Serpientes y escaleras - Los conflictos de Morena

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Los conflictos de Morena

El poder gubernamental es como los bailes de pueblo: una ronda se baila y otra se descansa

 

Los conflictos de Morena

La visita de la líder nacional de Morena a Morelos refrendó lo evidente: la militancia local quiere un cambio en la dirigencia estatal de su partido. María Luisa Alcalde y Andrés Manuel López Beltrán fueron testigos de cómo Ulises Bravo Molina recibió un abucheo generalizado al son del grito “fuera, fuera”. Unas horas más tarde el hermano del exgobernador posteó la imagen de un funcionario estatal acusándolo de haber contratado gente para que le silbara. Hay personas que no aceptan que no los quieren… aunque se lo digan.

Lo que presenciaron las cabezas nacionales de la 4T durante su visita por la tierra de Zapata fue solo la confirmación de lo que ya sabían: existe una severa división al interior de su partido y un deseo evidente de renovación de las estructuras internas del Movimiento de Regeneración Nacional en Morelos.

La historia local de Morena se puede resumir en dos momentos: uno cuando Rabindranath Salazar Solorio controlaba el consejo estatal y a través de sus amigos se adueñaba de todas las candidaturas y posiciones seguras en las elecciones, y una segunda etapa cuando Cuauhtémoc Blanco a través de su hermano Ulises Bravo le arrebataron el control del partido para repetir las mismas prácticas, ahora con sus incondicionales. En ambos casos la militancia perdió.

La estructura de Morena en Morelos es escasa a pesar de que hace poco más de un año, en la elección de consejeros estatales, todos los actores políticos de la 4T afiliaron nuevos militantes con la intención de ganar posiciones dentro del partido. El que más afilió fue Ulises Bravo, apoyado de toda la estructura y recursos del gobierno estatal; lo que hicieron, además de obligar a trabajadores a inscribirse, fue trasladar la estructura del extinto PES a Morena, para de esa forma ganarle la batalla a los Rabines y aliados.

Ganar la mayoría del consejo y encabezar la dirigencia estatal desde una posición de delegado especial no concedió ni al gobernador ni a su hermano liderazgo en Morena, solamente el control del partido. Pasada la elección interna Bravo Molina se quedó solo, sostenido solo por la fuerza de Cuauhtémoc Blanco como gobernador, pero sin ningún tipo de influencia dentro de la 4T, porque la mayoría de los consejeros que lo apoyan ni siquiera son morenistas.

La conclusión del sexenio del futbolista representa el fin de todos sus espacios de poder en el estado, empezando por el que ocupa su hermano. El proceso de renovación de las dirigencias estatales de la 4T ha comenzado y la visita de María Luisa Alcalde es parte de ello, aunque Ulises Bravo no lo quiera reconocer y trate de hacer ver que la renovación del comité ejecutivo de Morelos será “solo en las secretarías que están vacantes”.

El hermano del futbolista no entiende que su tiempo ya acabó, que los seis años en los que fueron todopoderosos, perdonavidas e influyentes en la presidencia de la república terminaron. El intento de mantener cotos de poder se suma a las acciones que llevaron a cabo para complicar el arranque de la nueva administración y el apoyo que varios personajes cercanos a Cuauhtémoc Blanco dieron a Lucía Meza en campaña.

Hay muchas razones por las cuales el Movimiento de Regeneración Nacional debe renovar su dirigencia nacional, empezando por el hecho de que desde su fundación ese partido ha estado secuestrado por grupos, manipulado en beneficio de unos cuantos y desviado del proyecto nacional.

Actualmente tienen una dirigencia sin liderazgo, ocupada de manera impositiva por un delegado en funciones de presidente, nombrado por Mario Delgado luego de que fuera anulado por un mandato judicial. Con todas sus letras: Ulises Bravo no fue electo presidente, es resultado de un dedazo y como figura principal de la 4T en Morelos nunca se ocupó de construir un liderazgo, ni de abonar a la unidad del partido. Por eso no lo quieren.

Lo ocurrido el fin de semana durante la visita de las dos cabezas principales del comité nacional de Morena exponen dos cosas que no aceptan los cuauhtemistas: el relevo en el partido es inminente y se llevará a cabo aunque Ulises Bravo Molina quiera quedarse. Y dos: el desgaste del grupo político del exgobernador es notorio, enorme y les impedirá por varios años regresar a las actividades públicas en el estado.

Cuauhtémoc Blanco Bravo ejerció el poder de manera agresiva, despreciando a sus rivales, atacando a sus críticos y olvidando por completo que el cargo era pasajero. Al futbolista nunca le interesó construir amistades locales, relacionarse con la sociedad morelense, ni conocer la cultura local. Lo suyo fue pasajero, una estadía momentánea que no incluía trabajar por el bien de los ciudadanos porque, lo repetía insistentemente “no lo contrataron para eso”.

Los hermanos Bravo tuvieron mucho poder durante seis años y derivado de ello acumularon una enorme riqueza, lo que no hicieron fueron relaciones, amistades o trabajo que les permitiera mantenerse vigentes al término del sexenio. Confundieron la fuerza que les brindaba el poder del estado y el apoyo presidencial con liderazgo y ahora que no tienen nada, por eso suponen que las muestras de desprecio son pagadas para hacerlos sentir mal.

La fama como futbolista permitió a Cuauhtémoc Blanco obtener una nueva posición en el congreso federal, pero no le alcanza para proteger a los suyos, ni para evitar que algunas figuras cercanas a él sean colocadas en el banquillo de los acusados para que rindan cuentas por sus acciones.

Como los graquistas, los integrantes del grupo de Cuauhtémoc Blanco, empezando por su hermano, deben entender que pasarán muchos años para que vuelvan a ser considerados para ocupar una posición de primer en el servicio público estatal, porque no hicieron nada para merecerlo y coleccionaron enemigos.

La rechifla contra Ulises Bravo Molina no fue pagada por nadie, decir ello confirma que el hermano del exgobernador no entiende su realidad, ni se da cuenta de lo mal que concluyó su sexenio, del enorme repudio público que existe en su contra y que, aunque no les guste, pasaron de ser las figuras más importantes y poderosas de la política local a convertirse en actores repudiados a los que nadie quiere tener cerca.

El tiempo de los futbolistas se acabó. Lo único pendiente es que rindan cuentas por sus actos.

·         posdata

Los últimos años el congreso local se ha convertido en tumba política de muchos actores de poder; pocos son los que han trascendido a una diputación local, porque la mala imagen de las últimas legislaturas acaba con la carrera, incluso, de aquellos que pueden presumir capital político propio.

El congreso actual tiene varios retos enfrente, empezando por cambiar su imagen y la manera como se ha movido en los últimos años; para ello deben hacer de lado las malas prácticas que ya se institucionalizaron y mostrar un verdadero compromiso con sus representados.

Las primeras semanas de esta cámara no muestran ningún cambio favorable, pareciera que veremos tres años de lo mismo: desacuerdos, enfrentamientos, divisiones y corrupción.

No fue sencillo para los diputados locales acordar las comisiones porque el grupo mayoritario, aunque lo nieguen, es el más dividido de todos; en Morena hay varios grupos, distintos puntos de vista, intereses diversos y desconfianza mutua.

Por supuesto que el coordinador parlamentario de la 4T opina distinto, considera que su liderazgo es inobjetable y que los doce integrantes de su bloque son como los apóstoles de la Biblia. Y quizá como en ese pasaje también haya un traidor.

Hasta ahora los nuevos diputados se mueven a tientas, sin rumbo definido y tratando de tomar las riendas de sus espacios; ocurre distinto con quienes ya han estado en la cámara y conocen el ritmo, las cosas que deben hacer y los tiempos que hay que esperar.

La oposición es quien controla la cámara a pesar de ser minoría, porque entre sus integrantes hay personajes que ya tienen experiencia; eso y que aprovechan la poca unidad dentro de Morena, factor que les ha servido para marcar la pauta, para ganar posiciones y colocar a la 4T en calidad de mayoría inútil.

La bancada morenista local ya recibió su novatada y cómo se ven las cosas les resultará muy complicado tomar el liderazgo.

Eso sí: todos pagarán la mala imagen de un congreso que sigue siendo mal visto por la manera cómo se mueven sus integrantes.

·         nota

Las exdiputadas Paola Cruz y Keila Figueroa se incorporaron al gobierno de Margarita González Saravia.

Ninguna tiene capacidad profesional, merecimientos partidistas, experiencia técnica, ni buena imagen pública para formar parte de una administración estatal que presume honestidad.

Casos como estos hacen pensar que quizá, al final, veremos que el discurso de honestidad de la gobernadora es solo eso, discurso.

·         post it

Ulises Bravo no se anduvo por las ramas cuando acusó al secretario de desarrollo sustentable de ser el orquestador del abucheo que recibió durante la visita de la dirigencia nacional.

“… durante mi turno para hablar, como en otras ocasiones que pagan gente para abuchearme, hoy señalan a esta persona como el responsable que llevó y dio instrucciones a la gente para hacerlo, alguien lo ubica?” preguntó el hermano del exgobernador a través de una publicación hecha en su cuenta de redes sociales.

El aludido fue abordado por la prensa y se desmarcó de lo ocurrido, aunque reconoció que existe descontento entre la militancia. “Tonto es quien cree que el pueblo es tonto”, dijo al tiempo de resaltar la importancia de que los servidores públicos se mantengan cercanos a la realidad “porque alejarse de ella es peligroso

Como en otras ocasiones” es una expresión que Ulises Bravo utilizó para describir lo ocurrido, reconociendo así que no es la primera vez que le va mal en actos públicos en su calidad de dirigente de Morena y hermano de Cuauhtémoc Blanco.

Quienes acudieron al acto me comentan que la rechifla al delegado fue generalizada, sumamente larga y penosa incluso para quienes no simpatizan con su persona. “Es imposible que se patrocine una acción así; el repudio es genuino

Los hermanos Bravo tendrían que hacer un alto en el camino para calmarse y reflexionar sobre su futuro, aceptar que su ciclo ya terminó y que el abucheo, como las múltiples expresiones de desprecio que se han presentado en las últimas semanas en su contra es consecuencia de la manera como ejercieron el poder.

Ni Cuauhtémoc ni Ulises se preocuparon por hacer amigos en Morelos y ahora son muy pocos los morelenses que quieren tener algún tipo de relación con ellos, mucho menos de carácter político.

Alan Dupré fue cuidadoso de sus expresiones al rechazar ser patrocinador del abucheo.

Si fuera de Tepito le habría respondido “No te topo”.

·         redes sociales

Los morenistas morelenses quieren que se renueve su dirigencia estatal.

¿Quién está a la altura de las circunstancias?

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