Serpientes y escaleras - El panorama de morena

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - El panorama de morena

En política no hay ganadores ni perdedores absolutos

 

El panorama de morena

La contienda interna de Morena se llevó a cabo y contrario a lo que se esperaba, la convocatoria del Movimiento de Regeneración Nacional fue alta, aunque la mayoría fueron acarreados. El resultado en la elección de consejeros no fue sorpresivo, se confirmó la derrota de Rabindranath Salazar, se abrió la puerta a Ulises Bravo y aparecieron diferentes corrientes políticas al interior de la 4T. Lo que viene será aún más complicado.

Semanas han pasado ya desde que, en el duelo de acarreo, el grupo afín al gobernador Cuauhtémoc Blanco pasó por encima del liderazgo de Rabindranath Salazar Solorio; el operativo para llevar personas a votar no estuvo únicamente del lado del hermano del gobernador, todos hicieron lo mismo, todos pagaron por los votos y todos pidieron u obligaron a la gente que acudiera a las urnas.

Lo que vimos aquel domingo marca un antes y un después en la historia local de la 4T; hasta antes de esa fecha en el partido había un grupo hegemónico que controlaba la institución desde su creación, operaba a través de varios personajes entre los que destacan Miguel Lucia, Alejandra Flores, los hermanos de Rabindranath Salazar y su madre, Doña Rufis, quien se ha convertido en una figura influyente y a la vez incómoda para los alcaldes emanados de Morena.

El usufructo del poder político que los Rabines tuvieron a lo largo de varios años no se tradujo en una mejora para el partido, ni tampoco en la consolidación de su liderazgo; en manos de Gerardo Albarrán el Movimiento de Regeneración Nacional se volvió un partido zombi, ausente de la agenda estatal, alejado de los preceptos de Andrés Manuel López Obrador, alejado de la militancia y distanciado de sus representantes populares. El mayor pecado del presidente Albarrán no fue el abuso de poder o del dinero, como ocurre en las presidencias de los partidos, su error está en su mediocridad.

El desgaste del rabinismo no es nuevo, ni resultado de una única circunstancia; el alejamiento de Salazar Solorio del estado y el hecho que su representación política quedó en manos de personajes mediocres, sin nivel y sin talento, hizo que poco a poco se formaran grupos disidentes dentro de Morena, militantes enfadados con el manejo político del equipo de Rabín y desencantados del funcionario federal porque durante muchos años no ha mostrado interés por los problemas del estado.

El caldo de cultivo en el Movimiento de Regeneración Nacional estaba puesto para que alguien lo aprovechara y ese fue Ulises Bravo; a diferencia de su hermano Cuauhtémoc, a Ulises sí le gusta la política, la entiende y sabe operarla. Bravo Molina percibió que había manera de meterse a la 4T y condiciones para arrebatarles el control a los personajes tradicionales. Teniendo el gobierno estatal y el apoyo directo del presidente ¿Qué podía salir mal?

Ingresar al consejo estatal fue el primer paso de Ulises Bravo, pero no será el único que dará; jugó en su cancha y les ganó en la movilización, colocó más consejeros de los que cualquiera hubiera esperado, integró a personajes que tienen una historia polémica y peculiarmente llamativa en el escenario de poder local, como Christian Carmona y en unas horas modificó el panorama del partido rumbo al 2024. De la noche a la mañana el consejo obradorista cambió de rostro y de objetivos. El neomorenismo había llegado.

El siguiente paso ya está en marcha; cuentan que a muchos consejeros electos los han ido a visitar para integrarlos a una misma corriente y lograr la suma de votos necesarios para elegir a la siguiente dirigencia estatal. Por este camino lo que viene es simple: el control del Movimiento de Regeneración Nacional en Morelos ya no estará en manos de morenistas, sino de personajes nuevos y diametralmente opuestos al perfil que caracteriza a la 4T. ¿Y luego?

Tener el control de un partido en la víspera de un proceso electoral resulta sumamente apetitoso para cualquiera; el hecho representa un enorme estímulo porque concede la oportunidad de tomar decisiones, definir estrategias y marcar el rumbo de un partido. En un escenario de este tipo, no cualquiera tiene el talante necesario para no perderse en la tentación de ir por todo.

El obradorismo tradicional se encuentra noqueado desde que perdieron el consejo, la pérdida de espacios no solo les limitó su fuerza interna, también les arrebató el ánimo para levantarse; del lado opuesto la corriente afín al gobernador Cuauhtémoc Blanco no ha parado: dialoga, opera, hace reuniones, analiza escenarios y fija objetivos que llegan hasta la campaña del 2024. La mayor derrota que sufrió el rabinismo y los morenistas fundadores fue en su corazón.

Poco a poco iremos viendo cómo se acomodan las cosas en el Movimiento de Regeneración Nacional, lo que sigue es la elección de la dirigencia y a partir de ahí el camino sin retornos y sin pausas es la gubernatura. La decisión de la candidatura a gobernador no se tomará aquí ni estará en manos del consejo, pero sin duda el partido será un factor fundamental en el resto de las posiciones.

Hay aspectos que vale la pena resaltar sobre lo que ocurre en las entrañas de Morena luego de su elección interna de consejeros y de cara al proceso de sucesión:

Quien controle la dirigencia estatal deberá realizar un profundo trabajo de reconciliación interna entre todos los grupos; poco importa quien tenga el mayor número de consejeros o la capacidad de imponer su voluntad a partir del número de votos: los morenistas son una clase política muy dura, rencorosa, radical y vengativa que ha mostrado su capacidad de reacción cuando algo no le gusta. A la base, más allá de los consejeros, les tienen sin cuidado los lineamientos nacionales, y les vale que su líder moral los regañe y les ordene unirse: si no están conformes con algo lo hacen público y actúan en consecuencia. No importa que eso lleve implícito la derrota electoral. Pregúntenle a Jorge Argüelles.

Las candidaturas de la 4T en el 2024 serán motivo de conflicto entre militantes; el jaloneo por los espacios será despiadado y en ese momento veremos que el control del consejo no sirve absolutamente para nada. Un punto importante en esta historia radica en el hecho que las posiciones seguras no se distribuyen como en otros partidos, aquí se recurre a procesos de tómbola e incluso en esos casos siempre ha habido problemas. A la hora de hacer campaña los neomorenistas se encontrarán en un ambiente que no es el suyo, con personas dispuestas a desbarrancar el proyecto con tal de que no gane otro, no importa si es de sus mismas siglas. Por esto la división interna es peligrosa, porque en este caso en particular es capaz de hacer lo que la oposición no tiene a su alcance.

Ya sea con Ulises Bravo o alguien ligado a Cuauhtémoc Blanco como dirigente del partido, el panorama para Morena se ha complicado porque en Morelos ha dejado de ser un partido obradorista para transformarse en una sucursal del Cuauhtemismo, con todo lo que ello lleva implícito. El reto del partido de la 4T empieza por lavarle la cara al jefe del ejecutivo, por volver su figura rentable, porque sobre ella estarán todas las candidaturas de la sucesión. Y luego viene el no menos complejo reparto de candidaturas con los partidos aliados.

En el Movimiento de Regeneración Nacional suceden dos cosas: por un lado está el morenismo tradicional que perdió en su cancha, que ha dejado ir el control del partido que tanto trabajo les costó formar y ahora se encuentra bajo el mando de una corriente política con la que no simpatizan, que no los quiere y que nada tiene que ver con el proyecto de nación que impulsa la Cuarta Transformación.  

Luego están los nuevos dueños de la institución, una clase distinta, primero, porque muchos ni siquiera son de Morelos, no conocen a su gente, la tierra, la cultura y la manera como se relacionan los morelenses. En ellos estará la responsabilidad de conducir el partido con más posibilidades de triunfo, pero también el que más riesgo tiene de fractura. Imposible pensar que la crisis sea diferente, porque la lucha en el consejo fue para eso, para tener el control; lo mejor que se puede esperar es que los triunfadores tengan generosidad y la inteligencia para entender que solo unidos pueden ganar en el 2024.

Hay un dato importante en esta historia que todos los morenistas tienen claro: la candidatura al gobierno de Morelos en el siguiente proceso electoral no se decidirá en Morelos, esa decisión se tomará en México; en ese momento contará mucho la opinión del presidente y pesará la rentabilidad electoral de los interesados. Quien tenga más pueblo, más chance tendrá de ser candidato.

Lo que sí está en manos del obradorismo morelense es hundir a los candidatos de Morena que no les simpaticen.

  • posdata

Una pregunta surge de manera natural en la discusión interna de Morena ¿Qué va a ser Ulises Bravo en el 2024?

Para algunos el hermano del gobernador apostará por el control del partido, por el manejo de las candidaturas y la construcción de una nueva generación política. Otros observan que el otrora delegado de la CdMx colocará a alguien de su entera confianza en la dirigencia para que él busque una candidatura. La duda es ¿cuál?

Las opciones para Ulises Bravo, dada su condición de ganador en la contienda interna de Morena y cabeza de uno de los grupos predominantes del nuevo partido son varias, empiezan con la posibilidad de que le incluyan en una lista federal plurinominal, solo que ahí podría encontrarse con su hermano y no es tan sencillo que ambos sean acomodados en el mismo espacio.

Luego está la alternativa de competir y ahí también existen varias candidaturas: ¿Al senado? ¿A una diputación federal o local? ¿La presidencia municipal? ¿La gubernatura? En cualquier caso el camino implica la conciliación y la suma de voluntades, porque vista la volatilidad del voto y frente al desgaste del gobierno de Morelos, ganar en las urnas no es un reto sencillo para nadie, ni siquiera para quienes lo intentarán desde Morena.

Pongámosle números: en el 2018 el Movimiento de Regeneración Nacional arrasó en Morelos, ganó 12 de 12 diputaciones locales, casi todas las presidencias municipales, las cinco diputaciones federales y las dos senadurías. Tres años más tarde la historia cambió: ganó 6 de 12 diputaciones locales, perdió la mayoría de las presidencias municipales, incluyendo la capital y aunque conservó las cinco curules federales, los números no fueron tan favorables como tres años antes. ¿Qué se puede esperar en el 2024?

Cual sea la intención de Ulises Bravo, lo inevitable es que él y todos los que compitan necesitan unidad interna para no perderse en el pleito interno; los morenistas tienen que trabajar desde ahora a marchas forzadas en el mejoramiento de la imagen del gobernador Cuauhtémoc Blanco y en la unidad interna del partido; si alguna de estas premisas no se cumple, no importa la candidatura que se busquen, el riesgo de perder será latente.

  • nota

Algo está fallando en el área de obras del municipio; cierto, en los últimos meses el presidente José Luis Urióstegui ha llevado a cabo más obra pública que los tres alcaldes anteriores, pero sobresale que varias de las obras que ha inaugurado son de mala calidad, presentan vicios ocultos y comienzan a ser calificadas por la ciudadanía como trabajos chafas, mal hechos y con materiales de pésima calidad.

El secretario de obras del municipio Alejandro Rosas es un hombre bueno, pero parece que no lo suficientemente capaz para el cargo.

  • post it

El manejo de la campaña de oposición en el 2024 en Morelos es simple y comienza a dialogarse desde ahora: Un voto por Morena es un voto por Cuauhtémoc Blanco.

Precisamente por eso hay que fortalecer la imagen del gobernador, para que la frase sea en positivo.

redes sociales

Mañana inicia el segundo año de labores legislativas. En un año ya tenemos claridad de quién es quién en el congreso de Morelos.

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