Repaso

En opinión de Carlos Gallardo Sánchez

Repaso
  • Profesora Judith Peña: injusticia

Cuando la profesora Judith Peña Flores recibió el nombramiento de subdirectora del nivel de secundaria, ya tenía una trayectoria docente ameritada como maestra de literatura, porque, además, formaba parte de un entusiasta y competente grupo de docentes de ese nivel básico al que se le encargaban cursos de actualización para sus compañeros.

Antes había egresado de la Normal Rural de Palmira, institución con profunda huella en el ámbito educativo del estado de Morelos.

Paralelamente, respaldaba a su padre Fernando Peña Arenales, egresado de la antigua normal rural de Oaxtepec, en labores de dirección de la Escuela Normal Particular “Lic. Justo Sierra”, en donde prevalecía un clima pedagógico de comprensión y apoyo hacia los alumnos, muchos de los cuales provenían de núcleos sociales y familiares con agudas carencias económicas.

Recuerdo que como subdirectora trabajó en la secundaria general de Oacalco, Morelos, teniendo como director al exigente, polémico y colérico, profesor Homero Conde Betancourt. Luego llegó a fundar la hoy Escuela Secundaria General “Juan Rulfo”, ubicada en la comunidad de La Joya, municipio de Yautepec.

No había edificio escolar alguno todavía. Personas de la comunidad le ayudaron a conseguir un predio casi bardado, dentro del cual se hicieron las divisiones necesarias para atender a los tres o cuatro grupos de primer grado con los que empezó a funcionar esa institución educativa. La formación de los alumnos se hacía en plena calle y también allí se realizaban las ceremonias cívicas de los lunes. La profesora Judith tuvo como oficina una estrecha accesoria que le facilitó el ayudante municipal. Partir de cero es una experiencia aleccionadora para quienes, como ella, llegan a fundar una escuela; para quienes, como ella, se formaron convencidas de su vocación para dedicarse a la enseñanza y por ello transitaron empeñosas por las aulas normalistas. Quienes nada saben de esos pasos, de esas historias, de esos empeños, desprecian por ignorancia, soberbia y prepotencia las trayectorias de docentes empeñosos.

Si de empeño hablo, debo comentar que, además de la Normal Primaria y la Normal Superior, el palmarés académico de la maestra Judith Peña Flores fue enriqueciéndose. Ha cursado otras especialidades y cuenta con una maestría. A nadie extrañó y pocos, muy pocos cuestionaron, las responsabilidades directivas que se le han encomendado, principalmente dentro del Instituto de la Educación Básica del Estado de Morelos (IEBEM). Toda esa experiencia, producto del tesón y la constancia, influyó para que en su momento estuviera considerada como una de las acreedoras a la Medalla al Mérito Docente “Profesor y Licenciado Otilio. E. Montaño”.

Hoy, pese a todo, la maestra Judith Peña resiste un embate bárbaro de quienes, mediocres y recelosos porque nunca adquirirán los merecimientos de verdaderos maestros, de manera oprobiosa intentan destituirla como supervisora de secundarias, alimentados como hienas por un proceso administrativo que se le fincó desde el periodo sexenal de Graco Luis Ramírez Garrido Abreu. Un proceso que en otra oportunidad abordaré, porque en esta ocasión lo que intentó dilucidar es cómo individuos que han transitado por gobiernos de derecha, de izquierda y ahora de la difusa cuarta transformación, se han vuelto consumados pelafustanes y emprenden campañas de odio, de rencor, de represión contra aquellos que en otros tiempos les extendieron la mano.

En el IEBEM, desde hace años en el nivel de secundaria, ha desplegado su perniciosa sombra un ave negra que entró al sector educativo desde los tiempos en que al ingeniero Jaime Arau Granda lo nombraron director de planeación educativa. Estaba en marcha el proceso de descentralización que no funcionó como se esperaba. Arau Granda dio oportunidad a vario jóvenes alumnos y los invitó a trabajar con él. Pasando los años algunos, sorprendentemente, adquirieron nombramientos de docentes y empezaron a ascender escalones para llegar a algún cargo como el de director de escuela, de jefe de enseñanza o de supervisor. Entre ellos sobresale, por sus incertidumbres emocionales, su encono hacia la gente y su espíritu truculento, un sujeto llamado Vicente Hernández, actualmente supervisor, pero ufanándose de ser consejero del director general del IEBEM, Eliacín Salgado de la Paz, quien ayer, sorprendido, se vio obligado a atender a un nutrido grupo de profesoras y profesores para denunciar que tras los ataques furiosos en contra de la profesora Judith Peña Flores, está la figura sombría de Vicente Hernández. Será interesante constatar cómo resuelve Salgado de la Paz este asunto; él, que ha manifestado hasta el cansancio el presunto respeto que dice tener hacia los maestros, aunque no ha dicho si sólo ese respeto es hacia los mentores que son de su equipo o andan de falderillos limpiándole el piso por donde pasa en sus llamadas giras por la educación.

  • De refilón

Ave negra se le decía a Manuel Palafox, quien en cierto periodo logró que Emiliano Zapata le depositara su entera confianza. Ave negra, porque Manuel Palafox era ladino, perverso, truculento, insidioso, convenienciero. Fue uno de los que sentenció a muerte a Otilio Montaño. Cuando Zapata, muy tarde, reconoció las bajezas de Palafox y lo destituyó, el poblano de origen no dudó en traicionar al hombre de Anenecuilco y acusarlo de todo lo malo, con tal de ganarse la simpatía de otros. No lo consiguió.

Pregunta para el diablo: ¿será Vicente Hernández un ave negra dentro del sector educativo? Sus hechos parecen decirnos que sí. Ya hablaré más de él y de lo que acontece relacionado con el tema que he abordado. Hay mucha tela de dónde cortar.

E mail: profechon@hotmail.com