La costumbre en los tiempos del Covid.

En opinión de Mayra Santoveña Arredondo

La costumbre en los tiempos del Covid.

En nuestro país desde de marzo nos hemos visto afectados por la pandemia del Covid-19, despertamos y lo primero en pensar es que estamos ante una crisis de salud y economía, nada tranquilizador con una sensación de incertidumbre, quizá de manera más cercana nos lleva a reflexionar: “somos vulnerables y endebles ante la presencia de un agente potencialmente infeccioso a nivel mundial”. La información que han emitido autoridades sanitarias es permanecer en casa, si hay que salir por lo indispensable, mantener la sana distancia, utilizar cubre bocas, gel, el lavado de manos frecuente, etc. Impensable que unos meses atrás despertabas, en automático programabas la jornada evocando lo que te deparaba es día. Un proceso bien organizado desde lo planeado. Seguramente durante el transcurrir del día ya llevabas un par de imprevistos que no eran exactamente como lo ideado; llegada la noche encontrabas un espacio de tiempo para repasar el acontecer del día, previendo lo pendiente para el amanecer, magnífica oportunidad de prolongar lo previsible en lo cotidiano.

Por casualidad, escuché una canción que tenía mucho no la había oído adquiriendo nuevo sentido para mí, la canción se llama Como de costumbre de Alberto Cortes, habla de cómo nos adaptamos a la cotidianidad y pasamos en automático a una monotonía, hay una estrofa con tres variantes que dice: “se estiran las horas como de costumbre habitando todas un reloj vació… habitando todas un tiempo vacío… habitando todos un mundo vacío”. Así el juego del tiempo en la canción que se acorta y se alarga, que engulle el pasado rutinario y acecha el devenir futuro.

No sé si lo perciben igual pero algo que me he percatado ante la contingencia es escuchar como unos y otros mencionan el tiempo de la pandemia, ya sea con familiares, amigos, compañeros de trabajo o en redes sociales, en noticiarios, en artículos, en conversatorios; hoy más que nunca la vitrina de lo mediático se torna voz voraz, demanda interconexión para estar comunicados en tiempos de crisis y escuchar lo que unos y otros quieren decir. En ese expresar, se menciona que en este momento, las actividades frente a la computadora son extenuantes ya que la manera de organizarse implica un tiempo distinto, transitar en diversas plataformas abiertas, atendiendo varias cosas a la vez y midiendo el tiempo que debes disponer en cada una.

Quizá ahora queremos ver lo que antes no nos deteníamos a mirar, queremos oír lo que no lográbamos escuchábamos, necesitamos interactuar con lo que antes no valorábamos, apreciar el transcurrir diario de sentirnos libres, en bienestar con lo habitual que nos daba certeza porque las rutinas ocultan los miedos y lo impredecible fomentan la rutinas.

La costumbre en los tiempos del Covid no tiene vuelta atrás, la nueva normalidad es pronóstico de lo incierto a lo que nos debemos aclimatar cada día. Recordando a Michel Foucault, parece que el modelo de sociedades de control en el tiempo de la pandemia discurre con la educación virtual, el trabajo en casa y los múltiples escaparates de consumo para el confort de unos: series, películas, audiolibros, eventos culturales, tutoriales, ejercicios, recetas, servicio a domicilio, entre tantos más dejan al descubierto que somos cuerpos disciplinados, monitoreados a nivel global con la instrumentalización de la conectividad, sujetos a la costumbre en los tiempos del Covid.