Serpientes y escaleras - La última semana

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - La última semana

Dice el clásico: no hay mal que dure seis años, ni pueblo que lo aguante.

 

La última semana

La que transcurre es la última semana de Cuauhtémoc Blanco como gobernador de Morelos; mañana tomará protesta como diputado federal y en ausencia el secretario de gobierno Samuel Sotelo asumirá sus funciones por las semanas que le restan a la administración. El que termina es un sexenio de claroscuros, con muchos sobresaltos y un evidente distanciamiento con la sociedad. Cambiar la relación entre las autoridades y el pueblo no será sencillo.

La expectativa que despierta el gobierno que encabezará Margarita González Saravia es alta y hay razones para ello; a diferencia de mandatarios anteriores, la dama llega ligera de equipaje, sin odios, ni resentimientos, ni cuentas pendientes con nadie. A pesar de que vivió una de las campañas más sucias y viles de los últimos años, la ganadora de la contienda no guarda rencores y mira hacia adelante.

El problema es que la historia no se escribe sola, ni depende de una sola figura: la gobernadora electa es una mujer sin complejos, sin antipatías mezquinas, ni gusto por pelear; cosa diferente al gobernador actual, quien ha hecho de la pelea una afición y es coleccionista de enemigos.

La propuesta electoral de julio pasado fue el momento para que una y otro se reencontraran, para que firmaran la pipa re la paz y avanzaran en un mismo sentido, pero no fue así.

La lógica indicaba que Cuauhtémoc Blanco apoyaría a Margarita González Saravia porque había sido su colaboradora en el municipio y en el gobierno estatal, porque nunca tuvieron un problema personal y sobre todo porque ella representaba a Morena, el partido en el cual ahora él milita.

Si eso no fuera suficiente enfrente estaba Lucía Meza, una senadora que durante seis años cuestionó las capacidades del gobernador, lo acusó de corrupto, de cómplice de delincuentes y de abusar del poder. La lógica no funcionó en el caso del futbolista.

A Cuauhtémoc Blanco no le gusta la política y nunca hizo nada por entenderla; aunque hay un crecimiento político evidente entre la persona que hace nueve años llegó a Morelos a competir por la presidencia municipal de Cuernavaca y el que en unas horas solicitará licencia al cargo de gobernador, su desprecio por el quehacer público es evidente en todas sus expresiones.

Su falta de experiencia en la administración pública y la toma de decisiones, empero, no justifica la forma como su equipo actuó antes, durante y después del proceso electoral. Cuauhtémoc Blanco quería que Víctor Mercado lo supliera en el cargo y reiteradamente se lo pidió al presidente Andrés Manuel López Obrador. El ahora senador hizo su parte: se promocionó, armó estructura, hizo precampaña y elevó sustancialmente su conocimiento al punto que fue el hombre mejor posicionado del partido; pero la decisión fue de género.

El americanista nunca entendió que por su condición de gobernador debió jugar diferente: no es cuestionable que tuviera un favorito en la contienda, ni tampoco que echara mano de la estructura del gobierno para impulsarlo, su error fue apostar solo por una ficha, no considerar el factor de género y pelearse con todos los temas. Lo peor: cuando se determinó que la candidatura sería para una mujer, apostó en contra de Margarita González Saravia.

Fue después de una visita de la precandidata Claudia Sheinbaum a Morelos, allá por el mes de septiembre pasado, cuando al jefe del ejecutivo estatal le informaron que la decisión en la tierra de Zapata iba a ser de género, es decir, que le correspondería a una mujer representar a la 4T en las urnas.

En ese momento Blanco Bravo debió replantear su escenario porque era obvio hacia dónde se perfilaban las cosas: las tres contendientes por la candidatura eran Margarita González Saravia, Sandra Anaya y Tania Valentina, todos entendimos en ese momento que solo había una mujer capaz de representar a Morena. Pero el gobernador no lo aceptó.

Contrario a toda razón el futbolista canalizó sus esfuerzos hacia Sandra Anaya y de paso permitió que le hicieran guerra sucia a Margarita González Saravia. En todo momento los cuauhtemistas fueron renuentes a la candidatura de la otrora secretaria de turismo sin considerar que, frente a Lucía Meza, la morenista representaba su mejor opción para el séptimo año de gobierno.

El andar de esta administración siempre ha carecido de juicio, quizá por ello desde el principio su titular ha estado sujeto a múltiples contratiempos; al final del ciclo esa regla imperó: en la precampaña Cuauhtémoc Blanco y su hermano Ulises Bravo rompieron la imparcialidad que les correspondía, se metieron al proceso interno, dejaron sola a la candidata de su partido y permitieron que algunos funcionarios del gabinete estatal jugaran en contra.

Todo eso se hizo al estilo del futbolista: de frente. A Cuauhtémoc Blanco nunca la importó cuidar las formas ni reservarse su opinión, lo hizo cuando abiertamente apoyaba a Víctor Mercado y también cuando en una reunión con la candidata Claudia Sheinbaum, a donde fueron convidados los gobernadores y los candidatos de Morena, el futbolista dijo abiertamente que la candidata Margarita González iba a perder “porque no se dejaba ayudar”.

A la administración saliente se le puede analizar desde varios ángulos y en casi todos sale mal: en cuanto a resultados se quedó muy por debajo de la expectativa, hecho que se puede medir en el subejercicio financiero que tuvo del primero al sexto año y su incapacidad para reducir la deuda histórica que arrastra el estado

En materia de percepción el balance es peor porque el gobierno de Blanco Bravo acaba en último lugar nacional, mientras que él en lo personal el mandatario concluye su etapa con un enorme repudio por los innumerables escándalos y conflictos en los que siempre estuvo involucrado.

Políticamente hablando su cierre es terrible porque como jefe del ejecutivo no supo ser imparcial, ni tuvo el ánimo de ordenar a su equipo y a sus amigos que se abstuvieran de participar en el proceso electoral apoyando a la candidata de oposición. Pasada la contienda la dinámica sigue siendo la misma: generando problemas a la gobernadora, poniéndole piedras en el camino a su equipo y golpeándola desde varios frentes.

En política como en la física las acciones generan reacciones y las consecuencias de lo que fue el gobierno de Cuauhtémoc Blanco, particularmente su manera de actuar en los últimos meses, las veremos una vez que la nueva administración tome el control de las instituciones.

El americanista piensa que su cierre de ciclo al frente del gobierno de Morelos será como cuando terminaba su contrato con un equipo de fútbol y todo lo hecho quedaba atrás. En la administración pública no es así, el cargo conlleva responsabilidades que van más allá del ciclo de gobierno y superan la actuación de una sola persona.

Cuauhtémoc Blanco deberá responder por lo hecho y dejado de hacer como gobernador y por las acciones y decisiones tomadas en su administración.

Y esa responsabilidad durará todavía varios años.

·         posdata

Este miércoles la gobernadora presentará a más integrantes de su gabinete. Por tercer miércoles consecutivo Margarita González Saravia mostrará al equipo que la acompañará en las distintas áreas del gobierno estatal.

En esta ocasión se trata del gabinete administrativo que estará encabezado por Mirna Zavala en la Secretaría de Hacienda. La dama estará a cargo de una de las oficinas más importantes del gobierno, relacionada con todas las áreas y de cuyo desempeño depende el buen funcionamiento de toda la administración.

Mirna Zavala es una decisión acertada de la gobernadora porque la futura secretaria conoce perfectamente la administración saliente, sabe cómo opera este régimen en lo formal y está enterada que había funcionarios y familiares que intervenían en el gobierno aún sin tener atribuciones.

La siguiente semana se presentará al gabinete político que estará encabezado por Juan Salgado Brito y Javier García Chávez, dos figuras cercanas y de toda la confianza de la futura jefa del ejecutivo. Aunque aún no se define oficialmente lo que hará cada uno, queda claro que desde la secretaría de gobierno se velará por la gobernabilidad y el buen trato con los otros dos poderes, mientras que en la jefatura de la gubernatura se diseñarán las estrategias y se trazará el camino a seguir.

Un nombramiento esperado es sin duda el de seguridad; al respecto se han especulado muchas cosas, se han puesto varios nombres en la mesa, pero hasta ahora la gobernadora se ha reservado la identidad de quien estará encargado de una de las áreas más difíciles de cualquier régimen. El próximo secretario de seguridad, quien sea, vendrá avalado por la federación.

Los dos primeros bloques de funcionarios han sido recibidos con interés: algunos funcionarios han generado optimismo y otros, por el contrario, hacen recordar historias que creíamos haber olvidado y que podrían repetirse.

Este día conoceremos a otra parte del equipo que estará al lado de González Saravia en la próxima administración. Confiemos que sus decisiones son correctas.

·         nota

El duelo mediático por el alza a la tarifa mínima del transporte público avivó un viejo debate que va más allá del precio que los concesionarios intentan cobrar a los pasajeros y que tiene que ver con el estado en que se encuentran las unidades, las mafias que operan en ese sector, el contubernio con algunas autoridades y por supuesto, la manera como se ha manejado la secretaría.

Cuando Víctor Mercado era secretario la dependencia funcionaba como reloj en la operación interna y en el trato con los concesionarios; con su salida la situación se descompuso porque el nuevo titular no tiene la capacidad ni el trato de su antecesor y aunque presume expertis en el tema, la realidad muestra lo contrario.

Momentáneamente los ruteros pospusieron sus actos de protesta, pero no están contentos con la respuesta del gobierno.

Es evidente que el conflicto sigue vivo y será heredado a la próxima administración.

·         post it

Todos los funcionarios que en este sexenio manejaron recursos públicos serán sujetos de una revisión por parte de quienes tomarán su lugar. No es cacería de brujas, dijo hace unos días la gobernadora, en referencia a un proceso normal, establecido en la ley, pero que a veces se interpreta como una persecución por parte de quienes van de salida.

En los últimos meses he escuchado a varios funcionarios de este gobierno expresar su cansancio y deseo de irse, sus ganas de cambiar de aires y dejar atrás años que han sido, cito, cabrones y muy desgastantes (sic).

Los funcionarios que están por dejar el cargo deben estar preparados para un cambio que no será sencillo y que puede volverse sumamente complicado dependiendo los enemigos que dejan en el camino.

El poder es para hacer amigos y muchos de quienes hoy están al frente de las instituciones no atendieron esa regla, por el contrario, se la pasaron peleando, agrediendo y engañando, pensando equivocadamente que el poder es eterno.

Las consecuencias de ello están a la vuelta de la esquina.

·         redes sociales

¿Sabes cuánto he gastado en abogados defendiéndome de acusaciones que hasta ahora no me han comprobado? ¡Muchísimo! ¡Y además se me han cerrado muchas oportunidades laborales por la misma razón! Me comenta un exfuncionario del gobierno graquista.

Algo así vivirán quienes no hicieron bien las cosas, ni supieron honrar la amistad.

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