El papel de la Ética Judicial en los Sistemas de Impartición de Justicia
En opinión de Carlos Iván Arenas Ángeles.
Es un derecho de los justiciables que la administración de justicia sea impartida por jueces y magistrados con autoridad moral que garanticen una justicia accesible, pronta, completa, imparcial y previsible, basada en la letra o la interpretación jurídica de la ley y, a falta de ésta, en los principios generales del derecho, sin que se privilegie cualquier otro interés.
Si bien la ética se traduce en un comportamiento humano que se caracteriza en ser unilateral, inherente a la conciencia del sujeto y sólo imperativo para él, resulta vital para la sana convivencia dentro de una colectividad, y particularmente importante en la función judicial por la trascendencia social que adquiere, pues en este quehacer debe imperar en el juzgador un sentido ético que equilibre el poder que el Estado deposita en su persona, para que al conocer de los procedimientos emita sus resoluciones conforme a la técnica jurídica y los principios éticos, procurando ser justo desde el Derecho.
La función de los tribunales y de los jueces requiere de los estándares profesionales más elevados. En una aspiración constante por encontrar el equilibrio entre los intereses en conflicto, es necesario que el juez actual sea buena persona, sabio, sensible y entendido no solo en asuntos legales, sino también en las áreas de la economía, la seguridad social, la sociología, la psicología, etc. Aspectos a considerar para sus designaciones y así podamos contar como sociedad con buenos jueces y magistrados, porque una mala persona nunca podrá ser un buen juez.
Como Magistrado en Retiro y como ex director de la Escuela Judicial, considero imprescindible una reforma al marco normativo para la designación de jueces y magistrados y retomar de forma institucional el código de ética judicial de forma conjunta, para garantizar el profesionalismo y la independencia de los tribunales y los jueces; ya que la ética judicial, como un sistema de valores profesionales, está fundada en el principio de la autorregulación "por los jueces de los jueces". Una administración de justicia efectiva de los tribunales requiere institucionalizar la ética judicial.
Existen diversos principios éticos que deben observar las jueces y los magistrados. Los tres primeros principios: independencia judicial en sentido estricto, imparcialidad y objetividad son las tres manifestaciones de la independencia judicial en sentido lato: La primera, se refiere a la actitud del juzgador frente a influencias extrañas al Derecho, provenientes del sistema social; la segunda, frente a influencias ajenas al Derecho provenientes de las partes en los procesos sometidos a su potestad; y la tercera, frente a influencias extrañas al Derecho provenientes del propio juzgador.
Existe un cuarto principio: profesionalismo, este se refiere al ejercicio responsable y serio de la función jurisdiccional. Finalmente, el último principio denominado: la excelencia, se considera como un arquetipo al que deben aspirar los juzgadores, mediante el cultivo de las virtudes judiciales que se definen en los Códigos de Ética para los poderes judiciales.
Así que la ética judicial es imprescindible pues proporciona una visión institucional de los valores que rigen el sistema de impartición de justicia y ayuda a todos los funcionarios judiciales a mejorar la efectividad de un poder judicial; al mismo tiempo que constituye un referente objetivo para la valoración de la conducta personal de cada uno de quienes tenemos el honor de servir y haber servido a nuestra gran nación en el servicio público mas importante encomendado al estado, como lo es el de impartir justicia.
Hasta aquí: “Justicia y Libertad”
Carlos Iván Arenas Ángeles.
Magistrado en Retiro.