Escala de Grises - #SeAcabó
En opinión de Arendy Ávalos
Después de que Luis Rubiales, [todavía] presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), besara sin consentimiento a la jugadora Jenni Hermoso, tras coronarse como campeona del mundo, las protestas para visibilizar la violencia en contra de las mujeres han ocupado parte de la agenda internacional.
Y es que la indignación por lo ocurrido el pasado 20 de agosto no podía pasar desapercibida. En Madrid las mujeres salieron a las calles para exigir una vida sin violencia machista, condenar el comportamiento de Rubiales y visibilizar que las agresiones hacia las mujeres están presentes en todas las esferas, incluido el deporte.
Mientras tanto, en plataformas digitales se viralizó la etiqueta #SeAcabó, con la que miles de mujeres han externado su apoyo a la futbolista y a todas las víctimas del machismo que normaliza actos como el del aún presidente. Luis Rubiales agredió a Jenni Hermoso frente a las cámaras de todo el mundo, en su lugar de trabajo y continúa sin asumir su responsabilidad.
Mientras tanto, la RFEF ha activado una serie de protocolos internos luego de que la FIFA describiera la agresión como un “comportamiento inaceptable”. Afortunadamente, Jenni Hermoso ha recibido un gran apoyo por parte de las instituciones, mismas que han tomado cartas en el asunto y han optado por suspender al presidente de manera provisional.
Sin embargo, personas cercanas al agresor han optado por intimidar a Jenni Hermoso, presionarla para que niegue lo ocurrido y quitarle importancia al acto de Rubiales. Como si no lo hubiera visto todo el mundo. Como si se pudiera negar la falta absoluta de consenso y la culpa del presidente. Como si el machismo pudiera seguir escondiéndose y pasar por un fenómeno “normal”.
Lo que pudo ser una noche de celebraciones por ganar la copa del mundo se convirtió en la muestra perfecta de una falta de criterio y conciencia sobre el consentimiento por parte del presidente de la RFEF; condición que se repite no sólo en España, sino en todo el mundo; no sólo en el fútbol o en el deporte, sino en todos los espacios.
Dejemos claro algo: la violencia de género no es un juego, independientemente si ocurre en una cancha o en cualquier otro espacio. Las constantes agresiones que afectan a las mujeres se reproducen, se invisibilizan y se normalizan gracias a un sistema en el que “un pico” no representa un foco rojo.
Para enfrentar este problema estructural, el primer paso es abrir los ojos, hacer un ejercicio de introspección y darnos cuenta de todas aquellas cosas que, lejos de ser normales, son violentas. Sin importar el cargo que ocupemos, la institución a la que pertenezcamos o el ámbito en el que trabajemos, todas las personas debemos saber la importancia de actuar con perspectiva de género.
Como repetimos siempre en este espacio, la violencia de género no se reduce únicamente a un territorio, como España. Está presente en todo el mundo y por eso es tan importante nombrarla, visibilizarla y señalarla como una crisis en materia de seguridad y hasta de salud.
Por lo menos en México, es evidente la ausencia de protocolos y capacitación para atender las denuncias que se realizan todos los días. Hay una ausencia de interés por parte de los tres niveles de gobierno y de las instituciones que, a pesar de los recursos a su disposición, siguen sin implementar estrategias efectivas para contener la epidemia que afecta a todas las mujeres desde sus primeros años de vida, en mayor o menor medida.
La violencia no es normal:
@Arendy_Avalos en X y Threads