Vivir con miedo: Adriana, Guarneros y el Fiscal
En opinión de José María Román Román
Son mundos opuestos en tres personajes en medio de una vorágine de acontecimientos delictivos que sangran a Morelos y que destruyen lenta pero inexorablemente su tejido social. Son tres los miedos de los ciudadanos a ser víctimas del delincuente. Miedo a que no se prevenga el delito, miedo a que no se investigue, miedo a que anden sueltos los criminales.
Adriana Pineda Fernández puede presumir de lo que Guarneros está muy lejos de hacer: combatir frontalmente a la delincuencia y entregar al menos el 50% de resultados favorables en la comisión de los delitos concernientes a su encargo. Con un trabajo discreto y callado, menos publicitado pero más eficiente la Fiscal Especializada en el Combate al Secuestro y Extorsión puede alardear que entrega solución de una parte de los problemas que llegan a sus manos. El secuestro es un gravísimo delito que por desgracia va en crecimiento en Morelos y no es nada agradable saber que sigue azotando a nuestra entidad. Sin embargo el combate por lo que hace al trabajo de esta funcionaria da resultados, no en su totalidad como ella mismo lo ha manifestado, pero sí en un alto índice y a favor de los afectados. Tiene esta joven funcionaria la franqueza y honestidad de no hacer alarde, sino de ser objetiva cuando informa (rara vez lo hace) el estado que guardan las cosas del delito de secuestro y extorsión y no miente ni publicita como si fuera un circo los buenos resultados cuando éstos se obtienen a través de un trabajo arduo de investigación profesional que ha hecho que muchas familias tengan la tranquilidad de conservar la vida y el patrimonio de los secuestrados o de los extorsionados. Podemos, dentro de lo que cabe dormir tranquilos y desde luego también estar conscientes de que en lo posible y como sociedad tenemos en esta mujer la capacidad necesaria para investigar, perseguir y desde luego consignar a los delincuentes en el más grave de los delitos de la sociedad que es el secuestro y la extorsión, los que generalmente concluyen cuando no hay de por medio unas investigación seria en asesinatos de las víctimas. Otra vertiente que tiene este delito es la destrucción del capital de muchos empresarios y gente de trabajo que han logrado con su esfuerzo reunir un dinero para invertirlo en empresas que generan empleos e impuestos, ángulo con el que no se mira muchas veces las consecuencias del crecimiento de la delincuencia. Por desgracia el gobierno ha sido omiso en publicitar el trabajo de esta fiscalía para combatir al delincuente y eso ha hecho que la labor de investigación se complique por el simple transcurso del tiempo y en razón de que muchas de las denuncias se presentan tardíamente o cuando los hechos delictivos ya se han consumado. Ojalá las buenas acciones como la comentada sean destacadas, no precisamente respecto de la funcionaria sino respecto del trabajo que la fiscalía tiene a su cargo y que no es del conocimiento amplio de la población, sobre todo de los potenciales sujetos de este tipo de delitos que son en esencia los empresarios.
Caso opuesto el asunto del señor José Antonio Guarneros que constantemente solicita que el empresario haga denuncias de los delitos ignorando que estas denuncias son en la práctica una sentencia de muerte para el denunciante o la víctima. No ha generado este señor los esquemas indispensables para guardar la privacidad de la denuncia y los hechos han demostrado que por regla general cuando salen libres los delincuentes, la venganza contra los denunciantes es casi una regla. Los hechos nos dicen y las estadísticas, contrario a lo que pasa con la Fiscal Adriana tienen muchísimo en contra del señor Guarneros porque el incremento de los delitos por la falta de trabajo del almirante deja muchísimo que desear. Lo mismo podemos decir del fiscal general del estado, Uriel Carmona Gándara, un personaje que sin pena ni gloria ha carecido de la capacidad para poner a su gente a trabajar en las investigaciones de los múltiples delitos que se cometen en el estado. Su reciente comparecencia en el Congreso más bien fue un circo, un show vulgar que dio más tintes políticos que trabajo serio de investigación y persecución de los delincuentes. Los recursos públicos empleados por el fiscal para su presentación en el congreso fue verdaderamente grotesco porque se emplearon en acarrear trabajadores para que aplaudieran su presencia en el congreso como si esto contribuyera a mejor la justicia en el estado.
Vivimos con temor, con miedo porque el ciudadano al tener estos dos últimos funcionarios no sale de apuros y al contrario miramos como el crecimiento delictivo nos alcanza por más que marchas y plegarias sean la constante en la preocupación del obispo de Cuernavaca que se cansa de denunciar el crecimiento y el dominio del delincuente en la vida de la sociedad de Morelos. Miedo a todo: a ser víctimas, a salir a la calle, a los políticos que no hacen su trabajo y al delincuente que sí sabe hacer su trabajo. Es el miedo diario de cada día la constante que nos agobia.