El Tercer Ojo - Alexitimia
En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara
“Hay palabras que aún no nacen / ¡Y cuánta falta Hacen! / Hay palabras nacidas hace siglos / y ya no portan el mismo significado / con el cual hubieron nacido. / Hay también sentimientos o emociones / para los cuales no hallamos sonidos vivificadores /ni palabras de la resurrección o del bautismo. / Sin embargo, vagamos hablando y blasfemando con otros signos insonoros.”
J. Enrique Alvarez A. Aforismos
Estimados lectores que me siguen, regularmente o no, en esta columna semanal. Deseo, esta ocasión, compartir con ustedes un asunto sobre el cual inusualmente reparamos; pese a ser muy frecuente su presencia en nuestra vida cotidiana.
Debo revelarlo sin reparo alguno, pese a no hallarme de rodillas ante el cura o confesor ni, mucho menos, acostado en decúbito dorsal –boca arriba—, en un diván, esperando que algún profesional del psicoanálisis interprete mis palabras que, para él y, tal vez, para mí, más que dejar ver nítida y claramente lo que me preocupa o agobia, tiende a disfrazarlo, velarlo, ocultarlos, enmascararlo, deformarlo, qué sé yo.
A veces me sucede que diversas sensaciones, emociones o sentimientos recorren mi cuerpo a placer y no encuentro las palabras precisas para describirlas, por lo menos, o comprenderlas y explicarlas a otros que no son yo o a mí mismo. Otras ocasiones dispongo de palabras que parecen huecas e incapaces de mostrar, sin que quepa alguna duda, lo que en mi interioridad sucede y vago como merolico o guacamayo, dice y dice palabras que carecen de su objeto referencial. Algunas más, creo que dispongo de las palabras en “la punta de la lengua” y, sin embargo, escapan divertidas y supongo que las “he olvidado”; entonces, desesperado, busco sin saber qué es, pero sabiendo qué no es.
Las palabras parecen ser o comportarse entonces, como hubiera expresado el insigne Poeta Prometeico, León Felipe, un símil de una “mujer pudorosa”, “no se muestran desnudas ante cualquier persona, sólo se exhiben ante aquéllos que las merecen y han luchado lo suficiente para conquistarlas”.
Pues bien, el término o concepto de Alexitimia, acuñado ya entrado el siglo XX por el psiquiatra griego Peter Emanuel Sifneos, (utilizado por vez primera durante la 7° Conferencia Europea de Investigación en Psicosomática, en Roma, el año 1967), para representar la “ausencia de palabras para las emociones o sentimientos”; ello no significa necesariamente que no existan dentro del léxico de una lengua algunas palabras que pudieran permitir expresar las emociones o sentimientos, sino que, el sujeto de la actividad psíquica no dispone de ellas y, las palabras que aparecen en su vocabulario no parecen ser aquéllas que precisan la cuestión; tampoco se parece al fenómenos de la anomia o incapacidad para encontrar la palabra con la cual se desea compartir un mensaje, no es un defecto de la memoria.
Las bases fundacionales del concepto de alexitimia se encuentran, sin duda alguna, en la corriente psicoanalítica, dentro de la cual pudieron observarse grupos de pacientes con “enfermedades psicosomáticas” –léase de origen psicológico— los cuales, a su vez, mostraban una gran “dificultad para expresar los afectos, sentimientos y emociones verbalmente”. Esta dificultad se acompañaba además de un constreñimiento de la fantasía, dificultad para la expresión de las emociones y problemas para canalizar las tensiones a través de la vía corporal u otras actividades socioculturales (artísticas, estéticas o físicas).
Ahora bien, ¿es que acaso solamente las palabras, más allá del propio cuerpo, parecen ser la herramienta privilegiada que provee del recurso para expresar la emociones, sentimientos, pensamientos y los afectos?
Ello parece que no es así, a lo largo de la historia hemos podido constatar que existen otras herramientas muy importantes para la expresión de las emociones, los afectos y los sentimientos. Considérese aquí la inefable persistencia en el tiempo de las actividades culturales, artísticas o estéticas.
No cabe duda de que, por ejemplo, la música, la danza y el baile, la pintura, la literatura –el ensayo, la novela, el cuento, la poesía— o el teatro han ocupado, a lo largo de su existencia, un lugar prominente dentro de la expresión de la vida sentimental o emocional de nosotros los seres humanos.
Ello ha permitido, dijera el mismo Freud, “sublimar” o expresar, “por otras vías u otros medios”, las emociones, sentimientos, pasiones o los afectos.
Otra vez, pues bien, parece ser que en tratándose de la alexitimia no sólo se manifiesta la ausencia de las palabras, sino que también se muestra claramente la enorme dificultad, por no decir imposibilidad, de expresar “por otras vías u otros medios” simbólicos –léase artísticos o estéticos— la vida afectiva, sentimental y emocional; es decir, tampoco pueden “sublimar”.
Finalmente, lo que he narrado en los párrafos segundo y tercero de este breve ensayo, y que refieren lo que a veces me sucede, no es alexitimia; es, lisa y llanamente, la dificultad de un escritor en ciernes.