Serpientes y escaleras - El círculo rojo

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - El círculo rojo

¿El círculo rojo y la clase media pueden ayudar a ganar la elección?

 

El círculo rojo

La candidata de oposición en Morelos apuesta su triunfo al manejo de la percepción y al voto del enfado, mientras que la de Morena confía que ganará con el sufragio de su estructura. Son visiones y caminos distintos para llegar a un mismo punto y en los próximos meses veremos cuál fue mejor. Al FAM no le queda otro camino que el de la inmediatez, porque no tienen estructura; la 4T podría controlar ambos rubros, pero han decidido apostar todo a la marca. ¿Cuánto pesa el círculo rojo?

En el equipo de campaña de Margarita González Saravia prevalece la idea que ganarán con las siglas y con la estructura, confían en el impulso que les darán los programas del gobierno federal y la bien posicionada imagen del presidente Andrés Manuel López Obrador en el sector popular. Su confianza es tal que no se preocupan por hacer trabajo político interno, ni conciliación entre sus bases; su lógica es: si eres de Morena tu obligación es apoyar al movimiento sin pedir nada a cambio.

Lo que hace la casa de enfrente en cuanto a manejo de medios, narrativa, percepción y un discurso tronante no despeina al coordinador de la campaña morenista porque, afirma, es un manejo mediático que solo se percibe en el “círculo rojo”. La base está con nosotros, la gente no ve medios de comunicación, ni escucha lo que dicen; sólo impactan en el círculo rojo” insiste confiado el estratega de la 4T.

Pero su lógica pasa por alto los datos duros que estadística y electoralmente definen a Morelos: la tierra de Zapata es una de las entidades con mayor participación electoral de México, el voto en cada elección es superior a la media nacional y está comprobado que a los Tlahuicas no les da miedo votar diferenciado.

Un elemento más es que el grado de información del morelense es por mucho superior al de otras entidades, es decir, a la gente le gusta leer, enterarse por diferentes vías y consultar de manera habitual los medios de comunicación; a diferencia de Guerrero, Puebla o el propio Estado de México, en Morelos la gente identifica perfectamente a sus gobernantes, sabe cómo actúan los partidos políticos y conoce a quienes compiten por los diferentes cargos de elección popular. Son ciudadanos bien informados y participativos.

Académicamente hablando el “círculo rojo” se refiere a una élite política, social, empresarial o económica compuesta por individuos poderosos y con influencia; teóricamente el término se refiere a un reducido número de personas que tienen un poder significativo y aunque hipotéticamente puede tratarse de un grupo minoritario, su influencia es desproporcionadamente grande en las decisiones políticas y económicas.

Pero más allá de la teoría, en la práctica el “círculo rojo” morelense va más allá de este sector y desde hace varios años se amplía a la clase media, a la gente que está bien informada, a aquellos que están al tanto de lo que ocurre en su entorno, que emiten opiniones en sus espacios personales o virtuales y que son capaces de influir en alguien más.

Veámoslo de esta forma: el origen de la clasificación del “círculo rojo” fue para individuos que ocupan importantes espacios de poder económico, político o intelectual, pero en las campañas electorales modernas se añade a esta categoría a las personas que están bien informadas, que votan y que con sus opiniones pueden influir en el sufragio de un tercero o en la postura que tenga frente a la autoridad.

La importancia de este bloque social en una elección es sustantiva por su capacidad financiera, mediática, política y de presión; en una elección estatal el círculo rojo puede financiar candidatos, controlar la cobertura informativa, movilizar personas y generar apoyos políticos. Una elección sí se puede ganar con el círculo rojo, pero esa posibilidad depende de que el candidato conecte con la gente, tenga buen discurso, propuestas y posea la capacidad de movilizar.

Suponer que el círculo rojo en Morelos está conformado solo por unos cuantos y carece de influencia en los demás es un grave error de cálculo de la 4T; en la entidad hay un círculo rojo inicial que encaja perfectamente en la definición académica del término, pero también existe una extensión del concepto que abarca un sector mucho mayor, que está bien informado, que opina, que vota y que influye en otros.

Lucía Meza es quien hasta ahora marca la narrativa de la campaña y domina la percepción, pero eso no es resultado de que tenga de su lado al círculo rojo, es consecuencia de la ausencia de Morena en el debate, de que su candidata y su gobierno callan y dejan que les lleguen todos los golpes. No se trata de que Cuauhtémoc Blanco o Margarita González salgan a pelear con la senadora, pero es evidente que le están dejando el camino libre para que diga lo que quiera, como quiera y contra quien quiera, sin aportar pruebas y sin preocuparse de que alguien le conteste.

Este vacío puede lograr que a la vuelta de los días el círculo rojo se coloque del lado del FAM y decida apoyar a su candidata, porque la desaparición de Morena parece complicidad, aceptación de culpa y sobre todo desprecio a la clase media y a los ciudadanos pensantes que no forman parte de las estructuras (supuestamente) controladas por la 4T, esos en quienes fincan su triunfo por encima de todo.

Margarita González Saravia puede fácilmente conectar con la clase media y con el círculo rojo porque es una mujer que conoce el estado, que toda su vida ha militado en la izquierda y que por su condición de empresaria entiende al sector productivo. Además hablamos de una política sin cadáveres en el closet, es decir, sin historias negras que la avergüencen o que la obliguen a callar en algún tema. El silencio de la candidata morenista ante los ataques de su rival es porque así lo quieren en su equipo, no porque no pueda contestar.

El hecho que la campaña contra la candidata de Morena este fincada en la inseguridad y en el gobernador obedece a ello, porque no hay nada de qué acusar de manera directa a Margarita González, porque nunca ha hecho nada malo. Achacarle la crisis de inseguridad que persiste en el país y en el estado y ubicarla como candidata de Cuauhtémoc Blanco es el único punto que han encontrado para tratar de pegarle; y con su silencio y falta de operación política el equipo de la 4T está validando los golpes.

Un mérito innegable para la senadora Lucía Meza es que con manejo de percepción ya logró hacer pensar que puede ganar. Y eso no es poca cosa.

·         posdata

El director general de la consultora Heras Demotecnia presentó una encuesta realizada por su empresa en Morelos, de cara a la elección de la siguiente gobernadora; según Rodrigo Galván, la abanderada del Movimiento de Regeneración Nacional supera por 40 puntos a la candidata del Frente Opositor.

El 68 por ciento de la gente eligió a Morena, dice, mientras que solo el 22 por ciento optó por FAM. Y añade: la gente gente confía más en Margarita González Saravia y considera que Lucía Meza Guzmán representa el regreso de Graco Ramírez.

“Somos una empresa inscrita en el padrón del INE y nuestro estudio tiene metodología”, afirmó Galván de la Heras en una especie de defensa de los datos que proporciona su empresa.

Los números que ofrece la consultora De las Heras Demotecnia son apabullantes y exponen el motivo de la confianza que tiene el equipo de la candidata de Morena en su movimiento y en sus estructuras. Por eso no les importa el manejo de medios, la percepción pública, el círculo rojo, ni la clase media de Morelos. Según esta encuesta, pase lo que pase, ya ganaron.

Cuarenta puntos de ventaja sobre su adversario es algo que ni Andrés Manuel López Obrador tuvo en la elección del 2018.

·         nota

El foro morelense de abogados volvió a atacar al congreso local y reiteró que los diputados venden las magistraturas en 5 millones de pesos. No es la primera vez que los profesionales del derecho acusan malos manejos de los diputados y violaciones flagrantes a la ley. El problema es que solo acusan.

Pedro Martínez Bello, Miguel Ángel Rosete, Cipriano Sotelo y otros santones de la abogacía local constantemente exponen su sapiencia a través de la prensa y fustigan la torpe actuación de los legisladores locales; hace unos meses, cuando nombraron a los nuevos magistrados del Poder Judicial los leguleyos pegaron el grito en el cielo porque “notoriamente se había violado el estado de derecho y el proceso”.

Sin embargo a la hora de actuar jurídicamente en tribunales y defender técnicamente sus argumentos, las acciones se cayeron por “notoriamente improcedentes. Ergo: los abogados son buenos para declarar, pero malos para litigar.

Nuestros diputados locales son notoriamente limitados en lo profesional, pero a la vista de los hechos, los abogados morelenses no son mejores.

·         post it

Definidas las posiciones federales para el proceso electoral venidero, lo que queda pendiente es la selección de quienes competirán por las alcaldías y las diputaciones. Ir al congreso de la unión no es cosa menor, representa un paso importante en la carrera de cualquier político, pero casi siempre implica también el ocaso de su trayectoria.

De los cinco diputados federales actuales Juanita Guerra fue considerada para una posición en el Senado de la República y ello es más por el apoyo de las fuerzas armadas que por su trabajo como legisladora o su capital político; los demás están hasta el momento fuera de la jugada.

Hace algunos ser diputado federal era una plataforma importante para proyectarse, para hacer trabajo en tierra y construir alianzas políticas; los legisladores de San Lázaro eran figuras apreciadas en sus estados porque tenían un enorme poder de gestoría y la capacidad de atraer recursos federales a los municipios. Eran, para decirlo con claridad, como el Santa Claus de los alcaldes porque siempre les daban millones de pesos para obras; obvio, con su respectivo moche.

Pero eso ya cambió: desde el 2018 los diputados federales ya no pueden bajar recursos a sus estados y las gestorías que llevan a cabo son pocas y muy limitadas, de ahí que la curul dejó de ser atractiva. Política y económicamente hablando hoy es más importante ser legislador local que federal.

·         redes sociales

A manera de meme: ¡Vamos arriba en las encuestas! Guiño guiño.

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