Yo tengo otros datos - Democratización: buen augurio Unidad vs consenso
En opinión de Carlos Galicia

Si el país está entrando en un proceso de democratización en el cual los poderes públicos se renuevan a través de la participación directa de los ciudadanos, voto directo. Entonces tenemos la esperanza de que algunos entes públicos se democraticen, como es el caso de los Órganos Constitucionales Autónomos (OCA). ¿En el futuro veremos que los titulares de los (OCA), se elijan a través del voto directo? Ya no serán designaciones, sino que, por elección, los ciudadanos podrán votar, a quien desean que sea el titular del Órgano Constitucional.
Posiblemente, veamos que el titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos es elegido a través de un proceso democrático; en el cual varios candidatos presentan sus propuestas relacionadas con los derechos humanos. De igual manera, se podrá realizar en órganos encargados de procesos electorales, asunto de la mujer, educación y en aspectos de salud.
Si es así, se tendrá que perfeccionar la representación en las casillas del candidato y determinar el número de participantes, porque cuando se trata de participar en asuntos públicos, los ciudadanos se vuelcan, no tanto, por el deseo de mejorar las condiciones de los asuntos públicos. Si no más bien por el sueldo, las canonjías y los privilegios que reciben durante el cargo.
Ahora bien, se supone que en este tipo de democratización los partidos políticos están ausentes de manera oficial o legal. En ese sentido, es importante incentivar a las organizaciones sociales, civiles e incluso empresariales a participar sin membrete de ninguna organización política, ni candidaturas agazapadas por los partidos políticos.
Si el país sigue por esta vía de democratizadora, hay un asunto pendiente que no puede esperar más. Las universidades públicas. Ya son tiempo de que los alumnos y alumnas, maestros y personal administrativo elijan de manera directa a las autoridades escolares. La democracia representativa ya concluyó su tiempo, es momento de darle apertura al voto directo.
Se tiene que empezar a elegir de manera directa; a través de un proceso electoral al director de las escuelas o facultades, en el que participe la misma autoridad competente en materia electoral, para que organice los comicios. Pero muchas veces la misma autoridad escolar es juez y parte en la contienda; instala a modo el colegio electoral y, desde luego, impone al candidato oficial, simulando que es candidato de unidad. (Las viejas prácticas priistas)
No es posible que en un salón de clases se elija al jefe del grupo a través del voto directo de sus compañeros. En el caso de la Federación de Estudiantes en Morelos, se elige al titular a través de un proceso democrático. Y en el caso de las autoridades de la escuela, / facultades y la rectoría, son ratificados por la Junta de Gobierno, una vez que han sido elegidos con el voto directo por la comunidad universitaria. Pero si el máximo órgano decide cambiar la decisión de la mayoría, lo puede hacer, aun cuando tenga legitimidad dicho proceso. Esta camarilla no es otra cosa que una autocracia electiva, tal como llama a la democracia representativa, Michelangelo Bovero, politólogo y filosofo italiano, profesor de filosofía política en la Universidad de Turín, Italia. En una entrevista que cedió al periódico El Clarín, reveló que la democracia hoy en día se ha convertido en una autocracia. “Son regímenes en los cuales existen elecciones libres, los votantes ceden el poder a una persona o a un grupo. En donde las decisiones se toman de arriba hacia abajo, desde los círculos de poder hacia la colectividad, en los que los ciudadanos son contados, pero como tales se alejan cada vez más del juego político”.[1]
Aun cuando se elija a un individuo para representar a la colectividad, no garantiza que las decisiones que toma sean la voluntad de los demás. En la medida en que no existe comunicación, coordinación ni autorización de los representados, es simplemente una decisión unipersonal, por lo que hace de la política un juego de unos cuantos; los de arriba.
Las universidades públicas son centros de estudio, de producción de conocimiento, de constante reflexión y de concientización. Por lo que es indispensable que empecemos por las escuelas, considerando que son espacios de actuación, de cambio, de consciencia de los individuos. En México, las autoridades universitarias de las universidades públicas, el Rector de la Universidad de la Nación, ya deben ser elegido por los alumnos, maestros y personal administrativo a través del voto directo. De la misma manera, el Politécnico Nacional, siendo una institución educativa su democratización se ha tardado demasiado. Ya tiene que adquirir su autonomía y que decida su propia comunidad estudiantil, el destino del centro educativo.
Ahora que, si la democratización se trata únicamente de legitimar las decisiones de la cúpula del poder, para colocar a incondicionales en cargos públicos, entonces de poco o de nada sirve que la democratización continue. Mejor que todo siga igual.
Refilón
Por la unidad entre los magistrados.
Es frecuente que una situación de crisis en algún ente público se busque establecer la “unidad”. Cabe señalar que este concepto fue muy usado en el antiguo régimen. En su momento el coordinador de la fracción parlamentaria morenista lo utilizó. Hoy se escucha en voz del (recién nombrado) titular del Tribunal Superior de Justicia. Pero más que buscar la unidad se debe trabajar por el consenso, que no es lo mismo que la unidad, no son sinónimos. En el Tribunal debe existir diferencias de pensamiento; cada uno de los integrantes tiene derecho de pensar de manera distinta. Lo que el presidente del TSJ (recién nombrado), debe buscar es el consenso, que no es otra cosa que establecer acuerdos de conformidad de cada integrante, desde luego, respetando la pluralidad de pensamiento de los miembros del ente jurisdiccional.