La batalla por Cuernavaca y la pulverizaciòn del voto en Morelos
En opinión de Aura Hernández
“La vida toda es un combate incesante. Por eso nos convienen el tal vez, el acaso, el quizá, el sin embargo y el no obstante”.
José Emilio Pacheco.
Una costumbre que ya es ley en términos políticos es que quien gobierna Cuernavaca, tiene ya ganado un porcentaje considerable en las posibilidades de llegar a la candidatura por Gubernatura del estado y también de ganarla. La experiencia, que no la consistencia de los protagonistas, confirma esta creencia lo que hace presagiar que la batalla por ganar las candidatura será cruenta.
Desde la época de la hegemonía priísta se consolidó esa tradición y fue reproducida y reconstruida por los gobiernos de diferentes partidos políticos que han llegado a gobernarla. La continuó el panista Sergio Estrada Cajigal quien inauguró la alternancia y se interrumpió durante 12 años, pues tanto Marco Adame Castillo y Graco Ramírez lograron las candidaturas a la gubernatura desde una posición en el Congreso Federal.
Con Cuauhtémoc Blanco, se volvió a revivir la tradición y saltó de la presidencia de la capital a la candidatura a la gubernatura del estado de Morelos logrando el triunfo, más como consecuencia del fenómeno Andrés Manuel López Obrador, que por su paso por el gobierno de la ciudad de Cuernavaca y aquí habría que como munícipe tuvo contrincante principal al propio ex gobernador, quien se encargó de hacerle largo el camino en el afán de dejar en el cargo a su delfín.
En recientes fechas las especulaciones en redes sociales y en medios de comunicación sobre los posibles candidatos a la Presidencia municipal de Cuernavaca se han multiplicado exponencialmente, no solo como producto de las intervenciones de los equipos de los propios precandidatos que buscan mantener su presencia a toda costa, sino a merced de inquietudes reales de opinólogos y miembros de la clase política, que deliberadamente lucha por mantener su modus vivendi.
Medios de comunicación locales, organizaciones de la sociedad civil y empresariales lo mismo que grupos de interés han dado a conocer encuestas en las cuales se posiciona, de acuerdo al perfil de quien la haga, a diversos personajes de la vida pública de la entidad.
No obstante no está dicho todo. Las encuestas realizadas, ya sea “cuchareadas” o no, podrían reflejar hasta cierto punto el sentir de una parte de la población que no siempre es lo que más consideran las élites partidistas, pues faltan los acuerdos y negociaciones que a final de cuentas tiene un gran peso en la definición de las candidaturas. Lo vivimos en las pasadas elecciones, donde aparecieron candidatos “insólitos” por decir lo menos y hoy los ciudadanos estamos pagando los costos.
Sería deseable, que los partidos dejen de actuar con esa lógica, pero dadas las condiciones actuales es posible que esas experiencias se repitan y un mal augurio es la proliferación de partidos políticos de nueva creación que, todo indica, presentarán como candidatos a la presidencia municipal de Cuernavaca a sus impulsores y jefes.
Pues pareciera que el objetivo de estos políticos desempleados que aparecieron encabezando los nuevos partidos políticos es buscar la candidatura de la capital morelense y de ahí... “a la gubernatura”, como bien lo decía Juan Vargas el personaje magistralmente interpretado por Damián Alcázar en la película “La Ley de Herodes” y como Vargas, busquen solo lucrar con la Constitución en la mano.
Con todo y que es previsible que, como lo indican los resultados de las encuestas publicadas recientemente, que sean los partidos políticos tradicionales los que acaparen los puestos que se disputarán en el 2021, la pulverización del voto que se dará con la aparición de los más de veinte partidos políticos en Morelos, dará a la contienda características muy específicas y posiblemente hasta resultados sorpresivos que esperamos no le pase factura a la ciudadanía del estado.
El primer paso, es que los partidos políticos logren acuerdos al interior que garanticen los mejores perfiles para las candidaturas, que los partidos emergentes así como los candidatos independientes basen su selección en los mejores cuadros con que cuentan.
Y eso no será tarea fácil, pues en este momento somos testigos de los desacuerdos dentro del PAN, de la rebelión en Morena, de la “disciplina” sosegada en el PRI y el manejo empresarial de los partidos emergentes y ni se diga de las candidaturas independientes. ¿Será mucho pedirles algo de sentido ético? ¿o es un contrasentido?