Observador político - La batalla por Morelos
En opinión de Gerardo Suárez Dorantes
El rugir de la batalla política comenzó en Morelos y en el epicentro de esta contienda se encuentran tres mujeres: Margarita González, Lucía Virginia Meza y Jessica Ortega, aspirantes a convertirse en la primera gobernadora de este estado. Sus arranques de campaña de las dos primeras fueron marcadas por multitudes entusiastas y discursos enérgicos, pero detrás de las promesas y las ovaciones, se vislumbra un panorama político complejo y desafiante.
MARGARITA EN CUERNAVACA.- Margarita González irrumpió en el zócalo de Cuernavaca con un discurso que resonó entre las paredes de una ciudad asediada por la inseguridad; reconoció la cruda realidad que enfrenta la capital, gobernada por el PAN, y prometió enfrentar a la "mafia del poder" que la integran el famoso PRIAN que durante décadas, sumió a Morelos en la sombra de la corrupción y el privilegio. De ahí su llamado a defender la Cuarta Transformación y su compromiso con la democracia enfrentan obstáculos reales en un entorno político donde las artimañas y las alianzas oscurecen el panorama.
A pesar de estos desafíos, González Saravia no se amilana, en un acto de valentía política, denuncia las artimañas de la vieja guardia representada por el PRI, PAN y PRD, quienes buscan perpetuar un sistema de privilegios y corrupción; su llamado a la resistencia contra la maquinaria de la calumnia y la difamación es un recordatorio de que la verdadera lucha por la justicia y la igualdad está lejos de terminar.
En su visión de un Morelos transformado, González Saravia destaca propuestas concretas que apuntan hacia una democracia participativa y transparente; su compromiso con la Ley de Participación Ciudadana y la Revocación de Mandato es un paso crucial hacia un gobierno verdaderamente del pueblo. Además, su promesa de mantener un diálogo abierto con todos los sectores sociales y trabajar en colaboración con los municipios, sin importar su afiliación política, es un ejemplo de inclusión y pluralismo que tanto necesita nuestra sociedad.
No obstante, la verdadera prueba de su liderazgo radica en su capacidad para abordar los desafíos sistémicos que enfrenta Morelos. Desde la crisis ambiental hasta la inseguridad y la desigualdad económica, González Saravia reconoce la necesidad de una acción coordinada entre el gobierno estatal y federal. Su compromiso con el federalismo y la soberanía de Morelos es un recordatorio oportuno de la importancia de defender nuestra autonomía frente a los intereses centralistas.
LUCÍA VIRGINIA, EN CUAUTLA.- Por su parte, arropada como figura nacional al líder del blanquiazul, el próximo senador Marko Cortés y los presidentes de su coalición que se han convertido en su avanzada al acompañarla a todos lados donde va, de igual manera llenó con miles de simpatizantes la Avenida Álvaro Obregón, en el centro de Cuautla, quizá hoy, la más violenta de todos los municipios de la entidad morelense.
Empero, no todo fue miel sobre hojuelas debido a que, minutos antes, la senadora con licencia Lucía Virgina Meza, convocó a una comida con periodistas de los diferentes medios de comunicación de la entidad a las tres de la tarde del domingo pasado, en el restaurante El Encanto de Cuautla, sin embargo, muchos de los que puntualmente llegaron les fue negada la invitación, el argumento, que desconocían la invitación que se difundió, lo que evidentemente, causó un malestar entre los que no pudieron ingresar aunque otros, si fueron bien atendidos sin problema alguno.
En un escenario marcado por la desigualdad y la violencia rampante, la candidata Lucía Virgnia Meza, no dudó en señalar con firmeza a aquellos responsables de la actual crisis que azota a la entidad, por lo que la prometió un cambio, pese a que dijo, el camino hacia la transformación no será fácil. Su mensaje fue un llamado a la acción colectiva, un recordatorio de que el poder reside en la gente y que juntos son capaces de cambiar su destino.
BETO SÁNCHEZ, ESQUIROL.- En el entramado político de la legislatura 55, resalta un caso emblemático que expone las entrañas del oportunismo y la falta de principios en la política mexicana. Alberto Sánchez Ortega, quien inicialmente se postuló como diputado local por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el 2021, ha demostrado ser un verdadero esquirol dentro del poder legislativo.
Apenas unos meses después de asumir su cargo, Sánchez Ortega traicionó a su partido y a sus electores al unirse al grupo parlamentario de Morena; su movida no fue un acto de conciencia ideológica, sino un cálculo mezquino para salvaguardar los intereses corruptos del G14, evitando así que perdieran el control sobre la coordinación del Grupo Parlamentario del partido guinda y la presidencia de la mesa directiva del congreso estatal. Este oscuro pacto no solo revela la podredumbre de la política, sino que también pone al descubierto los nefastos negocios que los diputados han tejido a sus espaldas.
La distribución y presunta venta de magistraturas, tanto en el Tribunal Superior de Justicia del Estado como en el Tribunal de Justicia Administrativa, son solo la punta del iceberg de esta red de corrupción; Beto Sánchez Ortega, en su papel de representante popular, no titubeó en utilizar su influencia para beneficiarse, designando a uno de sus colaboradores como magistrado en el poder judicial, sin importarle el tráfico de influencias y los conflictos de interés que ello conlleva.
A pesar de ser señalado como un traidor durante su breve paso por Morena, Sánchez Ortega tuvo la desfachatez de intentar la reelección como legislador; ante la negativa y las acusaciones en su contra, optó por cambiar de partido político, buscando ahora refugio en las filas del Partido del Trabajo (PT). Su desvergonzada migración partidista en menos de tres años muestra su falta de ética, moral y compromiso con los principios políticos, todo en aras de seguir disfrutando de los jugosos recursos presupuestales.
La situación de Alberto Sánchez Ortega es un fiel reflejo de la degradación moral y la voracidad por el poder que imperan en nuestra clase política. Está compitiendo contra los mismos partidos que alguna vez lo acogieron, PRI y Morena, sin el menor rubor, con el único propósito de perpetuar su status como legislador y mantener su lucrativo negocio a costa del erario público. Es hora de que la ciudadanía abra los ojos ante este tipo de personajes y exija una verdadera rendición de cuentas y transparencia en el ejercicio del poder.
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