Secreto a voces - ¿Qué es la 4t?
En opinión de Rafael Alfaro Izarraraz
En recientes entrevistas al actual líder de Morena, Mario Delgado, ha expresado que la tarea del partido que encabeza no había estado clara en los primeros años de su surgimiento y que ahora se ha comprendido que su tarea es defender y concretizar los ideales de la Cuarta Transformación que encabeza el presidente López Obrador. De esas declaraciones se puede extraer como resultado que la 4t no existía antes del triunfo de 2018, a pesar de que Morena ya existía como partido. No es ningún pecado porque en última instancia todo emerge y cambia constantemente.
Durante el periodo en que AMLO fue presidente de Morena no existe ningún formulario relacionado con lo que hoy se enarbola como Cuarta Transformación. Lo que se puede apreciar es algunos de los planteamientos contundentes con respecto a la reforma eléctrica de Peña Nieto, la crítica a la corrupción, en anteriores campañas el mensaje dirigido a los pobres, así como las referencias a la importancia del legado juarista y la conducta ciento por ciento republica de los políticos y reformadores del siglo antepasado, entre otros elementos.
Estas posturas de manera definitiva le dieron al obradorismo una identidad ante sus seguidores y teniendo como objetivo un “cambio verdadero”, posicionándose ante la debacle del país como resultado del cambio prometido por la derecha panista y el recorrido del centro hacia la derecha que hizo el PRI. La idea del cambio verdadero fue algo que logró, en las representaciones populares del obradorismo, dislocar el eje sobre el que se sustentó el grisáceo cambio ofrecido por el PAN y el PRI. Pero no fue fácil.
Pero la dislocación de una cosa debe avanzar hacia la reconstrucción de algo más, de lo contrario correo el riesgo de quedarse en la nada. El punto de inflexión para que la 4t, que se venía cocinando en las luchas sociales y democráticas del país, diera un salto de calidad y se convirtiera en un programa social e histórico de un gobierno fue sin duda el triunfo de 2018 que no es un “triunfo” en abstracto. Fue la acumulación de luchas sociales y democráticas a las que durante décadas se les negó el derecho a decidir el tipo de gobierno que deseaban.
A menos que haya sido una estrategia electoral el no presentar a la Cuarta Transformación durante la campaña electoral de 2018, lo cierto es una gran cantidad de elementos que ahora le dan sustento estaban ahí presentes, latentes, pero aún no como 4t. Pero todos esos elementos que aparecían como fugaces en los debates de Obrador y durante los recorridos de su campaña requerían de un enlace histórico que diera consistencia y los eslabonara con la historia plebeya de las luchas sociales de nuestro país. Es decir, que el triunfo masivo de 2018 se encadenara con el pasado.
Es evidente que aquí la figura de López Orador juega un papel central. Pocos políticos como él conocedores de la historia de México y tan vinculados a las luchas democráticas y populares del país. Si se necesitaba un punto que permitiera la fusión entre un personaje como él, nacionalista tanto en términos de su formación política como de su conocimiento de la historia, muy parecido a otros líderes que conocen a profundidad las entrañas históricas locales, como Gandhi en la India, ocurrió en 2018 ante lo que fue una irrupción popular pacífica a través del voto.
Después del 2018, ya votado como presidente, emerge en los discursos de Obrador la Cuarta Transformación. Surge como un concepto irruptivo con respecto al presente y que enlaza el 2018 con la historia del país, particularmente con la Independencia, la Reforma y la Revolución. Esto no sólo implicó el surgimiento de un discurso pedagógico para vincular la tarea gubernamental y política con la historia sino también creo condiciones favorables para que la gran masa de la población comprendiera con facilidad de qué se trataba la 4t.
Irruptivo con respecto al presente porque a través de la narrativa de la 4t se entiende la recuperación del pasado ya mencionado, de una manera plebeya, a contracorriente de la historia oficializada, como lo hemos dicho. Se recupera la Independencia a partir de los “Sentimientos de la Nación”; la “austeridad republicana” de los reformadores; la lucha democrática de Madero contra el porfirismo, el engaño de quienes lo rodeaban con respecto a Zapata [dijo Obrador en una mañanera]. El presidente ha encontrado en ese acervo histórico la manera de rescatar aquellos aspectos plebeyos de esta historia.
La recuperación de la historia narrada por Obrador en las mañaneras, en algunos casos con detalles de alguien que conoce algunos aspectos profundos de la misma, es lo que todos hemos aprendido en la escuela solamente que desprendida de su aspecto lineal, oficial e institucionalizada por el PRI durante décadas para justificar a la nueva dictadura del partido en el poder. Por lo que la 4t tiende a representar la historia desintoxicada de la visión escrita y acrítica por la tendencia que hizo de la revolución mexicana un ente propio de los museos, sin vida.
Si las guerras de independencia y la reforma lograron la constitución de una Nación y la revolución la transformación de un país que vivió la experiencia de una dictadura de la que la revolución se emancipó, la Cuarta Transformación ha logrado cambiar el estado de ánimo del pueblo, que no es cualquier cosa. Es evidente que la disposición del pueblo ha cambiado y se muestra fue el triunfo de AMLO con más de 30 millones de votos. Ya no es el pueblo cuya representación era el de los derrotados, inferiorizados, de los “ninis”, de un pueblo convertido en corresponsable de la corrupción. Se respira un ambiente diferente.
El Estado se desconectó del neoliberalismo imperante en el mundo. La desconexión ha servido para replantearse nuevas fórmulas que le permitan atender las necesidades de la población. Todavía, creo, no se ha avanzado en desvincularlas de prácticas clientelares, pero se deberá profundizar en este tema. El gobierno no es el mismo del pasado.
La 4t modificó la función del Estado que los gobiernos neoliberales le habían impuesto, dejó de ser el cuidador de que se amasaran fortunas con costo a la Hacienda federal. El adelgazamiento se ha trasladado a las fortunas de los que, en el pasado, los empresarios se habían convertido en invitados privilegiados del régimen. Han dejado de ser rémoras y han empezado a pagar impuestos, recomponiendo la relación con empresarios del exterior que consideraban esos privilegios como una competencia desleal provocada por el gobierno.
El Estado se ha puesto al servicio del pueblo, como se pudo apreciar durante la pandemia del COVID-19. Este es un éxito que se ha querido empañar con críticas injustas a López Gatell, pero el país salió de uno de los retos que ha vivido el mundo, hoy. Por supuesto que falta mucho por corregir y avanzar. Más tarde continuaremos con este ejercicio de desmenuzar a la 4t.
Ahí está la 4t.