Observador político - Llega a Morelos “el equipo del pueblo”: El Atlante

En opinión de Gerardo Suárez Dorantes

Observador político - Llega a Morelos “el equipo del pueblo”: El Atlante

El fútbol mexicano ha sido testigo de innumerables historias de lucha, gloria y, en muchos casos, abandono, empero, pocas son tan emblemáticas de la descomposición del sistema deportivo y la pérdida de identidad que atraviesa el país como la historia del Club Zacatepec. Este equipo, que en los años 50’s se consolidó como una de las instituciones más destacadas del balompié nacional bajo la dirección de Ignacio Trelles, ha sido víctima de un desdén continuo por su esencia, cambiando de nombre, de plaza y, lo más doloroso para los aficionados, de alma.

LA TRAVESIA DEL ZACATEPEC.- El primer descenso de 1961 fue solo el inicio de una larga travesía hacia la decadencia, a partir de ese momento, el equipo entró en una espiral de irregularidad y desconcierto que culminó con su desaparición definitiva en 1985.

Para el Torneo Clausura 2006, los aficionados recibieron la noticia de que el fútbol regresaría a Zacatepec bajo un nuevo nombre: Zacatepec Socio Águila, un proyecto promovido por el Club América y algunos empresarios. Fracaso.

Luego, el empresario Víctor Sánchez Ayala compró la franquicia del Irapuato y la trasladó a Zacatepec bajo el nombre de Zacatepec 1948; aunque este retorno trajo consigo la remodelación del Estadio Agustín 'Coruco' Díaz, el equipo rápidamente cayó en la misma irregularidad. Y como si fuera un ciclo interminable, surgió el Zacatepec Siglo XXI de la compra de la franquicia de Cruz Azul Hidalgo. El equipo cayó y desapareció en 2017.

El último capítulo de esta tragedia futbolística se dio con el Atlético Zacatepec que llegó en mayo de 2017; proveniente del club Coras de Tepic, pero la falta de apoyo y de proyectos siguió su curso, y en 2019, la franquicia fue traspasada a Morelia y ahí se acabó la historia de Zacatepec.

LA HISTORIA DEL ATLANTE.- El Club de Fútbol Atlante, que comenzó en 1916, es una narración llena de glorias, sacrificios y, sobre todo, una constante lucha por mantener su identidad en medio de la vorágine del sistema económico y político del país. Nacido en las entrañas de la colonia Roma Sur de la Ciudad de México, el Atlante fue un club que representaba a la clase trabajadora, a esos sectores populares que con esfuerzo y pasión se entregaban al deporte. Pero como ocurre con demasiada frecuencia en el fútbol mexicano, el equipo fue víctima de un sistema que antepone los intereses económicos a los valores que sustentan el verdadero sentido del deporte: la pertenencia y la identidad comunitaria.

En su origen, el Atlante fue un equipo de barrio, que buscaba en sus nombres una conexión con las luchas de su tiempo. Desde sus primeros cambios de denominación, pasando por el salto a la profesionalización en 1927, hasta su primer título en 1932, los azulgranas fueron un ejemplo de resistencia y lucha por superarse. Fueron los hijos de la clase trabajadora, aquellos que no tenían las facilidades económicas para sobresalir, pero que, con pasión, se ganaron el respeto en la cancha; empero, pronto comenzó a forjarse un destino que lo alejaría de sus orígenes.

La situación económica del Atlante siempre fue precaria.

En 1936, el general José Manuel Núñez, jefe del Estado Mayor Presidencial de Lázaro Cárdenas, asumió el control del equipo, reflejando la cercanía entre los grandes equipos de fútbol y las élites políticas; este tipo de intervención muestra cómo los clubes, lejos de ser representativos de sus comunidades, fueron rápidamente absorbidos por el sistema político y económico que en muchos casos dependía de los intereses del poder.

El verdadero golpe a su identidad llegó con la venta del equipo en 1978 al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), un claro ejemplo de cómo los equipos de fútbol se convierten en simples activos financieros, perdiendo su vínculo con las raíces populares que los vieron nacer.

El retorno de la inestabilidad económica llegó con la salida del IMSS en los 80’s, lo que sumió al Atlante nuevamente en la incertidumbre. El club, que había sido un referente en los barrios de la Ciudad de México, comenzó a perder la conexión con su gente.

Finalmente, la mudanza del Atlante a Cancún en 2007 representó el último paso en la deslocalización de un club que, lejos de estar impulsado por sus raíces y por la comunidad que lo vio nacer, se convirtió en una simple pieza de cambio en un negocio deportivo.

EL ATLANTE EN ZACATEPEC.- El anuncio de que el Club Atlante será el nuevo inquilino del Estadio Agustín ‘Coruco’ Díaz en Zacatepec a partir de 2025 ha generado revuelo entre los aficionados y medios locales. La noticia fue recibida con una mezcla de emociones, especialmente por la comunidad cañera, famosa por su fervor futbolero y su largo vínculo con el fútbol.

Ya ni el exfutbolista de la selección de México, Cuauhtémoc Blanco -para muchos el peor gobernador de Morelos- pudo traer a un equipo de primera división a pesar de que fue uno de sus escasos compromisos de campaña y que incumplió, por lo que la gobernadora de Morelos, Margarita González Saravia, subrayó en su intervención que el acuerdo con el Atlante no solo busca un beneficio económico para el estado, sino que también pretende impulsar el desarrollo social de la niñez y juventud morelense.

En este contexto, el Atlante, históricamente conocido como "el equipo del pueblo", de acuerdo a su presidente, Emilio Escalante Méndez, es por el bien de la afición cañera. Asegura que el objetivo es fortalecer el fútbol en la región, pero el hecho de que el equipo juegue en Zacatepec parece estar más ligado a un interés económico que a un proyecto deportivo genuino. Aunque se habla de un estadio "maravilloso" y de una afición "extraordinaria", el Atlante llega a una región que, si bien tiene una rica tradición futbolística, ha sido testigo de múltiples desengaños con equipos que llegaron como promesas y se desvanecieron sin dejar huella.

El Estadio Agustín ‘Coruco’ Díaz, un emblema del fútbol en la región, se ha convertido en un símbolo de la lucha por mantener el fútbol en un territorio marcado por la pobreza, la falta de apoyo institucional y la marginalización económica.

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