Serpientes y escaleras - Graco el caco

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Graco el caco

El tabasqueño reapareció e intentó victimizarse. ¿Hay alguien que le crea?

 

Graco el caco

La semana pasada reapareció Graco Ramírez, lo hizo a través de sus redes sociales victimizándose por un supuesto acto de intimidación con motivo de la presentación de su libro. Fiel a su estilo y acorde a su novela autobiográfica, acusó, repartió culpas y se presentó como un adalid de la democracia, de la justicia y de la legalidad. “Es un acto de provocación” dijo, al tiempo de presumir que su obra se había agotado. Cualquier tipo de represión es reprobable, pero el tabasqueño está muy lejos de ser una víctima.

No conozco la razón de la presencia de la policía en el entorno del lugar donde se llevaría a cabo la presentación del libro, pero me parece obvio que aunque fuera para inhibir al autor y a sus invitados, difícilmente habría pasado de ahí, es decir, a menos que hubiera alguna orden judicial para actuar, la cual tendría que haber sido emitida por un juez, los uniformados no harían algo más que estar a la vista y de ninguna forma intervendrían o perturbarían a los asistentes.

Pero más allá de este hecho, la reaparición del exgobernador no es ajena al proceso electoral donde los morelenses elegirán a la próxima titular del ejecutivo, porque su figura y la de su sucesor se han convertido en el argumento negativo de los discursos de campaña. La presencia policial sí puede considerarse un acto de intimidación que por supuesto es reprobable y es una torpeza de quien lo haya planeado, pero no es nada distinto a lo que muchas veces ocurrió en su administración y él avaló él como gobernador.

En el contexto de la campaña 2024 el tabasqueño reaparece tratando de victimizarse, asumiéndose como un redentor de la democracia y pasando por alto el enorme daño que él y su familia causaron al estado y a sus habitantes. Lo único lamentable de que la presentación de su libro se suspendiera, es que no fue posible ver cuántos y quienes asistían al acto, porque evidentemente no se trataba de un evento para convocar a las masas, ni de una reunión a la que acudiría más allá de lo que fue su primer círculo.

Tengamos claro algo: aunque el gobierno de Cuauhtémoc Blanco termina mal y él en lo personal ocupa desde hace mucho tiempo los últimos lugares en la tabla de calificación de los gobernadores de México (igual que Graco Ramírez al final de su sexenio), el futbolista no provoca el odio que el tabasqueño todavía despierta entre los ciudadanos. Digámoslo de esta manera: al futbolista lo consideran torpe, alguien que no supo gobernar y que ya se va, pero el perredista aún provoca desprecio porque intentó robarse la ayuda humanitaria para los damnificados del sismo y quiere regresar a través de Lucía Meza.

En esta historia el punto central no es la supuesta intimidación que denuncia el tabasqueño, ni la presencia de la policía interpretada como un acto de provocación, sino la arrogancia y egolatría de Graco Ramírez Garrido tratándose de hacer pasar por un redentor; fue precisamente su pedantería lo que lo hizo fracasar como jefe del ejecutivo porque, como Brozo lo describió perfectamente en su última entrevista, era un gobernador “inmamable”.

A pocos importa la “verdad” que el tabasqueño cuenta en su libro, porque a pesar de ser un hombre con una larga trayectoria en la izquierda mexicana, alguien que por décadas transitó en los pasillos de poder y convivió muy de cerca con personajes de primer nivel de la política mexicana, su libro no aborda nada de eso, es superficial, vacío y sobre todo se dedica a repartir culpas y a tratar de exonerarse. No vale la pena leerlo.

 El mamotreto de Graco Ramírez pudo haber sido interesante si reflejara su experiencia como actor de la política mexicana, si hiciera una autocrítica de lo que fue su administración y mostrara sus fallas como experiencia para que otros las consideraran en el ejercicio de poder. No hay nada de eso, a pesar de la valiosa intervención de Enrique Serna, se trata de un escrito superficial, demagógico, exculpatorio y hueco que no sirve ni como lectura para ir al baño.

A Graco Ramírez no le basta lo que tiene, ni tampoco el haber resuelto su situación económica y la de su familia, porque a pesar de que en términos profesionales alcanzó el nivel más alto al que un político puede aspirar en un estado, las fallas cometidas como gobernador lo condenaron a la ignominia y al autoexilio.

Más allá de lo que hizo como gobernador, la vida de Graco Ramírez siempre estuvo caracterizada por la polémica: en la izquierda mexicana no le tienen confianza, sus compañeros del movimiento estudiantil del 68 lo consideran esquirol, en algún momento lo acusaron de ser un agente de la CIA y todo el tiempo fue señalado por pactar con el poder a cambio de dinero, de cobrar en distintas dependencias federales como la Lotería Nacional y de pedir dinero a cambio de favores políticos, como ocurrió con Carlos Ahumada o cuando se convirtió en el principal operador de Enrique Peña Nieto en el Pacto por México.

El tabasqueño trata de victimizarse por una situación que muchas veces vimos en su administración, acusa de lo mismo que él hizo como autoridad y trata de venderse como una figura respetable cuando se trata de alguien impresentable, un hombre que provoca odio, al que desprecian muchos de quienes estuvieron cerca de él y al que sus viejos “compañeros de lucha” ya no lo quieren tener cerca.

Graco Ramírez ha acusado de muchas cosas a Cuauhtémoc Blanco y en la mayoría de los casos tiene razón, pero se trata de acciones que él mismo hizo como jefe del ejecutivo, de actitudes que él tuvo y de las mismas acciones incorrectas. Pongámoslo de esta forma: él afirma que en este gobierno hay un hermano incómodo y es cierto, pero en su administración hubo un hijastro incómodo que fue igual o peor.

No hay excusa que justifique la presencia de la policía en las inmediaciones del lugar donde se iba a llevar a cabo la presentación del libro del exgobernador; a menos de que se tratara de una acción legal mandatada por un juez a petición de la Fiscalía Anticorrupción, cuyo titular es gente de Graco Ramírez, la asistencia de la policia fue imprudente. Si alguien ordenó amedrentar fue un error, una torpeza, porque dio excusa al tabasqueño para tratar de victimizarse y por supuesto representa una medida represiva e imprudente. Nada habría pasado si la presentación del libro se hubiera llevado a cabo, porque solo algunos cuantos amigos de Graco habrían asistido.

De ninguna manera se puede considerar a Graco Ramírez como una víctima, ni mucho menos como un referente de la buena política; el exgobernador es un personaje non grato en Morelos, una mala persona, alguien a quien los ciudadanos desprecian y frecuentemente se lo hacen sentir cuando se lo topan, precisamente por ello pocas veces se muestra en Cuernavaca, porque cuando lo hace invariablemente hay alguien que le reclaman o lo ofende.

Si con su presentación trató de ayudar a la campaña de la candidata opositora, la jugada salió mal a pesar de la imprudente presencia de la policía, porque el daño que causó al estado no se olvida y el desprecio hacia los graquistas sigue vigente, de ahí que la mayoría continúa en la banca, no ton tomados en cuenta por los partidos políticos en esta campaña y los pocos que siguen vigentes, participan en la campaña de Lucía Meza.

Graco Ramírez no solo es el peor gobernador que ha tenido Morelos en toda su historia, sobre todo es una mala persona y eso a la gente no se le olvida.

·         posdata

La primera semana de campaña por la gubernatura transcurrió sin sobresaltos y también sin algo que marcara la diferencia en la carrera; ambas candidatas están haciendo lo que corresponde, lo que marca el libro y lo que consideran necesario para ganar.

Las dos andan en tierra, tienen múltiples reuniones y presumen fuerza; Margarita y Lucía son bien recibidas a donde van, las cobijan sus estructuras, pero todavía no logran despertar el ánimo del ciudadano apartidista. La marca Morena sigue siendo el enemigo por vencer por la oposición.

La guerra sucia entre ambas tampoco da tregua, de un lado y de otro hay acusaciones, ataques e historias que se cuentan al amparo del anonimato, pero nada lo suficientemente fuerte como para incidir en el rumbo de la contienda.

Del lado de Morena sobresale la llegada de Adán Augusto como coordinador político, pero sobre todo como la figura ruda de la campaña; en el FAM siguen los mismos.

En el entorno de la elección Cuauhtémoc Blanco ya se fue por dos meses, pero Graco Ramírez reapareció; lo primero ayuda a Margarita González y lo segundo perjudica a Lucía Meza, porque esa es justamente la figura que Morena quiere enlazar con la oposición

Veremos qué sucede en la segunda semana.

·         nota

De manera sorpresiva la Fiscalía Anticorrupción de Morelos solicitó a un juez que citara a comparecer al alcalde de Cuernavaca José Luis Urióstegui por diversos delitos relacionados con la caída del puente colgante del Paseo Ribereño. Junto al abogado hay otros imputados, entre ellos su antecesor Antonio Villalobos.

No entiendo en qué parte de la historia una víctima se puede volver culpable de un delito, es decir, José Luis Urióstegui es uno de los que sufrieron en carne propia el colapso del puente, ese que fue remodelado antes de que iniciara su gestión y cuya obra estuvo a cargo del gobierno estatal.

Pero más llamativo aún es que quien lo imputa es la Fiscalía Anticorrupción, cuyo titular es gente de Graco Ramírez, responde a las órdenes del fiscal general y atiende la línea directa de los diputados de oposición, de mayoría panista. ¿Por qué lo acusa alguien de los suyos?

·         post it

En el equipo de campaña de Margarita González Saravia hay gente valiosa, pero también hay oportunistas que ya andan prometiendo puestos en la siguiente administración, ofrecen negocios en el próximo gobierno y comprometen la palabra de la candidata a cambio de dinero entregado por anticipado.

La abanderada de Morena anda metida de lleno en su campaña, tratando de consolidar la ventaja que le dan las encuestas, pero mientras eso ocurre en su entorno hay quienes anticipando la victoria hacen negocios y afectan el valor más importante de Margarita: su honestidad.

No mentir, no robar y no traicionar, son los preceptos de la 4T.

Y los tres caracterizan a algunos jóvenes de la campaña de Margarita.

·         redes sociales

En unos días arrancan las campañas municipales y para diputados locales; si no ocurre algo sobresaliente, las dos ciudades más importantes de Morelos quedarán en manos de la oposición.

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