Reflexiones de mesa - Múltiples acciones a la vez
Dervilia Compañ Calzada en Cultura
Una ocasión tuve la oportunidad de escuchar en un programa que hablaba sobre el cerebro humano, una de las diferencias entre los hombres y las mujeres.
Esta diferencia radicaba en que la mujer tiene la capacidad de “desconectar” más rápidamente su cerebro entre una actividad y otra, característica que da la impresión de poder llevar a cabo varias tareas a la vez. En contraste con los varones, a quienes les involucra más esfuerzo pasar de un estado a otro.
Esta situación tiene un fin meramente adaptativo, de supervivencia. Mientras el varón debe estar concentrado y constantemente atento a un punto único, la mujer está extendida a todo lo que le rodea pues, según su naturaleza, debe cuidar y preservar no sólo un cuerpo, sino el suyo y además el de sus hijos. La hembra está condicionada para custodiar la especie y en ese proceso, debe tener la facilidad de reaccionar con velocidad ante cualquier estímulo en el nivel que sea.
De igual manera, esto evita que las cosas estén logradas en un tiempo y calidad determinada ya que, mientras el varón realiza una sola actividad en determinado espacio temporal, la mujer desempeña X número de actividades en ese mismo lapso, cubriendo en cada una, menos de lo que puede dedicarse si se emplea todo el tiempo posible en esa sola acción.
Aún así, la constancia y reiteración en ese ámbito total, logra que la mujer abarque cada vez más circunstancias cotidianas que sostienen una dinámica diaria.
Como mujer, me pregunto si realmente está empleada esta capacidad y energía en un producto que promueva un avance y evolución en sentido humano. Pues es común ver que el quehacer femenino se disipa en labores de limpieza, comida y demás tareas que sostienen un aparente orden social, pero la pregunta es ¿porqué buscar sostener un orden social que no promueve la libertad y la fortaleza humana como especie?
Las mujeres hemos sido “amaestradas” para llevar a cabo todas las labores que están ocultas pero que son vitales para el día a día. La limpieza y alimentación, el resguardo, el vestido, la salud y un sinfín de acciones que nos impiden realmente disponer de nuestra energía para un estudio específico o una tarea intelectual determinada.
A pesar de eso, existen mujeres que se desarrollan en lo laboral de manera ejemplar aunque, por una pérdida de balance, terminan por ceder un aspecto femenino como la pareja, el hogar o los hijos.
La pregunta principal sería si el quehacer femenino es necesario en consciencia, es decir, si el rol desempeñado está enalteciendo la capacidad humana femenina de realizar múltiples tareas en un corto lapso de tiempo. ¿Hemos pensado en todos los ámbitos que esta característica puede generar un impacto benévolo en nuestra especie?
Hay una aparente lucha entre el hogar y el trabajo, entre la realización personal y la vida como madre y esposa; pero no es porque la mujer no pueda desempeñarlo sino más bien por una limitante social.
Los varones tienen otro tipo de cognición, y en ella debe basarse su cotidianeidad pero, no por ella, retrasar un proceso evolutivo en el que sólo es necesario una capacidad de juicio abierto y libre. La mujer es capaz de abarcar lo suficiente para realizarse en su rol individual y el social, no debe ser víctima de juicios arbitrarios ni de situaciones vergonzosas por esta decisión y necesidad humana.
Es más, conforme el hombre reconozca las virtudes en cada género de su especie, dejará de limitarse a sí misma y renacerá en una nueva forma a favor del total y de lo que a ella rodea.
FB: Dervilia Martha Compañ Calzada