Así luce ese rincón de Temixco; aquél de la masacre de 2017

Crónica

Así luce ese rincón de Temixco;  aquél de la masacre de 2017
Recorrido por la calle Francisco I. Madero, de la colonia Rubén Jaramillo, escenario de la masacre de Temixco en noviembre de 2017.
Así luce ese rincón de Temixco;  aquél de la masacre de 2017

Después de conocerse la recomendación que envió la Comisión Nacional de Derechos Humanos al Gobierno del Estado de Morelos, respecto a la masacre de noviembre del 2017 en el municipio de Temixco, donde perdieron la vida seis personas, entre ellas una bebé y un menor de edad, a manos de uniformados criminales, decidimos acudir para saber qué había pasado con ellos durante este tiempo.

Desde temprana hora, se buscó la ruta para llegar al número 238 de la calle Francisco I. Madero, colonia Rubén Jaramillo; después de algunos minutos de viaje desde la capital a aquella municipalidad, llegamos a las inmediaciones.

Debido a que el GPS sugería tomar varios callejones, se hizo evidente que dicha colonia es un intrincado laberinto; a nuestro paso, algunos jóvenes, nerviosos evidentemente, miraban el vehículo como intentando averiguar quién iba en su interior.

Cerca de las 10:20 de la mañana, llegamos a los alrededores del panteón cercano al domicilio donde ocurrió aquella masacre. Ya abajo del vehículo, comenzó la exploración del perímetro a pie, como se hace el periodismo a la vieja usanza.

Las calles aledañas lucían vacías, de muchos locales comerciales, apenas unos cuantos se mantienen en funcionamiento; los demás están con las cortinas abajo, pintadas con grafiti, marcadas, tal vez, para no volver a abrirse jamás.

En el ambiente se podía percibir cierta tensión, cierta angustia; algunas personas observaban fijamente. Un escalofrío recorrió el cuerpo, pero se mantuvo la calma; había la intención de que la presencia del medio no se malinterpretara. Acto seguido, estábamos ya en lugar de los hechos, la casa con por el número 238, y marcada para siempre por aquella tragedia.

Tres elementos en una patrulla resguardaban la entrada de la casa. Ante las preguntas con vecinos sobre el paradero de las víctimas que sobrevivieron, nadie sabía nada, nadie vio nada; es como si jamás hubieran existido.

“Se fueron para Estados Unidos, es lo que sé, de ahí en fuera no los conocía, sólo sé que vivían ahí unas personas, pero aquí casi nadie habla de la balacera, nunca supimos por qué fue, sólo que llegaron a vivir ahí y tiempo después pasó eso”, aseguró la única persona que quiso brindar unas palabras al respecto.

Al momento de tomar unas fotos al domicilio, que mantiene los sellos de “clausurado”, un par de jóvenes tatuados de los brazos pasaron en un auto Cirrus color gris, miraron y se marcharon, antes de perderse en una esquina, se notaba que su mirada continuaba hacia el periodista, a través de los espejos laterales.

Un policía cuestionó sobre las fotos. Tras la debida identificación y explicación del propósito de El Regional al estar ahí, el uniformado comentó: “¿sí vio cómo se le quedaron mirando? Tenga cuidado; esos morros siempre pasan por aquí en diferentes autos, no le vayan a hacer algo”, entre las palabras del oficial, el temor en ellos también era notorio.

Nos retiramos, pensando solamente ¿qué habrá pasado con los familiares de las víctimas? Mientras nuestra atención se centra en el teléfono celular, aquellos jóvenes sobre quienes nos advirtieron se acercan y detienen su marcha.

“¿Quién eres?, ¿Qué madres haces aquí?, ¿para qué?” increpó el copiloto. La respuesta fue la misma que se dio a los oficiales, “es una simple labor periodística”. En el interior del auto, armas de fuego, uno tipo revólver del lado del piloto y una tipo escuadra en las piernas del que cuestiona.

“No sé qué madres haces cabrón, pero no tienes nada que hacer aquí, vete a preguntar a otro lado” ordenó el copiloto, “váyase a la chingada” remató el muchacho. A pesar del amago, mantenemos la calma.

Después de la “cordial” despedida, se marcharon a toda velocidad, no sin antes echar un vistazo nuevamente por los espejos laterales. Nuestras dudas se mantuvieron, ¿Quiénes eran?, ¿Por qué la agresión?, ¿Acaso eran familiares?, ¿Por qué vigilan el inmueble?, ¿Qué más hay dentro de la casa?, ¿La policía ya los conoce?, en fin, preguntas que llevará tiempo responder.