urióstegui, relacionado con la muerte de su expareja sentimental.

La que estamos viendo se perfila como la campaña más sucia de los últimos años, con candidatos y candidatas a quienes no les importa recurrir a la guerra sucia para ganar o utilizar cualquier tipo de artimaña para detener al rival.

Algunos de esos nos van a gobernar.

·         nota

La lista de candidatos plurinominales al congreso local que madan los partidos políticos es terrible y cínica: el PAN lanza a Daniel Martínez Terrazas, hermano de Daniel quien competirá en un distrito; el PRI colocó a Jonathan Márquez bajo la adscripción indígena, lo mismo hizo Morena con Isaac Pimental, Movimiento Ciudadano con Luz Dary Quevedo y Redes Sociales Progresistas con el expresidente del PRI Alberto Martínez. El Partido del Trabajo lanza por tercera ocasión consecutiva a Tania Valentina, ahora considerada representante de los Afrodescendientes, situación que replicó el Partido Verde con Luis Eduardo Pedrero, el MAS con Maria Luisa Rodríguez y Morelos Progresa con José Manuel Tablas. El PRD no recurrió a un Grupo Vulnerable para justificar su propuesta, pero manda de nueva cuenta a la esposa de Julio Yáñez, Naida Josefina Díaz Roca.

Así se va perfilando el congreso que viene.

·         post it

Siguen los ataques contra cadidatos; ahora fue el turno del abanderado del PT en Xochitepec, a quien agredieron con disparos de arma de fuego.

La violencia en las calles se combina con la violencia que existe en las campañas.

·         redes sociales

El reto de David Ortíz no es ganar la elección en Jiutepec, sino demostrar que será él y no Rafael Reyes quien gobierne el municipio.

Las marionetas políticas no le gustan a la gente.

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