Árbol inmóvil - G-13 vs Frente Progresista

En opinión de Juan Lagunas

Árbol inmóvil - G-13 vs Frente Progresista

La malaria se ha apostado en el Congreso local. El parásito que la transmite a los humanos, a través de la picadura de mosquitos anofeles infectados, se esparce en las paredes, las escaleras, los autos y las actitudes de los congresistas. Todo el inmueble está pestífero. Los esporozoítos se trasladan (a gusto) en el tejido hemático de los dos bloques: G-13 contra Frente Progresistas de Mujeres. El teatro de la batahola no tiene cotejo. La jarana se ve por doquier: el Salón de Comisiones y el Pleno.

            La reciente confrontación se produjo el viernes 11, en las primeras horas de la madrugada. Con sólo 12 votos, la vicepresidente fue desplazada; así, ese puesto se ha asentado en los pendientes también (no hay sustituto). Existe un silencio fugaz. Una serie de busilis jurídicos, que nadie quiere resolver, por dos causas: 1. Temor. 2. Desconocimiento. Ningún integrante de “Guillermo Gándara” tiene una estructura epistemológica probada. Son improvisados y, por estupidez, no se dejan asesorar. Hasta sus colaboradores son estólidos.

Luego, al mediodía del 11, Alejandra Flores Espinoza, inmiscuida en un cargo raro: “coordinadora de los trabajos, en funciones de presidente, de la Junta Política y de Gobierno”, expuso los molares de su lascivia de poder: tomó posesión de las oficinas; las tapió. Y, en la periferia, abundaron los medios… (entre éstos, los de la siguiente nombradía: el proxenetismo). ¡Qué espectáculo! Si no fuera por el profesionalismo que exige la cobertura informativa, un servidor (estimado leyente) se habría puesto un tiro en la sien (en el orbe de la risotada).

Lo que siguió es inenarrable. No vale la pena dedicarle nada. Fue un episodio más del desencuentro en que sobrevive esta nefasta legislatura. Usan a la ESAF a su antojo. Este organismo, aunque Flores Espinoza no lo admita, lleva casi un año acéfalo. El anterior encargado lo recalcó, en su momento, en algunas entrevistas. El puesto se pelea, porque es una forma de “esconder” los excesos de los diputados. El auditor es un rufián, porque se hace alcahuete de aquéllos.

¿Y el Frente? Qué decir. Es apopléjico… Su epopeya es el fascismo; es decir, fisurar el esquema de la deliberación, para condicionar los acuerdos (malsanos, de por sí). Las siete congresistas que lo componen no saben ni qué hacen ahí. No poseen una carta esférica (con el permiso de Pérez-Reverte). En ambos grupos subyace la falsedad.

            Jean Baudrillard, filósofo crítico de la posmodernidad, estableció que la simulación es una mera apariencia; una máscara… “… la sustitución de la realidad por la híper-realidad”.

Sobre esa línea esquemática deambulan los nulos ya “representantes populares”. Y, en torno a las vicisitudes, se suceden en el mando de la voracidad. Ahora, el G-13 tiene ciertas ventajas, por el número; sin embargo, dentro de él hay traidores. Éstos, en algún instante, cimbrarán las decisiones que se tienen pre-pactadas.

Al final (va a llegar pronto), las disputas convergerán en un piélago común: el olvido. Se irán en un sendero de fracaso, como van al momento. Y se ríen. ¿De qué? Baratija, quincalla…

 

MISÓGINO

            “No odio a las mujeres”, dijo José Casas, en una rueda de prensa, el lunes 14. Pretende, por medio de un diplomado o curso, “curar” su mal endémico. ¿Y su prosaísmo? Recomendación: ponte a leer. Aparte de vulgar, eres un lerdo… Un obtuso más en esta Cámara aciaga.

 

ZALEMAS

            La indiferencia de la otredad hace daño. Como si vivieran dos muertos en una casa glacial. Ahí, entonces, el hedor a desesperación se camufla con el alma del aire.

            La voz del silencio se acrecienta en el moho de las habitaciones mudas, donde hubo ocasos innecesarios, como tus labios. Hay mujeres que no saben perdonar nunca. Se sitúan en el fingimiento.

            En “Tarde”, de Ricardo Güiraldes, se logra entrever (con la ceguera del martirio):

 

En la indiferencia silente del atardecer pampeano, un vasco canta.

Recuerda cuestas y pendientes rocosas y valles quietos o aldeas pueriles.

 

La voz es mala, el afinamiento orillea. El ritmo de la guadaña descogota la canción, a cada cadencia ondulosa, que nada es, en la indiferencia llana del atardecer pampeano.

           

            Los vocablos que emergen de la boca son infernales, en gran medida, porque obedecen a los apetitos del orbe, donde la carne es la supremacía. Qué angustia. Y el vate sigue…

 

Las ovejas balan volviendo al encierro, el vasco sigue cantando. ¡Nada!... El reflejo en las almas, del morir solar.

 

            La intranquilidad es un signo cambiante, que no se disipa jamás. Muerte sobre iniquidad. (Hasta el próximo jueves…).