Arco Libre - Princeso

Hugo Arco en Cultura

Arco Libre - Princeso

Mi primer apellido es Princeso, Rodolfo Princeso Fuentes. Siempre me ha gustado la comodidad, no soy fan de los riesgos físicos ni mentales. No veo por qué hacer más cuando no hay necesidad. Para qué.

No me gusta someter el pellejo a prueba, solo hay una vida y eso es lo que creo. Mi hermana es una de las que se la pasa criticándome, ella y su marido, y todo, por esta vida que trato de darme y es que ella, como está acostumbrada, como le gusta trabajar hasta en primero de mayo… parece robot.

He vivido prácticamente toda mi vida en la Ciudad de Tikomán, alrededor de treinta años. Y ahora, como gran novedad en mi vida, llegar aquí, a esta pequeña ciudad, que para algunos sigue siendo un pueblo pero más grande, me cuesta y mucho el proceso del cual yo tengo la esperanza de que solo sea de adaptación.

Y es que también allá encuentro muchas cosas insufribles por supuesto, pero digamos que ya estaba acostumbrado a ese tipo de menesteres. Aquí en Cocoyuc, por ejemplo, saber que tengo una gran variedad de animales en el patio y hasta dentro de mi casa: infinidad de hormigas, cucarachas, mosquitos y ratas al triple, mapaches, ¡uy!, vaya que es complejo. Arañas, con sus telarañas que siempre me estoy poniendo de mascarilla. ¡Los alacranes! Ahí sí para que vean, cuando me encuentro con uno, saco el machete y le parto la cola. También a los vinagrillos, uff, son unos horrores, además de extraños.

He visto que mucha gente de aquí los pisan, a algunos otros los estiran hasta separarlos en dos partes, a otros les extirpan su vinagre para la conserva de chiles y de las buenas costumbres familiares, yo no. Yo a los vinagrillos les echó alcohol y les prendo fuego porque a mi me han dicho que esos seres son enviados del demonio.

Veo que aquí mucha gente usa sandalias para andar. Es entendible. ¡Cuánto calor!

Solo que a mi, cuando estoy en casa, me gusta usarlos con calcetines. Así evito que la mayoría de los mosquitos en los pies, me piquen. De todas formas, como les digo, esto solo funciona como un filtro para esa parte del cuerpo ya que no se de qué forma, algunos de esos odiosos insectos lo logran traspasar. Tengo ambos brazos tatuados de costras con cicatrices. No soporto la comezón. En un dedo, en el cuello, en la espalda. No lo tolero.

Entonces en cada piquete, con mis uñas me arranco la piel para que la ponzoña no me llegue más profundo. Además, soy de los que prefieren el ardor a la comezón. Es como si te preguntaran el qué prefieres, sentirte triste o sentirte molesto, yo soy de los prefieren sentirse molesto. También, cuando combino las sandalias con los calcetines me da la sensación de ver las cosas con más compromiso, si no, me siento más como en domingo y me dan ganas de relajar, así, acostado sobre mi cama, viendo para arriba.

El calor aquí es algo que te hace ver la vida más difícil. Toda mi cara ya a la una de la tarde se encuentra llena de grasa y de sudor. Dicen que es bueno, pero aun así me repugna y sobre todo porque no ha pasado siquiera muchas horas en que me di un segundo baño para refrescarme. Es imposible dormir en la noche sin ducharte. Entonces tomen en cuenta de que hay veces que me tengo que lavar el cuerpo por más de tres a cuatro veces al día.

Las sabanas pegajosas no son mi fuerte. Aun así, con todo y mi ducha nocturna, a las dos horas me encuentro sudando, dando vueltas y obvio no me tapo con nada, pero aquí ¿qué creen? se hacen presentes de nueva cuenta los malditos mosquitos que tengo que estar cazando con mi muy apreciada raqueta china exterminadora, ya que como comprenderán es imposible cubrirse con las sabanas para utilizarlas como escudo.

No me gusta esperar ni dos minutos. Si quedas a una hora tienes que ser puntual, como los ingleses. Nada de que se me hizo tarde por esto o por el otro. Es una grosería, seamos serios. Ya he dejado a varios conocidos en los puntos de encuentro porque no tengo su tiempo.

Así lo hice con mi tía Raquel hace un par de semanas, la pobre vieja venía a visitarme de Puebla y se lo agradezco, pero me dijo que llegaba a una hora y a la mera hora me salió con otra. Ni modo. Le pedí su uber.

Tengo mis cosas, no podía dejar sin comida a mis canarios.

Yo acepto a mi alrededor como es. Sea la sociedad, sea la naturaleza, sean mis amigos, sean mis familiares, sean mis vecinos. ¿Por qué les costará tanto a tantas personas aceptarme así, así como soy? Soy Rodolfo Princeso Fuentes, servidor.

 

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