Trabajan en UAEM la Bioinformática al servicio de la salud y el ambiente
En el Centro de Investigación en Dinámica Celular (CIDC), de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), Armando Hernández Mendoza, profesor investigador y director del CIDC, lidera el laboratorio Biogenea.
Su línea de investigación, “Bioinformática y Genómica Evolutiva”, se dedica a desentrañar los secretos del material genético de los organismos, utilizando la evolución como lente para comprender cómo se han modificado los genes a lo largo del tiempo.
El grupo de investigación se enfoca en tener un impacto local en Morelos, analizando bacterias patógenas que afectan al ganado, como Anaplasma y Mycoplasma, dada la dificultad de cultivar estos organismos en laboratorio, el equipo va al campo para recolectar muestras de sangre de animales infectados, con el fin de secuenciar los genomas de las bacterias patógenas predominantes en el estado de Morelos.
Otro proyecto de gran relevancia, es en colaboración con el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), donde realizan prospecciones de agua en Yucatán y las posibles modificaciones en las bacterias presentes en las cuencas de agua cercanas a las ciudades.
El investigador concluyó diciendo que la bioinformática y la genómica, han experimentado un crecimiento exponencial desde la secuenciación del primer genoma bacteriano en 1994.
“Hoy, la cantidad de información genética acumulada es vasta y requiere de bases de datos seguras para su almacenamiento y análisis”, mencionó.
El laboratorio Biogenea, bajo la dirección de Hernández Mendoza, se encuentra en el centro de esta revolución, utilizando la genómica evolutiva para abordar problemas en la salud animal y el medio ambiente.
La bioinformática y la genómica evolutiva han revolucionado la forma en que entendemos el material genético y su papel en la evolución de los organismos. En los últimos años, hemos visto avances significativos en la tecnología de secuenciación de ADN, lo que ha permitido analizar grandes cantidades de datos genómicos de manera rápida y precisa.
La tecnología CRISPR-Cas9 ha sido un punto de inflexión en la edición genética, permitiendo modificar el ADN de manera precisa y eficiente. Esto ha abierto nuevas posibilidades para la investigación y el tratamiento de enfermedades genéticas.
La genómica comparativa ha permitido estudiar la evolución de los organismos y entender cómo se han adaptado a diferentes entornos. Esto ha llevado a la identificación de genes y rutas metabólicas que son esenciales para la vida.
La bioinformática ha sido fundamental para el análisis de los datos genómicos, permitiendo a los científicos identificar patrones y relaciones que no serían visibles de otra manera. Las herramientas de aprendizaje automático y inteligencia artificial han sido especialmente útiles para analizar grandes conjuntos de datos.
La medicina personalizada es uno de los campos que más se ha beneficiado de la bioinformática y la genómica evolutiva. Al analizar el genoma de un individuo, los médicos pueden identificar mutaciones y variaciones que pueden influir en la respuesta a ciertos tratamientos.
La investigación en enfermedades raras y genéticas ha sido otro área que se ha beneficiado de la bioinformática. Al analizar los datos genómicos, los científicos pueden identificar las causas subyacentes de estas enfermedades y desarrollar tratamientos más efectivos.
La bioinformática también ha sido útil en la agricultura, permitiendo a los científicos identificar genes que confieren resistencia a enfermedades y mejorar la productividad de los cultivos.
La secuenciación de nueva generación (NGS) ha sido un avance significativo en la tecnología de secuenciación de ADN, permitiendo analizar grandes cantidades de datos genómicos de manera rápida y precisa.
La integración de datos de diferentes tipos, como genómicos, proteómicos y metabólicos, ha permitido a los científicos obtener una visión más completa de los sistemas biológicos.
La bioinformática ha sido fundamental para el estudio de la evolución de los organismos, permitiendo a los científicos reconstruir árboles filogenéticos y entender cómo se han adaptado a diferentes entornos.
La investigación en bioinformática ha llevado a la creación de nuevas herramientas y tecnologías, como la computación cuántica, que pueden procesar grandes cantidades de datos de manera más eficiente.
La bioinformática seguirá siendo un campo en constante evolución, con nuevos avances y descubrimientos que nos permitirán entender mejor el material genético y su papel en la evolución de los organismos.
Redacción

