Mirar al otro, desde la diversidad y no desde la discapacidad
En opinión de Dulce Marcia Navarrete Salgado
Siempre me he declarado como una soñadora de la educación que día a día trabaja para materializar sus sueños, caminando hombro con hombro con compañeros enamorados de la docencia que tocan corazones y sujetan las manos de los adolescentes en su formación. Desde mi experiencia docente frente a grupo y ahora como subdirectora de la Sec. 11 “Ricardo Flores Magón” he sido testigo de encuentros donde se evidencia cómo nos “reconocemos” y nos construimos a través de los otros, buscando que la escuela sea un lugar propicio para hacerlo.
Al ver caritas como las de Fernanda, Yuly, Liliana, Josthman, Ángel, Pedro, Samantha, Gabriel, Mía, Kian y Jorge, todos ellos alumnos que han sido “diagnosticados” con algún trastorno por “déficit de atención e hiperactividad” o “problema” de aprendizaje” o “discapacidad intelectual” siendo en ocasiones tipificados en sentido de “incapacidad”, “deficit”, se observa como en muchas ocasiones lo que importa es la etiqueta que tiene y de esa manera se generan actos de discriminación. Lo anterior me hace pensar la importancia de ver a los estudiantes por su singularidad, por sus diferencias, por sus potencialidades, por sus saberes. Claro, se requiere de compromiso y sobre todo de visibilizar su valor de Ser desde las diferencias.
Sería una ingenuidad el hecho de pensar que es una tarea sencilla, al contrario, se requiere de la suma de voluntades caminando bajo la misma perspectiva.
Parte esencial del avance consolidado con los alumnos en la Secundaria N° 11, es el trabajo en equipo. Conjuntamente con la Unidad de Servicio de Apoyo a la Educación Regular (USAER) y los compañeros docentes que desean sostener está idea, han logrado ir asumiendo un trabajo con la diversidad desde un lugar de inclusión. Cabe mencionar el gran reconocimiento que tengo a mis compañeros de la Secundaria N° 11 y a mis compañeras de USAER porque no es tarea sencilla romper paradigmas, formas de enseñanza homogénea que irónicamente solo conduce a una desigualdad y esquemas educativos que imposibilitan visibilizar al otro, no solo desde sus necesidades sino desde sus potencialidades.
Falta mucho camino por recorrer y, sobre todo, el deseo de trabajar e idear situaciones de aprendizaje desde un lugar de la diversidad y no de la discapacidad; y el docente es el agente que genera estos cambios.
Si buscamos alcanzar la Educación Inclusiva, requerimos del compromiso y la participación de los agentes que componen la comunidad educativa, rescatar la importancia que tiene el trabajo en equipo y articulado entre estos sectores. Es necesario romper con esquemas estigmatizantes que están instaurados en la cultura tanto escolar como social, y crear vínculos que nos permiten mirar al otro desde otro plano, el de la diversidad.