La Encrucijada - Para no repetir la historia
En opinión de Luis Alberto Machuca Nava
La arrogancia y la soberbia jamás han sido buenas consejeras a la hora de tomar decisiones, han dejado en todos los casos, más náufragos que navegantes. Un verdadero semillero de soberbia y arrogancia se desarrolla en el ámbito político, se sabe de un sin fin de historias que terminaron en pesadillas debido a que sus protagonistas pecaron de alguna de las dos, o más comúnmente de ambas al mismo tiempo . Ignorar las señales evidentes, la estadística, los datos duros y los buenos consejos, acarrea todo tipo de desgracias. La pasada elección fue sin duda alguna una muestra muy amplia de lo que puede significar conducirse con soberbia y arrogancia, los descalabros generados por los resultados todavía le duelen a muchos. Algunos se creyeron indispensables, otros pecaron de estadistas, algunos más le apostaron al dinero y a la “fortaleza de otros,” sin escuchar y prepararse se encaminaron sobre las baldosas de la arrogancia y el abrazo de la soberbia al fracaso evidente. El 2024 se ve lejos, pero está más cerca que nunca, si los “alumnos” de la pasada elección no aprenden de la tragedia, como muy comúnmente ocurre, pueden perderlo todo. Para cambiar la historia hoy es cuando más humildad se requiere para construir la plataforma al 2024, estará en juego mucho, y los mismos no marcarán diferencia alguna, eso ya nos lo enseñaron los sucesos, y no sólo los recientes. Encerrarse en sus burbujas, en sus grupos o corrientes, no traerá nada nuevo a las fuerzas políticas, las que todavía quedan…
Existe una voluntad indeclinable del Presidente de la República para transformar al país, camino sinuoso y nada fácil, que de poco a poco va progresando, y progresaría más, si la gente que lo acompaña en ese propósito tuviera mayores dotes de humanidad, son pocos los que hacen “honor al servicio público,” el trato despótico y arrogante de muchos funcionarios, incluyendo a los que están en los espacios más bajos del organigrama, dan al traste con la visión de generar una verdadera transformación. Desentonan con la visión del presidente y amargan a las instituciones. Un caso reciente y que dejó en evidencia la personalidad de algunos funcionarios de alto nivel, lo fue el de Irma Eréndira Sandoval, a quien acusaron, entre muchas cosas, de haber sido una funcionaria soberbia y arrogante, de un trato difícil y autoritario. Lo cierto es que es una realidad la falta de sensibilidad de muchos funcionarios, muchos de ellos también capaces, pero que en lugar de hacer grande a una institución, se instalan como virreyes que sólo trasmiten arrogancia y cero empatía con sus subordinados, lo que genera también ambientes laborales hostiles, que en nada apoyan una transformación que ya está en ciernes. Si somos funcionarios, funcionemos, una sonrisa no cuesta nada.
PD. No te tomes todo tan en serio, enferma.
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