El cuidado del medio ambiente en Jiutepec. Tradición histórica y obligación actual.
En opinión de Aura Hernández
Inger Andersen, PNUMA.
En su obra clásica “Y venimos a contradecir…los campesinos de Morelos y el Estado nacional”, Arturo Warman, refiere que las huellas de los primeros pobladores de lo que actualmente conocemos como el estado de Morelos, corresponde al de una cultura agrícola desarrollada y en algunas regiones vinculada a la cultura olmeca.
De acuerdo con esto, el desarrollo agrícola de la región conllevó también la existencia de un sistema de irrigación con un alto grado de consistencia, lo que originó que durante la Colonia e incluso antes de la llegada de los españoles los despojos de tierras y aguas fueran proverbiales.
Precisamente en el periodo colonial, el desplazamiento de la cultura agrícola y de irrigación del territorio, trajo los primeros litigios por la tierra y por el agua en la región, situación que se agudizó en los siglos XVI y XVII con el reemplazo de la agricultura de subsistencia por la introducción de la caña de azúcar.
Aún cuando las leyes de indias, protegía relativamente a la población autóctona que habitaba el marquesado del valle, los despojos se incrementaron debido a demanda de tierras irrigadas para la explotación de la caña de azúcar, lo que prefiguró la aparición de la hacienda como fenómeno de capitalista y originó la proletarización de los habitantes.
Siguiendo con Warman, la aparición del ingenio azucarero conllevó una nueva variante del despojo, pues para le explotación de la caña, se requerían grandes extensiones de tierra, pero también el agua de los afluentes y arroyos que bajaban de las tierras templadas.
El territorio de lo que hoy conocemos como Jiutepec, concretamente Atlacomulco, se caracterizó por tener una amplia red de afluentes y apantles que garantizaban la irrigación de la zona, además de una densidad poblacional considerable y originó que ahí, nada más y nada menos, el Marqués del Valle de Oaxaca, Hernán Cortés instalara una de las primeras grandes plantaciones de caña de azúcar con su respectivo ingenio.
Desde 1529 y hasta 1922 en que el Doctor José G. Parres intervino para que esta tierra se repartiera entre los integrantes del ejercito libertador del Sur y se fundara la villa de Jiutepec, todo este basto territorio perteneció a los descendientes de Hernán Cortés.
Después del reparto a los soldados zapatista, el municipio conservó durante muchos años esa tradición agrícola y de irrigación hasta que empezó a ser avasallada por la presión de las industria inmobiliaria y turística, precisamente por su gran riqueza natural. No en vano, ya es un mito urbano que Barbara Huton encontró que precisamente en Jiutepec, el mejor clima del mundo y mandó a edificar ahí su réplica del palacio japonés de sus sueños.
Después llegaron Civac, las cementeras, pero sobre todo la mancha