Serpientes y escaleras - Eventitis
En opinión de Eolo Pacheco

El aplauso y reconocimiento colectivo es alimento para los políticos
Eventitis
La visibilidad y el reconocimiento público son alimento para el alma de muchas personas, en especial para aquellos que constantemente están frente a las cámaras; estar en un escenario o al frente de una multitud, rodeado de prensa y personas que aplauden refuerza su ego y les concede validación. A los líderes políticos les gusta presumir su capacidad para mover multitudes, influir en masas y generar conciencia colectiva, lo que olvidan es que casi siempre los eventos a los que acuden son organizados por su equipo y la gente que va lo hace a cambio de un beneficio.
La reflexión no es particular, aplica a cualquiera, en cualquier momento y dependiendo del tamaño del del cargo o de la figura, los efectos pueden ser mayores o menores, para bien o para mal. Para un político o gobernante los eventos no son simples reuniones, los consideran instrumentos multifacéticos que construyen comunidad, legitiman y generan alianzas; en lo interno fortalecen el ego y satisfacen la necesidad de reconocimiento.
Los eventos públicos son coreografías simbólicas que legitiman y vigorizan a las figuras de poder, en la teoría son piezas claves en la estrategia política porque combinan necesidades ciudadanes, intereses personales, dinámicas sociales, símbolos culturales y expresiones de fuerza y estatus.
A través de los eventos masivos los políticos refuerzan su presencia y generan notoriedad, su imagen de líder y su capacidad para mover multitudes; este tipo de actos se vuelven un marco ideal para crear percepción, incrementar el conocimiento de la persona y transmitir carisma. Más allá de los discursos, los eventos permiten exaltar atributos personales y humanizar al gobernante, por ello son comunes los abrazos a los viejitos, las fotos de grupo, los besos a los niños y las expresiones coloquiales.
Desde un ángulo positivo este tipo de foros crean comunidad porque los asistentes se sienten parte de algo más grande que ellos, fortalecen su identidad con un grupo y empatía con la persona; a través de los medios de comunicación y las redes sociales estos actos se comparten, se multiplican, se viralizan y llegan mucho más allá de los asistentes, pero a diferencia del discurso televisado, el contacto cara a cara refuerza la confianza y la cercanía del gobernante con su pueblo.
Los rituales de poder existen desde la antigüedad en forma de ceremonias, desfiles, festivales o escenario emblemáticos con himnos, mensajes, discursos y lenguaje corporal que teatraliza el poder y refuerzan la sacralización de la figura pública. Constantemente los eventos coinciden con fechas conmemorativas o calendarios que anclan la legitimidad del político con la historia y refuerza el discurso coreografiado que lo identifica con la leyenda que provoca esperanza.
El punto de riesgo en este tipo de actos está, como en todo, en los excesos. Estar presente en territorio es bueno porque genera la percepción de que el gobernante está donde pasa todo y se entera de manera directa de las cosas sin filtros burocráticos; si la narrativa de este tipo de actos es correcta, la percepción se multiplica y los eventos se convierten en casos de éxito.
Pero cuando se abusa de los eventos la historia cambia: empezando porque los asistentes son casi siempre los mismos, el discurso se vuelve repetitivo y cansa; eso y que además resulta imposible transmitir adecuadamente tantos actos en un mismo día sin caer en el abuso de argumentos, ideas, pensamientos y hasta las poses del gobernante. A manera de analogía diría: es contar el mismo chiste muchas veces hasta que deja de ser divertido.
El problema no se queda en el caso de los gobernantes: cuando se abusa de los eventos públicos, además de enfadar a los asistes, se transforma la idea de trabajo en territorio con la ausencia en el ejercicio de gobierno, sobre todo cuando el discurso no se acompaña de resultados tangibles, que la gente pueda ver y palpar, no solo escuchar en forma de promesa.
Es común que los políticos abusen de los eventos porque para ellos ese ambiente es festivo, representa un culto al ego y los endiosa; no hay político o gobernante, por humilde, experimentado, sensato o prudente que sea, que no caiga en esa lógica y al hacerlo, pierde realidad y comienza a cometer errores.
Para quienes se encargan de la planeación los eventos la historia es otra: representa una fuente interminable de dinero porque muchas veces el recurso se maneja en efectivo y otras se canaliza a través de empresas amigas que comparten el negocio. Un evento masivo nunca es barato, cuantas más personas se convoquen y más elementos decorativos se incluyan, la cifra crece de manera exponencial.
No es lo mismo una reunión en la calle con personas que se reúnen de manera espontánea y en la que quizá se les invita alguna bebida o refrigerio, que otro con escenario, pantallas, lonas y espacios para coffe break; quienes autorizan el gasto de los eventos saben lo que cuesta y también de lo que hay de manera paralela en los contratos. Por cierto: encontrarse directamente con una veintena de personas espontáneas en la calle es mejor que seis actos con doscientos invitados que siempre son los mismos.
Los eventos son buenos en tanto no se excedan, mientras permitan al político o al gobernante no aislarse de su responsabilidad principal, ni lo alejen de la toma de decisiones. Las figuras que privilegian la tierra por encima del escritorio están faltando a su responsabilidad porque ceden la toma de decisiones a otros y pierden la perspectiva de lo que sucede a su alrededor.
Hasta a los artistas les pasa: aquellos que se exceden en la promoción y en las presentaciones terminan cansando a su público y devaluando su producto; los que mantienen un sano equilibrio entre la presencia pública y los reflectores se convierten en estrellas, son figuras que trascienden al momento y que en algunos casos se vuelven leyendas.
Los políticos y los gobernantes de hoy se han metido a una dinámica que cansa a la gente, abusan de los escenarios, de los eventos, de los actos y hasta de su presencia en las redes sociales; hay quienes hacen de todo, hasta ridiculeces, con tal de obtener un like o volverse virales, al punto que se vuelven marionetas de sus seguidores y ridiculizan su investidura, porque están dispuestos a perder la dignidad con tal de ser populares.
Los tiempos actuales en México y en Morelos son sumamente complicados, los problemas de fondo que afectan a la mayoría de los ciudadanos están ahí en forma de crisis económica, desempleo, inseguridad, violencia, malos servicios, abusos de poder y corrupción. La suma hace que la paciencia colectiva sea poca, que el discurso oficial se desgaste pronto y que la lealtad ciudadana hacia una sigla o un gobierno se pierda con facilidad.
La vieja fórmula sigue siendo la mejor: para trascender hay que dar resultados.
· posdata
En el esquema de trabajo territorial, las Caravanas del Pueblo son el ejemplo perfecto de un programa efectivo, funcional, bien pensado y que realmente acerca a la gobernadora y a su equipo con la gente.
A través de esas jornadas Margarita González Saravia ofrece servicios que son de gran ayuda, a veces inaccesible por la distancia de las comunidades, para quienes los solicitan y los reciben.
Las caravanas del pueblo son mucho mejores que los actos protocolarios del día a día en su agenda, son un espacio donde la gente tiene la oportunidad de acceder a trámites, acciones y programas, pero sobre todo es un momento que permite entablar un diálogo directo con la gobernadora y gran parte de su equipo.
La mejor manera de estar en territorio, de ayudar directamente al pueblo, de mostrar sensibilidad y conocer lo que pasa en las comunidades son las Caravanas del Pueblo. Ese programa refleja de cuerpo entero la política que impulsa Margarita González Saravia.
· nota
Aunque está al frente del gobierno estatal y federal, Morena necesita hacer varias cosas para ganar las elecciones del 2027 en Morelos. La falta de operación política local quedó de manifiesto desde que la gobernadora no pudo ubicar a su amigo Raúl Tadeo Nava como dirigente, aunque coyunturalmente ese fracaso evitó que los negros antecedentes del exalcalde mancharan a la 4T.
La llegada de Mirza Suárez a la dirigencia fue coyuntural y con el paso de los meses es evidente que la joven no tiene lo que necesita un partido que es gobierno y oposición al mismo tiempo; Morena perdió 30 municipios en el 2024 y casi todos los espacios en la elección de ayudantes municipales hace unos meses.
En el proceso de afiliación el partido también deja mucho que desear, pues mientras uno de sus miembros, Víctor Mercado, avanza a tambor batiente, en el comité estatal no acaban de entender la importancia del tema, ni el mensaje político que deja que la dirigencia y el gobierno estatal queden por debajo de la afiliación que lleva a cabo el senador.
La inscripción de militantes generará un ranking interno y posicionará a figuras morenistas de cara a la selección de candidaturas y espacios de toma de decisión en el partido; los datos se concentran en el comité nacional y quienes más recluten se volverán personajes con influencia en la elección intermedia. El que está haciendo el mejor trabajo en este sentido en Morelos, reitero, es el senador Mercado.
Los estrategas del gobierno estatal presumen su estructura, afirman que tienen control de la base morenista y condiciones sociales para recuperar lo perdido en la elección intermedia, pero por lo que se ha visto en los últimos procesos pareciera que su organización no es tan grande como presumen, ni tan eficiente como suponen.
Los resultados lo dicen:
Perdieron 30 de los 36 municipios de Morelos y luego la oposición los derrotó en la elección de ayudantes municipales. En números: la oposición gobierna al 75 por ciento de los morelenses, controlan más del 85 por ciento de las ayudantías en los 36 municipios del estado y en la elección judicial Morelos quedó en lugar 22 de 32, con menos del 11 por ciento de participación.
Aún es tiempo de que Morena recomponga su escenario y se prepare para competir en el 2027, pero el primer paso para ello es aceptar su realidad y poner a trabajar a la dirigencia.
Los únicos que creen que están muy bien son ellos.
· post it
El reto en materia de pacificación no se alcanzará solo con detenciones, por muy importantes que sean. La percepción debe ir de la mano del trabajo operativo para que la gente se sepa y se sienta segura.
Cada vez que ocurre una ejecución, como la de ayer en Cuernavaca, todo el esfuerzo se viene abajo.
· redes sociales
La secretaría de Hacienda del estado es una bomba de tiempo que pronto explotará.
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