Cuando sea demasiado tarde… - Impacto por alcance.

En opinión de Gabriel Dorantes Argandar

Cuando sea demasiado tarde…  - Impacto por alcance.

La semana pasada salí de la ciudad, me trasladé a la Ciudad de México en un asunto familiar, un pequeño viaje de ida y vuelta, peccata minuta. Pues bien, tiene rato que me he encontrado con individuos que tienen una costumbre no solo molesta, sino peligrosa. Me refiero a los conductores que no respetan el espacio entre automóvil y automóvil a manera de agresión, especialmente para solicitar el paso. Es muy común circular a 100 kms/h en el carril de baja o mediana velocidad, iniciar una maniobra de adelantamiento por la izquierda a 110 kms/h, y uno o dos minutos más tarde haber adelantado al vehículo que venía a menor velocidad con toda tranquilidad y seguridad. Eso, asumiendo que el conductor de dicho vehículo sabe mantener el dominio de su unidad a esa velocidad, y el otro vehículo no decidió mágicamente incrementar su velocidad durante tal suceso.

            Pues bien, hay un colectivo de individuos que suelen circular por encima de los 120 kms/h. Las patrullas de los polidados poco hacen por mantener el orden o vigilar que los conductores respeten los límites de velocidad establecidos. No hay radares ni fotomultas ni nada por el estilo, la autopista México-Cuernavaca es tierra de nadie. A duras penas pueden cubrir con el mantenimiento, ya deje usted la vigilancia y las labores de rescate. ¿Cuántas veces al mes ocurre un accidente en las curvas que bajan de Topilejo a Tlalpan, y se colapsa toda la autopista por horas? Por lo menos una por semana, y por lo general en domingo, que entre los vacacionistas y los motocicleteros, los tramos finales se convierten en verdaderas trampas mortales derivado de aquellos individuos que no sólo no respetan los límites de velocidad, sino que han adquirido comportamientos de riesgo que en otros países merecerían años de prisión.

            ¿Cómo cuáles? Pues solicitar el paso a través de no respetar la distancia entre los vehículos, lo que en el vulgo se conoce como el “defenseo”. ¿Cuántas veces ha visto usted por el espejo retrovisor un vehículo que se le acerca a velocidades extraordinarias, esperando que usted inmediatamente se retire del paso? Generan la apariencia de que no frenarán ni detendrán su marcha, y si usted no cede, deberá conducir por algunos minutos con un vehículo a menos de un palmo de su parachoques posterior, hasta que la necedad de uno de los dos conductores prevalezca. Esta práctica, castigada con años de prisión en Europa, curiosamente pone en más peligro al conductor que realiza la acción (y a sus pasajeros, que por lo general he notado que es la esposa del conductor que prefiere dormirse antes de llegar a casa con un potente Síndrome de Estrés Postraumático), que es quien inicia la agresión. ¿Cuáles son las consecuencias de una acción de esa naturaleza? Pues que los pasajeros del vehículo agresor, en caso de circular por encima de los 100 kms/h, con gran seguridad perderán la vida TODOS, sin importar los cinturones de seguridad ni las bolsas de aire ni la mano de Dios. Esto se debe a que el vehículo que viene delante actúa a manera de ariete contra el vehículo agresor, y este efecto es mayor mientras menor sea la velocidad del vehículo posterior. Si usted agrede de esta manera a un automóvil a una velocidad de 140 kms/h, y el vehículo posterior circula a 100 kms/h, es como si hubiera impactado usted un muro seco e inerte a por lo menos 40, además de las consecuencias de todas las fuerzas resultantes de los cambios de inercia entre ambos vehículos. El resultado inicial sólo tiene dos posibilidades: un choque elástico de parachoque a parachoque, en el cual los ocupantes del vehículo posterior tienen probabilidades de sobrevivir; o que, derivado de la acción del frenado, el vehículo anterior se desplace por debajo del vehículo posterior. A partir de ese momento y en ambas circunstancias, las fuerzas del caos y la impredecibilidad se apropian de su vida y la de los suyos, cosas que para algunos son de poco valor y con gran seguridad se perderán en el accidente.

            Justo estoy terminando los datos de un estudio que realicé durante la primera mitad del año. Palabras más, palabras menos, si usted es un conductor agresivo que suele incurrir en estas prácticas, tiene un 40% de probabilidad de padecer rasgos psicopáticos y sadistas en su estructura de personalidad a gran nivel y con obvias repercusiones en su vida cotidiana. Recorrer la autopista de la universidad a la caseta de Tlalpan a 100 kms/h toma alrededor de 45 minutos de tiempo. Recorrerla a 120 deben de ser 35, y a 150 por debajo de los 30. ¿Vale la vida de los suyos (porque me queda claro que la de estos conductores no vale mucho para sus propias personas) 20 minutos menos en su trayecto? El exceso de velocidad es la causa número uno de mortalidad en éste y todos los países del mundo, y es la velocidad constante lo que verdaderamente hace una diferencia en los tiempos de recorrido. ¿A qué me refiero? Si usted conduce en la manera que está descrita en este texto, tardará casi la misma cantidad de tiempo que si condujera a una velocidad menor, pero permanentemente constante, durante todo el trayecto. ¿Por qué no hace usted la prueba? Por una vez que no ponga en riesgo la vida de los suyos y de todos aquellos que lo rodean, sus rasgos psicopáticos y sadistas no se verán grandemente afectados. Tal vez descubra que lo que usted verdaderamente necesita es terapia y medicamento antipsicótico (si usted conduce una camioneta Mazda color rojo y realiza con frecuencia estas prácticas en estas zonas, me refiero concretamente a su persona).

            ¿Cómo saber cuál es la distancia segura entre vehículos? Si usted circula dentro de la ciudad, debe poder ver en todo momento el lugar donde los neumáticos del vehículo que viene delante de usted tocan el pavimento. Entiendo que tal cosa es una locura, en la capital del glorioso estado de Morelos, todo el mundo le cortaría el paso y jamás llegaría usted a su destino. Si usted circula por autopista, la distancia mínima es de 25 metros a una velocidad de 100 kms/h (y diría que es poco), y cada intervalo de 10 requiere de 15 o 20 metros adicionales de distancia. Esto derivado de que los efectos sobre la física del movimiento son exponenciales al incremento en la velocidad. Coloque su puño sobre el tablero o volante, y tendría que ver el parachoques del vehículo delantero por encima de él. ¿Cuántas ganas tiene usted de terminar con la vida de alguien, en especial la de los suyos?

            Por lo demás, la tierra de mi general Emiliano Zapata anda en las mismas. La diarrea política de siempre, resulta que un diputado cuya orientación sexual de dudosa procedencia era de procedencia dudosa y al final no pudo mantener el cargo para el cual ya había rendido protesta porque ni las dudas ni la procedencia fueron argumentos suficientes para mantenerlo. Cuernavaca se sigue colapsando, aunque de pronto aparecen banquetas nuevas en algunas colonias. Un camión que trasladaba marranos se volteó en el libramiento, y poco sorprendentemente (yo no me lo esperaba) la gente no desaprovechó la oportunidad para hacerse de un “coche” de 100 kilos, creo que hasta en motoneta se llevaron a uno (yo por casualidad pasaba por ahí, pero escapé ileso y con mi libertad intacta). Hubo una balacera en Topilejo por unas personas que tenían secuestradas y resulta que encontraron rifles de francotirador (de esos que matan Terminators), las balas siguen zumbando sobre nuestras cabezas y el coronavirus sigue ascendiendo en tierra morelense.

            Así que como siempre, si usted no tiene a qué salir, le ruego no lo haga. Abrace fuertemente a los suyos que, si su familia no ha muerto, puede ser que no sea gracias a sus acciones.