Se desborda en Morelos la riqueza de los Echeverría
El expresidente fue perdonado por matanzas; pero no se salvó de hijos
En 1976 se contaba este chiste: al ser inquirido sobre su riqueza, al término de su mandato, Luis Echeverría respondía: ¡pues “ai”, Cancúnlele!
Y es que el mandatario y sus familiares y amigos más cercanos fueron los principales beneficiarios de los miles de millones que en su gobierno se destinaron para hacer florecer el turismo en las playas quintanarroenses.
La edición de Proceso de esta semana recuerda cómo la explotación que de aquel polo turístico sirvió para enriquecer exponencialmente al hoy anciano político priista, culpable directo de las matanzas del 68 y el 71, como secretario de Gobernación y presidente del país, respectivamente. Pero también refiere cómo, en 1995 fue despojado de 14 terrenos por adeudos prediales, que entonces no le perdonaron.
Pero los seguramente miles de millones de pesos que amasó Echeverría en su paso por la Presidencia tuvieron un segundo destino para invertir y hacer crecer su dinero mal habido: Morelos.
En el número 2341 de la influyente revista, en investigación de José Gil Olmos, se documenta justamente la serie de bienes que, en lugares como Cuernavaca y Jiutepec, sirvieron para hacer engrandecer la fortuna de los Echeverría:
Según el texto, de obligada lectura, la riqueza que Luis Echeverría logró y después le ha sido despojada, paulatinamente, por sus hijos, está concentrada en 12 empresas, entre las que destacan: Club y Residencias de Cuernavaca, SA de CV; Cuernavaca Primavera, SA; Operadora de Hoteles y Restaurantes Sumiya, SA de CV.
A esos tres grupos inmobiliarios, se suman: Administradora de Inmuebles Citlali, SA; Inmuebles Superación, SC; Inmuebles Abril, SC; Inmuebles Potam, SC; Inmuebles Cocori, SC; Inmuebles Nainari, SC;; Bello Caribe, SC; Inmuebles Pez, SC; y Bella Ixtapa Inmobiliaria, SA.
Se recuerda que hace 15 años, en 2006 Echeverría fue el primer presidente de México sometido a juicio. Comenzó el proceso en su contra, que prometía, finalmente, lograr abatir un poco la impunidad por los crímenes de lesa humanidad en el 68 y el 71, pero no se prosperó: por su edad y estado de salud, los cargos los pasó en prisión en su residencia de San Jerónimo y, luego de tres años, fue exonerado.
Sin embargo, de lo que no se salvó el exmandatario criminal fue de la voracidad de sus hijos, quienes, poco a poco, lo despojaron de todo.
En ese 20056, paralelamente a estar siendo llevado a juicio, y “en pleno arraigo domiciliario del presidente en su residencia de Magnolia 131, en San Jerónimo, fueron notificados que una sola de sus empresas, Club y Residencias de Cuernavaca, SA, propietaria de las instalaciones del Hotel Camino Real Sumiya en Jiutepec, Morelos, había registrado un incremento de capital de 24 millones de pesos.
“El capital social de la empresa pasó de 38 millones 170 mil 167 a 62 millones 170 mil 767 pesos –un incremento real de 24 millones–, situación que se notificó durante la asamblea ordinaria de accionistas encabezados por su hija, María del Carmen Echeverría Zuno (Apro, 2 de enero de 2007)”.
Toda esta información, dice Proceso, salió a la luz pública gracias a una demanda laboral con laudo contrario a los Echeverría, cuya cabeza, el otrora poderoso presidente, de 99 años, hoy vive olvidado y despojado.
“Echeverría vive arrinconado en una recámara de lo que fue su residencia, aseguró María Modesta Gil Cedillo, quien fue su asistente personal durante 25 años”.