Escala de Grises Particularidades

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises Particularidades

El pasado domingo, el presidente de la República rindió su primer tercer informe de gobierno. El evento se realizó en el Patio de Honor de Palacio Nacional y tuvo 500 invitados especiales, aproximadamente; entre los que se encontraban el gabinete y la familia de López Obrador, Elena Poniatowska, Arturo Zaldívar (presidente de la Suprema Corte), Porfirio Muñoz Ledo (presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados) y el empresario Carlos Slim.

El discurso duró alrededor de una hora con cuarenta minutos y, en resumen, los temas principales de la primera mitad fueron: el cambio en la toma de decisiones y la intervención del Poder Ejecutivo, la revocación de mandato, la relación de México con Estados Unidos y América Latina; el fenómeno migratorio y las medidas que se están tomando al respecto, el enfrentamiento al robo de combustible (huachicoleo), los impuestos, las acciones a las que ha renunciado la presente administración por cuestiones de austeridad y la nueva política productiva.

Esta última, según el presidente, consta de cuatro ejes: “fortalecer la economía popular, impulsar proyectos para el desarrollo regional, fomentar la participación de la iniciativa privada y promover la intensificación del comercio exterior y la captación de la inversión extranjera”; mismos que desarrolló de manera puntual con ejemplos como la construcción del Tren Maya, la ampliación de puertos, la cancelación del aeropuerto de Texcoco y la construcción de la refinería de Dos Bocas en Tabasco.

Después de echarse porras un ratito, comparar su administración con las pasadas y asegurarnos que la Cuarta Transformación se vuelve realidad, el presidente se puso serio y comenzó a tratar los tópicos sensibles durante estos últimos meses: economía, educación, salud y seguridad.

En materia económica habló de la relación comercial entre EUA y México, además del tratado comercial de América del Norte y la resistencia del peso ante las presiones externas. “Tenemos finanzas públicas sanas (…) hay más desarrollo y más bienestar”, dijo como introducción para hablar de los beneficios de programas como Sembrando vida y Jóvenes Construyendo el Futuro.

Respecto a la educación, habló de las becas que ha otorgado a todos los niveles, la apertura de 100 universidades públicas, la estrategia del fomento a la lectura y la incorporación de becas de posgrado a nueve mil estudiantes más por parte del Conacyt.

Sobre la situación en cuestión de salud, dijo, se están empezando a resolver cuatro demandas básicas: el abasto y distribución de medicamentos, la asignación de personal médico en todo el país, el mejoramiento en infraestructura y equipos médicos, y la basificación de 80 mil trabajadores.

Respecto a la seguridad, aseguró que se ha emprendido un cambio de paradigma; mismo que no tolerará la tortura ni ninguna otra violación a los derechos humanos: “Todavía padecemos de inseguridad y de violencia, considero que por la mala estrategia que se aplicó desde el principio (…) Vamos a conseguir que haya tranquilidad y paz con honestidad”.

Ese fue, a grandes rasgos, el informe que ofreció Andrés Manuel el primero de septiembre. Sin embargo, hay que ver qué cosas no son comprobables y qué otras tantas son, definitivamente, falsas. Por ejemplo, no perdió la oportunidad para felicitar a los [y las] atletas que representaron a México en los Juegos Panamericanos y a quienes hicieron lo mismo en los Parapanamericanos: “a ellos también les vamos a dar su apoyo, igual que a todos los deportistas”; estos recursos, agregó, se están obteniendo de bienes incautados y los otorga “un instituto que se acaba de crear, se llama Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado”.

Primero, habrá que recordar las declaraciones de atletas responsabilizando a la Comisión Nacional del Deporte (CONADE) por retirar los recursos para asistir a los Juegos Panamericanos en Perú. Luego, resulta curiosa la mención de un nuevo instituto (Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado), tal vez sea porque no existe. A lo que el presidente se refería era al Instituto de Administración de Bienes Activos, pero vaya que el nombre cambia la percepción del panorama, ¿no?

Tampoco hay que perder de vista las particularidades que formaron parte de su discurso. La primera, que no puedo pasar por alto, es la intención de utilizar un lenguaje incluyente. Digo “intención” porque sólo lo utilizó al principio y al final de su informe.

Más allá de la polémica y el debate que desata el tema, hay que considerar lo que refleja: superficialidad. ¿A qué me refiero? Se han hecho un sinnúmero de spots en radio y televisión que hablan de la paridad de género, de las estrategias para erradicar la violencia hacia las mujeres, etc. Empero, el usar el género femenino únicamente para saludar a la población y para cerrar el informe implica que, dentro de todo lo demás, dentro de los tópicos principales, hay una exclusión no sólo por parte del presidente, sino también de la administración.

Si bien, el masculino es considerado neutro, el lenguaje incluyente visibiliza a la mujer en el discurso. Parecería una exageración y hasta algo innecesario de mencionar, pero si empezó usando ambos géneros ¿por qué no hizo lo mismo a lo largo de todo el evento?No hay que perder de vista estos detalles porque, como le he mencionado siempre, el lenguaje nunca es inocente.

En algún punto del informe, el presidente se puso espiritual y habló del alma (lo que sea que eso signifique) para decirnos que “no sólo de pan vive el hombre, necesitamos fortalecer valores culturales, morales, espirituales, bienestar material y bienestar del alma”.

Además, dijo que en su mandato se desechará la obsesión tecnocrática de medirlo todo en función del simple crecimiento económico. A ver, la economía va mucho más allá. Tiene un impacto directo en la calidad de vida de todas las personas y, aunque él quiera modificar los problemas internos con becas y apoyos, los parámetros a nivel internacional se deben seguir tomando en cuenta.

“El fin último de un buen gobierno es conseguir la felicidad de la gente”, afirmó. Tal vez el presidente quiera seguir el ejemplo de Noruega, pero para eso todavía falta mucho. “La mayoría de los mexicanos apoya la transformación, y están contentos, feliz, feliz, feliz”, insistió. Lo que habría que tomar en cuenta son las condiciones a las que nos enfrentamos todos los días. No suena plausible ser una población enferma, sin medicinas, con violencia e inseguridad, pero feliz, feliz, feliz; también hay que tener coherencia.

Otro detalle que no pude dejar fue la crítica a Porfirio Díaz. AMLO mencionó que la idea de asumir que los beneficios de inversiones y negocios se derramarían al resto de la sociedad fue una de las causas que condujo a la Revolución. Con esto, marcó una delgada línea de separación entre su gobierno y el gobierno con el que lo compara un porcentaje, aparentemente representativo, de la opinión pública.

Por otra parte, citó a Benito Juárez en dos ocasiones, para hablar de la austeridad y para decir que la oposición estaba “moralmente derrotada”. El presidente se separa de Díaz Mori, quien es retratado en los libros oficiales como uno de los grandes villanos para el país por ocupar la presidencia por 30 años; pero se acerca al Benemérito de las Américas, quien fue presidente de México en cinco ocasiones con la justificación de darle continuidad a sus proyectos y lograr la consolidación de la nación como república. Interesante, ¿no lo cree?

Finalmente, hay que ponerle atención al orden en que están acomodados los datos y a la forma tan… especial que tiene AMLO de contar. Según él, el informe que dio el primero de septiembre es el tercero, porque está tomando en cuenta el informe de sus cien días en el cargo y el AMLOfest, evento donde celebró el primer aniversario de su triunfo electoral. Ya sabemos que sus datos son distintos, pero hay un afán constante en ver la realidad de forma distinta y, ante eso, no debemos cerrar los ojos.

 

 

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