Reflexiones de mesa - Derecho a La Muerte

Dervilia Compañ Calzada en Cultura

Reflexiones de mesa - Derecho a La Muerte

Hemos exigido de todo hoy día, desde aceptar la transexualidad, el aborto, la poligamia y sin fin de inquietudes humanas. Vemos las calles llenas de personas vestidas de arcoíris o desnudas con los senos pintados de rojo; lo mismo que largas caminatas con trajes blancos y una botella de coca-cola en las manos luchando por la paz del mundo.

Reformas a las leyes, construcciones o destrucciones de edificios;  por venganza, por tedio. Y entre todas ellas,  me pone en evidencia que son cada una resultado de que no tenemos derecho a lo más esencial, esto es, a nuestra vida y nuestra muerte.

Peleamos por derechos que en sí mismos no existen, no podemos elegir nada esencialmente. El derecho a la vida es lo mismo que el derecho a la muerte. ¿Acaso hay una política de eutanasia que plantee una muerte digna, una muerte asistida?

En realidad somos un producto y una propiedad del  Estado, sólo él puede elegir y juzgar quién debe morir y cómo debe hacerlo.

Estados Unidos es uno de los países que promulga constantemente su pena de muerte a prisioneros y criminales, lo mismo que los ataques (prácticamente terroristas) a territorios extranjeros en los que supuestamente, resguardan armas nucleares (Irak 2003) El Estado gobierna sobre sus habitantes y el mundo, envían militares y un aparato de guerra para matar civiles: la vida de todos está en su decisión.

Pero ¿Qué sucede con un enfermo de cáncer terminal, de Alzheimer, arterioesclerosis, o cualquier otra de las innumerables afecciones que deterioran el cuerpo progresivamente y van dejando un ser humano sin independencia, que se exponen a dolores intensos o síntomas que le convierten en algo no-humano?

O simplemente, al llegar a una edad o un término individual en que la vida no  resulta digna, sin hogar o trabajo para un anciano en soledad o enfermedad  ¿No merece poder decidir sobre su vida? 

A cualquier edad y condición ¿porqué no tenemos acceso a una muerte asistida, un término humano a una vida de la misma especie?

Esto sólo indica que, para comenzar, nuestra vida no es humana, pues carece de la posibilidad de libertad ejercida por uno mismo y, por consiguiente, nos revela que pertenecemos a un entramado político-social en dónde un poder determinado es quién ejerce esta aparente libertad. ¿Porqué un gobernante puede enviar al ejército a una comunidad y ordenar destruirla; mujeres, ancianos, niños? ¿Quién  accede a los hombres que se encuentran detrás del poder, traficando cuerpos, órganos y personas y se encuentran al margen de un juego en el que disponen de la humanidad lo mismo que cajas de cartón?

No hay dignidad en nuestra existencia, en realidad, no somos más que un reflejo en el agua de una idea de humanidad. Exigimos derechos falaces, pues nos han hecho creer que somos autónomos y libres, pero en realidad, cada una de las luchas son el síntoma genérico de lo esencial: no nos pertenecemos, no somos hombres. 

Sufrimos si hemos de hacerlo, aceptamos y trabajamos porque servimos a una maquinaria, energía de subsistencia: combustible nada más.

Si nuestra vida nos perteneciera, lo mismo nuestra muerte. No sólo caemos en un problema moral cuando hablamos del suicidio, también se  evidencia el pensamiento retrógrada y de tinte religioso en que aún vivimos. Y de ahí mismo derivan problemas como la intolerancia a la homosexualidad, las diferencias de vida y pensamiento. No nos permiten tener vida propia. Somos víctimas de la violencia, discriminación, falta de oportunidad, de educación y de todos los derechos que corresponden a un individuo y la razón es porque simplemente, no lo somos.

Luchar por nuestro derecho de muerte será un cimiento fundamental  hacia la búsqueda de  libertad. Si no hay un valor por la vida es porque no es digna.

La muerte es resultado de la forma en cómo hemos vivido y debemos tener el valor y posibilidad de que una como la otra se correspondan, libres, totales, propias de lo que llamamos: Ser Humanos.

 

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FB: Dervilia Martha Compañ Calzada