Escala de Grises - Lío de faldas
En opinión de Arendy Ávalos
El reloj marca las seis cuarenta y cinco de un día nuevo. Una niña de cabello largo y estatura un poco más baja que la del promedio se despide de su mamá y se baja del carro. El aire frío de octubre se le cuela por las piernas y, antes de cruzar la puerta de la escuela, piensa “me hubiera puesto pants”.
Esas fueron mis mañanas durante poco más de doce años. Una lucha entre cumplir con la norma de llevar falda (y temblar de frío) o asistir a clases con un uniforme que no era el que tocaba ese día y recibir una mala calificación en “aseo personal”, “limpieza” o cualquiera que fuera el nombre del rubro que el colegio usaba para calificar cosas que poco tenían que ver con mi desempeño como estudiante.
El lunes pasado, el Gobierno de la Ciudad de México y la Secretaría de Educación Pública (SEP) anunciaron que las niñas y niños de educación básica podrán elegir entre pantalón o falda como parte del uniforme escolar, independientemente de si pertenecen a una escuela pública o privada.
Esta disposición será oficial mediante una circular distribuida por la SEP a nivel preescolar, primaria y secundaria, anunció la jefa de gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum; quien estaba acompañada de Esteban Moctezuma, secretario de Educación Pública.
Moctezuma aseguró que los tiempos cambian. Habló de la categorización de la ropa según el género de las personas y declaró que esta medida genera una condición de igualdad y equidad para las niñas y niños de la ciudad.
Consciente de la posibilidad de que la opinión pública argumentara que hay cosas mucho más importantes en cuestión de educación, Moctezuma dijo que se está trabajando con universidades como la UNAM y el IPN para fortalecer la formación de maestras y maestros, y que esto se traduzca en una mejor educación.
Sheinbaum también dio a conocer la noticia por medio de sus redes socio-digitales y aseguró que “una ciudad de derechos lleva la igualdad a todas las esferas”, haciendo énfasis en que la falda no será una prenda exclusiva para las niñas ni el pantalón exclusivo de los niños.
Por su parte, Andrés Manuel López Obrador se mantuvo al margen de la situación y evitó tomar una postura al respecto (¡qué novedad!) porque, según él, esos son temas muy polémicos. Su declaración se basó en decir que respeta de igual manera a quienes piensan que está bien y a quienes piensan que está mal; categorías en las que también se dividen las opiniones en Twitter y Facebook.
Organizaciones sociales argumentaron que esta iniciativa no resuelve las problemáticas reales que tienen las y los menores para garantizar sus derechos en materia de educación y que es una forma de imponerles una ideología de género.
“Que mejor no uniformen” se le ocurrió tuitear al expresidente Felipe Calderón como una alternativa para romper con el conflicto; como si la situación se redujera únicamente a eso. Esta acción tan sencilla, como la describió Claudia Sheinbaum, va mucho más allá de lo que alcanzamos a ver en el plano de lo inmediato.
Casos como el mío, por supuesto, son una nimiedad si los comparamos con la situación de miles de niñas que deben recorrer largas distancias para llegar a clases, que atraviesan terracerías y caminos poco sencillos de cruzar, especialmente usando una prenda tan poco práctica (pero obligatoria) como la falda o que son víctimas de acoso en la calle y el transporte público.
¿Hay problemas mucho más complicados para resolver en la SEP, en la CDMX y en el país? Definitivamente. Sin embargo, medidas como esta tienen un impacto en cómo nos apropiamos de la realidad y en la forma en la que concebimos a las personas. Es un gran primer paso y, como todos los cambios, está rodeado de incertidumbre.
Habrá que implementar un plan de acción para las escuelas que no quieran asumir esta norma como suya, se deberán hacer campañas para que las madres y los padres de familia alcancen a comprender que la ropa no determina el género de las personas y, del mismo modo, sensibilizar y concientizar a la población estudiantil sobre el tema para evitar cualquier tipo de discriminación o conflicto.
Tal vez este “cambio en el paradigma”, como lo han descrito varias personas, sirva para mejorar el presente del futuro de México, empezando por la igualdad y el respeto; no como conceptos abstractos, sino como algo que viven y practican todos los días.
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