Nosotros - El orden y el desorden de Morelos: ¿la biblia o la ley ante el caos?
En opinión de José María Román Román
Por una parte ante la visible alza de la criminalidad justificadamente la graquista Lucía Meza pide la necesaria colaboración de los ciudadanos y las autoridades para resolver el problema y por otra, injustificadamente el Tribunal Superior de Justicia muestra síntomas de serios quiebres de su orden interno y como consecuencias de su actuación en la aplicación e interpretación de las leyes que nos gobiernan.
La colaboración entre gobierno y sociedad en materia de seguridad se ha alejado desde hace mucho tiempo y tiene razón la legisladora Meza cuando pide esa indispensable cooperación. El problema reside en el sentido en que se solicita por parte del señor Guarneros y del propio Gobernador que la cooperación se dé mediante las denuncias respectivas de las amenazas o extorsiones, así como del secuestro que sufren los ciudadanos desde hace ya muchos años y que han tenido para desgracia el mayor crecimiento en los Gobiernos de Graco Ramírez y Cuauhtémoc Blanco. Y digo que es problema por el esquema en que se produce la denuncia y las consecuencias que trae si el ciudadano las practica: Al denunciar se tienen que mencionar ante la autoridad y tal vez sea ahí radique el problema más delicado, el domicilio, la actividad, nombre del afectado, etc. que se consigna en la carpeta de investigación y que como consecuencia tienen esos datos la posibilidad de ser trasmitidos al delincuente que le da la viabilidad cierta de tener datos precisos para ejercer la venganza una vez libre o ejercerla aún detenido a través de sus cómplices. Es el esquema por desgracia lo que falla o lo que expone a la víctima y eso no ha sido tomado en cuenta cuando se pide denunciar. La solución sería establecer y publicitar ampliamente la denuncia anónima con algún elemento o prueba que lo haga viable y posible para no exponer a la venganza privada a cualquier ciudadano, pero esto no se practica y ni siquiera tenemos intentos gubernamentales que tiendan a establecer ese mecanismo.
La otra solución es una autoridad fuerte, cumplidora de la ley a cabalidad para que el delincuente pensara más de una vez la comisión del delito. Eso no pasa, el Tribunal Superior de Justicia anda de cabeza, inmerso en sus propios problemas personales de sus titulares y de interés financiero al aspirar a las jubilaciones doradas por su permanencia en el cargo a 20 años, lo que le da esa posibilidad con más amplitud, más que en prestar a la sociedad ese indispensable servicio que requiere para retomar el orden. La Titular del Tribunal, María del Carmen Cuevas está en medio de la discusión por su actuación de la que se le señala de nepotismo y excesos por los abusos del poder que se le califican desde hace tiempo y no tiene deseos ni interés en quitarse de en medio para no ser motivo de manzana de la discordia en tiempos tan complejos y tan necesarios de que la justicia se aplique correctamente para hacer un frente unido de los poderes del gobierno contra la delincuencia. Tiene más interés en mostrar su filiación religiosa de pastora de una iglesia, que demostrar su responsabilidad cívica de funcionaria pública encargada de guiar la función de la grey de la justicia o, más interesada en salvar almas desde su púlpito que salvar la gracia de la justicia de Salomón en la tierra de los humanos, ateos incluidos y pues así no sirve para el cargo en una sociedad laica. O sirve a Dios o sirve al ciudadano, porque como está, no nos sirve a la sociedad.
Hay al parecer intereses ocultos tácitos sino es que pactados de tolerar o de dejar pasar las cosas como actualmente suceden y eso por lo menos en una buena parte de los órganos del gobierno. Lo menciono porque en el Congreso estatal, órgano vital para imponer el orden en el poder judicial y en el rango del ejecutivo en el caso de la Fiscalía del estado y de la Secretaría del señor Guarneros hacen también lo mismo, es decir, andan de cabeza. Las razones y eso es lo delicado es que pueden andar así por ignorancia, lo que de sí es grave y eso concediéndoles la gracia de la duda que en materia política nada es casual o bien por intereses lo que de sí es muy delicado y serio por y tratarse de temas y asuntos que involucran el bienestar social y la seguridad del patrimonio y la vida del gobernado.
Por otro lado tanto los legisladores como el Gobernador (o mejor dicho el señor Sáenz) tienen ya el tiempo suficiente para haber superado la novatez del aprendizaje y no han logrado la necesaria capacidad para gobernar y así no se puede, así se sigue sembrando el desorden y propiciando la delincuencia organizada que no tiene los contrapesos legales que la controlen. No vamos bien, es evidente el caos y es visible el desorden. Sí, vamos muy mal porque no se puede gobernar con la biblia en la mano cuando es la ley y la Constitución en la mano la que nos debe guiar.