Mil cabezas
En opinión de César Daniel Nájera Collado
Después de tantas guerras, genocidios y crímenes, me pregunto qué tan necesarias son las divisiones, sobre todo políticas, en nuestro mundo.
En mi opinión, todo nace desde lo que se consideraría como “naturaleza humana”. La necesidad de fraternizar y convivir en sociedad es algo que nuestra especie ha manifestado desde sus inicios. Sin embargo, también son evidentes las diferencias que hay dentro de ella. En el ámbito físico, se desarrollaron diferentes genes en torno a la adaptación que los humanos necesitaban con respecto a su ubicación geográfica. Después, una vez consumada la diáspora y repartición de la especie por el mundo, aparecieron diferentes dialectos y culturas, todo con respecto a esta necesidad de formar un grupo e identificarse. Es aquí donde entra la ironía y complejidad humana que, al menos en lo personal, no me permite definir completamente su “naturaleza”.
Queremos ser parte de un conjunto, y a la vez, diferenciarnos de otros o sentirnos únicos. Sin duda, esto derivó a la formación de grandes cosas como las culturas, religiones, ideologías, etcétera, y por consiguiente, también en las regiones políticas. Esto fortalece a la humanidad porque permite diferentes corrientes de pensamiento. Sin embargo, en el transcurso de los años, estas diferencias fueron absorbiendo a la especie tan rápido que, muchas veces, se transformaron en divisiones, algo nada productivo.
Un Estado es necesario porque también hemos demostrado tener una necesidad por el orden. Desafortunadamente, olvidamos nuestras raíces al grado de no recordar que, a pesar de las ideologías, religiones, etnias, ubicaciones geográficas, y más, seguimos siendo lo mismo: humanos. Todavía creo en un mundo en el que se pueda beneficiar a todos en cierto aspecto. Mil cabezas son preferibles a una.