Serpientes y escaleras - Gabriela Marín

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Gabriela Marín

Nunca en la historia de Morelos habían ejecutado a un legislador en funciones.

 

Gabriela Marín

Gabriela Marín Sánchez murió ayer por la tarde víctima de un ataque armado; como siempre los agresores huyeron. El asesinato de la representante popular enrarece más el ambiente político en el estado y advierte un nuevo nivel de violencia. No es la primera vez que una figura de la vida pública morelense es ultimada a plena luz del día, pero sí se trata del primer diputado local ejecutado en funciones. El principal interesado en dar con los responsables debe ser el gobernador Cuauhtémoc Blanco. El cierre de sexenio se va a complicar.

Antes de ocupar una curul en el congreso de Morelos poco se conocía de Gabriela Marín; la joven no participaba abiertamente en actividades políticas, ni sobresalía como una figura de la vida pública estatal. Quienes la conocieron la describen como una mujer tranquila, sencilla, dedicada a la vida privada, interesada en temas sociales y sobre todo, una buena madre.

Cuando la dama reclamó ante un juez que se respetaran sus derechos políticos y validaran el lugar que ocupaba en la lista de prelación del partido Morelos Progresa tras la muerte del diputado Juan José Yáñez, inició una disputa legal y personal con los sobrinos del finado, quienes usufructuaban económicamente la curul de su tío desde que inició la legislatura. Gabriela Marín no se amedrentó ante los hechos ni ante las intimidaciones, entabló un juicio y a la vuelta de un tiempo las autoridades federales electorales le concedieron la razón y el congreso local le tomó protesta como diputada el 15 de julio pasado.

Antes de cumplir tres meses como representante popular Gabriela Marín murió asesinada afuera de una farmacia en la que se había detenido junto con su chofer y su hija; sin temor de ningún tipo la diputada descendió de su camioneta y fue cuando una persona que viajaba en motocicleta le disparó en el pecho en repetidas ocasiones, causándole la muerte inmediata; en este mismo lugar el chofer de la legisladora resultó gravemente herido.

Los hechos por sí mismos representan una tragedia: se trata de la muerte de una persona que deja en la orfandad a una pequeña y constituye un acto más de violencia en nuestro estado; pero hay más: políticamente hablando estos acontecimientos van a generar un intenso debate público en el estado por las implicaciones que traen aparejados. Empecemos:

  1. Hasta antes de la ejecución de la diputada Gabriela Marín Sánchez, en el congreso de Morelos ya había una mayoría legislativa con los 14 votos necesarios para realizar cualquier tipo de acción parlamentaria, empezando por la aprobación del paquete económico; la ausencia de la representante popular regresa las cosas al escenario donde ninguno de los dos bloques parlamentarios tiene los sufragios suficientes para actuar.
  2. Tras la muerte de la diputada Marín Sánchez lo que procede es que asuma el cargo su suplente o el siguiente en la lista de prelación; ambas posiciones corresponden a la familia Yáñez: la suplente de la legisladora asesinada es Marguis Zoraida del Rayo, esposa de Roberto Yáñez y el próximo en la lista plurinominal es precisamente Roberto Yáñez Moreno.

Estas dos circunstancias generarán especulaciones respecto a los beneficiarios de la tragedia y en tanto las autoridades no den con los culpables, todas las hipótesis respecto a la ejecución se van a multiplicar. El más interesado en que este asesinato se aclare debe ser el gobernador Cuauhtémoc Blanco, porque su gobierno será el receptor de la presión social y política del caso. Por lo pronto autoridades y federales han confirmado que el móvil político es una de las principales líneas de investigación.

La agresión a la representante popular morelense ocurre en un momento sumamente complejo para el estado y para el país: ese mismo día por la mañana un grupo armado asesinó a veinte personas en el palacio municipal de Totolapan Guerrero, incluyendo al alcalde; en las horas previas a la muerte de la diputada, en Cuernavaca y varios puntos del estado se habían registrado hechos de violencia; un par de días antes, elementos federales capturaron al jefe de plaza de la Familia Michoacana.

Socialmente hablando el asesinato generó muchísimos comentarios: de consternación y de enojo, todos condenando los hechos y todos exigiendo justicia y castigo a los asesinos. Conforme pasaban las horas la sorpresa dio paso a la especulación y en las redes sociales se comenzaron a contar historias sobre quienes podrían estar detrás del crimen; el gobierno estatal condenó los hechos mientras que el fiscal Uriel Carmona aseguró que se daría con los responsables y colocó el móvil político como un probable móvil del asesinato.

El proceso político es más lento, pero ineludible: los efectos que deriven de la ausencia de la representante popular van a incidir en el escenario de poder porque modifican de inmediato la correlación de fuerzas en la cámara de diputados: ya no hay mayoría legislativa y la suplente de Gabriela Marín Sánchez es la esposa de Marguis Zoraida del Rayo, esposa de Roberto Yáñez Moreno, quien recientemente perdió un juicio contra la legisladora finada. Extraoficialmente en los pasillos del congreso se dice que Roberto Yáñez habría prometido cambiar de bando político si regresaba a la curul.

El asesinato de Gabriela Marín es un hecho que nuevamente coloca a Morelos en el ojo del huracán y bajo la mira nacional; el tema fue tocado en la conferencia mañanera del presidente y once de los trece diputados que conforman el bloque opositor en el congreso local acudieron a Palacio Nacional a solicitar la intervención del gobierno federal para frenar el clima de violencia que priva en la entidad; fue el secretario de gobernación Adán Augusto quien finalmente atendió a los representantes populares. ¿Qué sigue?

Los hechos violentos marcan un nuevo ritmo en la relación política local; los legisladores han marcado distancia con el ejecutivo y aunque el gobernador reaccionó de inmediato condenando los hechos y encabezando la mesa de seguridad para atender personalmente el tema, es visible que en la cámara de diputados no lo ven con buenos ojos, de ahí que el propio Cuauhtémoc Blanco haya adelantado que será muy difícil encontrar los consensos necesarios para aprobar el presupuesto.

Las sospechas de que el asesinato de la diputada es resultado de un conflicto político pone a los hermanos Yáñez en una situación sumamente complicada, pero lo ocurrido los rebasa y generan una enorme complicación a la relación entre poderes, en la parte más difícil del sexenio. El trato entre actores políticos ha quedado severamente dañado, la confianza se perdió y lo que veremos en lo que resta del sexenio va a ser un pleito constante en un nivel mucho más alto del que hemos visto hasta ahora.

Para el gobernador Cuauhtémoc Blanco la prioridad debe ser la clarificación de los hechos a partir de la captura de los autores materiales e intelectuales del crimen; a partir de ahí vienen todavía momentos sumamente complicados porque lo ocurrido es inédito, algo nunca visto, que sucede en el marco de su salida del gobierno para buscar un nuevo cargo de elección popular. Si capturan a los responsables la relación será tensa; si no los detienen el enfrentamiento será total.

La presencia de los diputados obradoristas en Palacio Nacional y en Gobernación tras el crimen de Gabriela Marín es un mensaje muy duro que debe ser entendido y atendido con absoluta seriedad; los hechos se mezclan con la discusión política por el control del partido (Morena) y chocan con el proceso de sucesión. Si la presión continúa elevándose y el golpeteo al gobierno aumenta, no será extraño que algún miembro del bloque legislativo oficial decida pasarse del lado contrario bajo la lógica de: ¡Sálvese quien pueda! En ese supuesto la oposición volvería a tener 14 votos y enormes deseos de venganza.

La ejecución de la diputada Gabriela Marín Sánchez es una tragedia en todos los sentidos: afecta a su familia, a sus amigos, a sus compañeros de legislatura, pero también al estado, porque enrarece el ambiente político y complica el cierre de sexenio. No hay manera de que algo como esto derive en algo bueno, lo único que podemos esperar es que esta vez sí se detengan y se castiguen a los culpables.

Si prevalece la impunidad, hechos como estos se van a repetir.

  • posdata

Dicen que las tragedias no vienen solas y lo ocurrido el miércoles a la diputada Gabriela Marín puede ser el principio de muchas situaciones complejas que se vivan en el cierre del sexenio.

El asesinato de la dama es trágico, pero las implicaciones políticas que tendrá pueden volver el final del sexenio un periodo oscuro y con muchas dificultades para todo.

Hagamos memoria: al final de los últimos cuatro sexenios, pasado el cuarto año, han ocurrido cosas que pusieron en jaque a la administración estatal y colocaron contra las cuerdas a su titular. La reacción política y el control de la narrativa pública son aspectos fundamentales para que las cosas no se vayan de control.

La historia se debe estudiar porque se repite.

  • nota

Asesinar a una persona es malo. Quitarle le vida a una mujer es terrible. Hacerlo frente a su pequeña hija no tiene perdón de Dios. Cuando todo esto le ocurre a una representante popular, que por su encargo se supone que está más protegida que los ciudadanos comunes, la historia se vuelve aterradora.

No es que la vida de una diputada valga más que la de cualquier otra persona, pero hablamos de una figura pública, alguien que se mueve con seguridad personal y a quien no cualquiera se atreve a agredir porque las consecuencias que ello acarrea son (teóricamente) muy graves.

Más allá de las siglas que representaba, Gabriela Marín formaba parte de la representación popular de Morelos y un ataque como el que le arrebató la vida implica una agresión directa al estado y a sus instituciones. Es comprensible la reacción del gobernador y la de los legisladores, el hecho no puede quedar impune porque ello generaría que situaciones como esta se repitan.

Si la ejecución de una legisladora en funciones queda impune ¿Cómo pensar que el resto de los morelenses podamos estar seguros?

  • post it

En el lugar de los hechos, el fiscal general del estado Uriel Carmona Gándara manifestó que el móvil político es una de las líneas principales de investigación en el caso del asesinato de la diputada Gabriela Marín Sánchez. Esto es lo que dijo el titular de la FGE:

“Todos sabemos que la diputada estaba inmersa en un tema político, yo tuve la oportunidad de platicar con los familiares de la fallecida y la inquietud es esa, que agotemos todas las líneas de investigación.

  • ¿Es esa la principal línea de investigación?

Si. No vamos a descartar nada, vamos a agotar todo lo que esté a nuestro alcance y si esto tiene un origen político vamos a dar con los responsables, vamos a trabajar con todo lo que tenemos; nos dimos cuenta que presencialmente estuvieron diputados locales exigiendo que los trabajos se hicieran de manera inmediata y de manera correcta, el personal de la fiscalía está haciendo lo que le toca. Tuve yo comunicación con el Comisionado estatal de Seguridad Pública e hicieron lo que les corresponde, que fue el aseguramiento del lugar de los hechos y la búsqueda de las personas. Lo que tenemos hasta ahorita es que fueron dos probables responsables a bordo de una motocicleta y se utilizó, hasta este momento estamos por confirmarlo oficialmente, una sola pistola calibre 9 milímetros, es un arma corta con la que se realizó este ataque; lo que tenemos ahorita es que pareciera un ataque directo, no tenemos indicios que se trató de un asalto”.

  • redes sociales

Derivado de la querella jurídica que interpusieron contra Gabriela Marín y los beneficios directos que obtienen con su muerte, los hermanos Julio y Roberto Yáñez se han convertido en objeto de múltiples señalamientos y, para algunos, sospechosos del crimen.

Ante una situación tan delicada ambos deben dar la cara ante las autoridades y aclarar su inocencia, no solo para que los eliminen de la lista de sospechosos, también para que dejen de ser comidilla pública.

Si no lo hacen, resultaría impensable que cualquiera de esa familia ocupase la curul que quedó vacante.

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