Caricatura Política - Cola sin fin, a las tres y diez de la tarde

En opinión de Sergio Dorado

Caricatura Política - Cola sin fin, a las tres y diez de la tarde

 

Con frecuencia el gobernador se me figura como mi perra “Maya”, a la que ya me he referido a través de este medio ocasionalmente, aunque no con la puntualidad necesaria como para servir de referente. A nuestra mascota la encontró mi hijo Isaac abandonada en la calle “Alta Tensión”, allá por los cuarteles, siendo apenas una cachorrita. Dice que estaba atorada en unas llantas viejas y él la rescató y la supuso perro en vez de perra; por eso en principio le puso “Fuz”, en honor a la mascota de un famoso detective ficticio; creo fue Sherlock Holmes, aunque no recuerdo con precisión.

Isaac la trajo a casa y mi vieja y nietos la aceptaron de inmediato. La “Maya” es de pelaje casi totalmente blanco, solamente con una negra mancha ancha donde le nace la cola y una nariz como pintarrajeada con plumón negro de broma. Pronto se descubrió que la “Maya” no era macho sino hembra, e Isaac se decepcionó y no mostró más interés o desacuerdo en que mi vieja le cambiara el “Fuz” por el “Maya”. Con el tiempo, sin embargo, creo que le habría venido mejor el de “Yegua”, pues más parece pertenecer a la familia equuscaballus que a la canis lupus– disculpando usted la mamonería latina.

Déjeme decirle a usted, por lo demás, que en realidad el nombre de nuestra mascota poco importa en la familia. Tiempo después mi nieta Natalia descubrió que la “Maya” o la “Yegua”, o como usted prefiera, es completamente sorda. Mi nietecita se dio cuenta porque a pesar de que le gritó una orden a un milímetro del tímpano cuando estaba dormida, no hubo respuesta alguna aunque le gritara “Fuz”, “Maya”, “Yegua” o una grosería de la lista de prohibiciones del abuelo, que nomás él puede decir. Y esto, desde luego, complica las cosas en casa, pues la mascota es la desobediencia total cuando no lo ve a uno.

Déjeme decirle a usted, por otra parte, que cuando el “Fuz”, la “Maya” o la “Yegua” dejaron de ser cachorras, fue cuando la mascota mostró sus destrezas equinas. Creció muchísimo y puede brincar altísimo, y eso le fascina a Natalia, que es quien más juega con ella. Incluso con ahorro de su mesada compró una pelota de tenis que la perra corretea por todas partes del patio a una velocidad espeluznante. Pero lo que mejor le gusta a Natalia, mi niña nieta, es hacerla relinchar. Se trepa ella en una silla alzando la pelota en el aire lo más que alcanza y emite una “i” larguísima de relincho. La mascota se para en las patas traseras por un momento y se ve tan majestuosa la yegua estampada en el patio, que uno mejor quisiera llamarla la “Raya de Morelos” en vez de “Maya” o cualquier otro nombre. Porque cuando regresa del relincho y estornuda desparramado con las cuatro patas en tierra, corre alrededor de la casa como bólido en Casino Caliente. Toda una demonia, la condenada. Lo cual, desde luego, y según notas de quien esto escribe, indica que también tiene algunas dotes de Gallicus Cannis, pues se le ve mucho de galga en la correteada, como si la velocidad la alargara; no le miento.

A veces sí le saca de onda a Natalia, la verdad, el comportamiento de “Maya”, por ejemplo, cuando se corretea la cola sola. ¡Le choca eso! Y es que, en ese trance, la mascota no le hace caso a nadiey se la pasa así horas, persiguiéndose la cola tanto que Natalia mejor prefiere entrar en la casa y un juego en el celular mientras que a la “Maya” se le acaba toda la cuerda. Es asombroso, qué le digo una licuadora o un avión estrellándose en cámara rápida cuando la “Maya” se persigue sola; no, no, es increíble. En ella ve usted, cuando se desata del relincho, un torbellino vertiginoso de perra blanca tratando de arrancarse la inalcanzable cola con una mordida puntiaguda, haga de cuenta usted la punta de una flecha su hocico impaciente, como si trajera ladrones en vez de pulgas en el asterisco. Se ve que le da mucha comezón pero nunca se alcanza, la pobre. Es cuando me recuerda al gober.

Natalia piensa que algún día se le aflojará un poco más la energía a la “Maya” y tendrá más tiempo para jugar con la “Yegua”. Se pone triste cuando se percata que se acaba de consumir toda la batería del cel y apenas son las tres y diez de la tarde.