AMLO, El gran maestro

En opinión de José María Román Román

AMLO, El gran maestro

La tarea elemental, esencial, básica de un guía nacional, es  proteger la vida, las propiedades del gobernado y el orden en la sociedad. Para cumplir esa función se le entregan las herramientas legales a las que debe someterse y con las que tiene que trabajar: La constitución y sus leyes. En sus decisiones, es el bien común la premisa mayor y su identificación se mide por las consecuencias que produce y que es la generalidad. Si bien es cierto que la riqueza la genera el individuo y la naturaleza, la realidad de fondo es que es la propiedad el concepto que la motiva para que pueda generarse. Es esencial y la historia lo ha demostrado que el incentivo primordial de la propiedad es la utilidad personal, sin dejar de considerar el beneficio social de la producción de riqueza del individuo. Proteger ordenadamente este concepto y desarrollarlo para el bien común, es el trabajo que un buen líder debe realizar para conciliar entre los gobernados esos intereses esenciales y vitales para el crecimiento y beneficio de sus habitantes.

¿Cómo lograrlo?, las herramientas están a la vista: con una sociedad ordenada, con una sociedad culturalmente preparada, con una sociedad en la que se le den las herramientas para que todos los ciudadanos tengan igualdad de oportunidades y desarrollen lo que sus capacidades personales tienen. El estado debe proteger esta condición y el líder debe tutelarla a toda costa. Cuando  esto no pasa, cuando esto no se tutela, el estado o se vuelve totalitario con la presencia de un dictador ya sea como persona o una dictadura de partido. En ambos casos esos dos estilos de dictadura terminan fracasando, atrasando y atajando la libertad y el progreso de los individuos y de las naciones que gobiernan. Ejemplos sobran, solo me referiré a los recientes: LA URSS, el PRI, Franco, Pinochet, Castro, Chávez en la doliente Venezuela por ser los inmediatos para nuestra generación, pero podemos espulgar entre la historia y ahí los seguiremos encontrando.

Cuando AMLO entrega las riendas de la preparación y administración de la educación (normalistas) a quienes serán los forjadores de individuos y no cumple con la función elemental de ser el guía que el Estado requiere para tener mejor educadores, la educación se vuelve mediocre, inservible e inútil en un mundo globalizado en el que los forjadores de individuos como son los maestros, tendrán que entregar a personas que responderán más a factores ideológicos que a la función práctica de la competitividad y capacidad para enfrentar con las demás naciones esas capacidades necesarias para defenderse mejor en la vida. El maestro aquí es nuestro líder, nuestro Presidente y él, el líder debe de imponer las condiciones a esos jóvenes para que obtengan la preparación adecuada. Al no hacerlo como ya está pasando, como ya lo hizo AMLO, pierde la oportunidad de dar a nuestros hijos a los capacitadores y formadores adecuados para la nación. AMLO, ES AQUÍ UN MAL MAESTRO y un ideólogo de un pasado perdido por inútil como fue la URSS. Esto mismo acontece en los hechos con los maestros, sobre todo los de Michoacán, Oaxaca y Chiapas donde puede más la función ideológica de los mentores que las necesidades de la formación del individuo. Cuando son ellos, los educadores quienes imponen las condiciones de la educación y no el estado y el líder, pierde la sociedad y eso lo miramos cada día con la deficiente educación pública que tiene México.

Sin la seguridad una nación fatalmente cae en el caos. Se auto destruye, se carcome en su interior, se degrada a un estado de salvajismo, se retrotrae al primitivismo. La razón de ser de una nación está en que los individuos pierden parte de su libertad con la que nacen a cambio de que el depositario de ese derecho parcialmente arrebatado se entregue a un ente u organismo mayor que es ficticio y real a la vez: al gobierno, al estado. Y será (¿o es?) la ley del más fuerte, la del más salvaje  la imperante. Recae en el estado y su dirigente, ellíder llamado presidente o primer ministro el encargado de tutelar para el bien común esa seguridad elemental que el ciudadano necesita para desarrollarse, para detonar sus capacidades.  Al no hacerlo, al dejar pasar al delincuente, al no combatirlo, el líder está destruyendo la nación lentamente o bien, como en nuestro caso, el líder sigue dejando que la nación se continúe destruyendo en sus bases elementales que son la convivencia ordenada y respetada. Algo muy elemental que nuestro gran Benito Juárez dijo muy claramente en su momento “EL RESPETO AL DERECHO AJENO, ES LA PAZ”, por lo mismo la obligación del líder es defender la paz social si está trastocada o prevenirla sino es el caso. Cuando es el delincuente el que impone las condiciones y no el líder, no el gobierno, no el estado, el caos es solo cuestión de tiempo. Lo que aconteció y acontece todos los días en nuestro país es precisamente eso: la continuación de la destrucción de las bases sociales, éticas y morales que están acabado con la convivencia y que como lo miramos, la sociedad mexicana entra a un estado de salvajismo primitivo gracias al líder que ha sido en el pasado y en el presente omiso en el cumplimiento de su obligación de proteger a los gobernados. Lo de Culiacán nos demuestra que AMLO ES UN PÉSIMO MAESTRO, enseñó mal no porque cedió y regresó al delincuente, sino por no planear adecuadamente el trabajo de detenerlo y exponer innecesariamente a la sociedad que gobierna, a los individuos a los que se debe. Los pájaros tirando a las escopetas, dice el refrán.

AMLO, ya sentó cátedra, fijó muy mal las bases y de aquí en adelante los maestros, los normalistas, la delincuencia ya saben cómo doblegarlo a sus intereses. Vamos mal, ¿Seguiremos peor?, ¿hay algo realmente peor que tener un mal maestro, un mal líder? Hasta ahora las señales son pésimas por que los demonios están desatados y sin recato hacen lo que quieren.