Serpientes y escaleras - Unirse o desaparecer
En opinión de Eolo Pacheco
La oposición no tiene tiempo ni espacio para tonterías: o van juntos o pierden.
Hundirse o desaparecer
La oposición política en Morelos no tiene margen de maniobra: o se unen para competirle a Morena o van a desaparecer. El dirigente estatal de la CTM Vinicio Limón Rivera volvió al escenario local y dijo con firmeza que la única manera que tienen el PRI, el PAN y el PRD de darle la batalla a la 4T en el próximo proceso electoral es en alianza. “Si no lo hacen se los cargará la chingada y Morena ganará”.
El veterano priísta no descubre el hilo negro con su declaración, pero expresa con absoluta claridad; y tiene razón: los partidos opuestos al Movimiento de Regeneración Nacional no tienen tiempo que perder, ni están en condiciones de ponerse sus moños: ninguno cuenta con el empuje en sus siglas para hacerle sombra al obradorismo, ni mucho menos con personajes carismáticos que puedan marcar la diferencia.
Personalmente nunca he sido simpatizante de los modos, ni del estilo del líder en Morelos de la Confederación Mexicana de Trabajadores; aunque personalmente el trato de Vinicio Limón es cordial, la manera como ha ejercido la política a lo largo de su historia no ha sido la más democrática, representativa, ni incluyente. Lo que no se le puede regatear al cetemista es su experiencia y la franqueza al expresarse.
Los tres partidos que conforman la Alianza por México tienen representación en Morelos, aunque uno de ellos, el PRD, perdió su registro en la elección anterior. De los tres, empero, no se hace uno bueno: todos carecen de una buena dirigencia, han perdido representación social y no tienen liderazgos que los hagan fuertes.
El Movimiento de Regeneración Nacional no es muy diferente a los partidos de oposición, también se trata de un organismo manejado de forma caciquil, sin rumbo y severamente dividido al interior. Pero es el partido que gobierna y en donde está Andrés Manuel López Obrador, un hombre con una alta representatividad social y un arrastre que no tiene en este momento ningún otro político mexicano.
Si López Obrador no estuviera en Morena la contienda entre partidos sería mucho más sencilla para la oposición; el problema es que sí está y pese al desgaste que le deja el ejercicio de gobierno, sigue siendo un imán que atrae votos, sobre todo en los sectores más vulnerables.
La posibilidad de que la oposición recupere el gobierno de Morelos en el 2024 existe, pero para que eso ocurra primero se deben cumplir varios supuestos, entre ellos: 1- Que toda la oposición se una, dejando de lado los intereses personales y el protagonismo de las dirigencias. 2- Que la selección de los candidatos, empezando por la de gobernador, se haga en función de lo que quiere la gente y no de lo que ambicionan los grupos políticos. 3- Que quienes aparezcan en la boleta electoral no representen la personalidad de los partidos; para que los candidatos opositores puedan ganarle a los de Morena no solo deben ser mejores, también ser opuestos al PAN, PRI y PRD.
Aunque la fuerza electoral de Morena es mayor a la de sus adversarios, también hay un sector social que ya se manifiesta abiertamente en contra del obradorismo y está muy enfadado con Cuauhtémoc Blanco. Este segmento poblacional que ya no quiere a Morena se puede ir a la oposición, pero para que eso suceda es indispensable que sus candidatos conecten con la gente. El traslado ciudadano de la 4T a la oposición no es en automático, depende de quienes sean los candidatos.
Puesto esto como base lo que sigue es revisar los perfiles de quienes aspiran, para ubicar a quienes verdaderamente podrían encabezar un proyecto opositor de aquellos que alzan la mano solo para que los tomen en cuenta y les toque algo en la repartición, como es el caso de Eliacib Polanco.
La falta de liderazgo en las dirigencias de oposición se traduce en una oferta política sumamente pobre y alejada de la sociedad; en los tres partidos que podrían conformar la alianza faltan perfiles, de ahí que el candidato más rentable ni siquiera milita en uno de estos institutos políticos.
En el Partido Revolucionario Institucional se ha escuchado desde hace tiempo el nombre del senador Ángel García Yáñez; el personaje en cuestión es una figura importante en su región, con liderazgo, pero que en los últimos años ha estado envuelto en escándalos que lo relacionan con la delincuencia organizada, de ahí que su propia dirigencia duda en postularlo, “Porque no sabemos qué le puede aparecer”.
Acción Nacional está igual: de su lado está el alcalde de Cuernavaca José Luis Urióstegui, un hombre que ganó la elección como candidato ciudadano y que a la fecha no se ha registrado como militante del PAN. Fuera de Urióstegui los panistas no tienen a nadie. En el PRD las cosas están peor: el otrora partido gobernante está totalmente desdibujado, carece de presencia social, de representación política y hasta de registro; les faltan candidatos porque nadie quiere postularse por esas siglas.
Por lo anterior es fácil suponer que el candidato opositor a la gubernatura de Morelos será José Luis Urióstegui, lo cual podría representar la tumba política del abogado si se lanza sin un abanico de candidatos que le sumen votos y en un esquema en donde las dirigencias lo dejen hacer una buena campaña, sin presiones, sin imposiciones y con dinero.
Mandar al alcalde de Cuernavaca a competir por el estado es lo más sencillo para todos los dirigentes de oposición, porque aún perdiendo Urióstegui les sumaría votos y abriría el camino para posiciones seguras que serían ocupadas por gente cercana a ellos. Avanzar así sería un grave error de cálculo del abogado, representaría su fin en la actividad pública y un futuro de desprestigio, porque no solo perdería, también quedaría marcado por la torpeza de sus decisiones.
Reitero: Vinicio Limón tiene razón en lo que dice: la oposición no tiene manera de ganarle a Morena por separado, ni cuentan con un candidato capaz de revertir el enorme desprestigio que acompaña a esos partidos.
Parafraseando al cetemista: o se unen con inteligencia y humildad o se los carga la chingada.
· posdata
Priísta de origen, formado a la sombra de Juan Salgado Brito, Manuel Martínez perdió el rumbo político desde hace varios años, después de que renunció a su militancia tricolor.
Martínez Garrigós representó en la alcaldía de Cuernavaca la esperanza de que el partido tricolor en Morelos resurgiera; el entonces alcalde encabezó un gobierno que mezclaba experiencia y juventud, acorde a la propuesta que desde el Estado de México encarnaba Enrique Peña Nieto.
Para muchos Manuel Martínez era la versión tlahuica del gobernador mexiquense: joven, preparado y atractivo a las damas, era el kit completo de campaña; pero la juventud y las malas compañías pasaron la factura muy rápido al novel alcalde capitalino. Rodrigo Gayosso, Jorge Meade González, Iván Saucedo, Alfredo Gutiérrez, Juan Jaramillo, César Cruz y su hermano José Martínez Garrigós eran el grupo que lo rodeaba y guiaba en la toma de decisiones.
El de Martínez Garrigós no fue tan mal gobierno como se piensa: a partir de un préstamo de 600 millones autorizado por el congreso el ayuntamiento llevó a cabo centenas de obras en prácticamente todas las colonias, entre ellas dos parques, un puente en Buena Vista y la pavimentación de la avenida Morelos sur.
El problema de Manuel fue su personalidad y la ambición de sus colaboradores, empezando por la de su hermano; para muchos el alcalde capitalino era el candidato natural del PRI al gobierno estatal, pero se confió, se separó del cargo antes de tiempo y erró al poner su futuro político en manos del exgobernador Humberto Moreira.
La elección del 2012 fue un parteaguas en la carrera política de Manuel Martínez Garrigós; tras perder la postulación al gobierno del estado y al dejar ir la oportunidad de ocupar la primera senaduría del PRD en esa elección, el priísta se desdibujó. Su paso por el congreso local y la dirigencia estatal del PRI no le sirvieron para nada, por el contrario, acentuaron su depresión. Fue en ese periodo que quedó sujeto a procesos penales por sus actos en el ayuntamiento y se convirtió en el político más repudiado del estado.
Tras su salida del PRI Manuel Martínez ha dado tumbos políticos: se pronunció a favor del proyecto de la Cuarta Transformación, pero lo hizo a título individual porque nadie de Morena le hace caso; por el contrario, lo rechazan y le recuerdan que fue el propio presidente Andrés Manuel López Obrador quien lo destituyó del cargo que de manera efímera ocupó en la Profeco.
Con más años a cuestas y sin el carisma de otro tiempo Manuel Martínez Garrigós alza la voz y anuncia que participará en la próxima elección amparado por la alianza opositora Vamos por México. “Me han invitado amigas y amigos del Partido Revolucionario Institucional”.
La buena fama que por algún tiempo tuvo Manuel Martínez se ha perdido, aunque se le debe reconocer que es un hombre articulado e instruido que nunca ha dejado de trabajar en tierra. De ninguna forma se le puede considerar una figura sobresaliente de la política, pero frente a lo que tienen el PRI, el PAN y el PRD sin duda es mejor.
No faltará quien cuestione la ambivalencia política de Garrigós y el hecho que hasta hace algunos días promocionaba los ideales de Morena. Cierto, pero hay que entender que la ideología, los principios y la lealtad partidista ya no existen, ahora la meta es competir y ganar de cualquier forma, no importa las siglas, ni los preceptos doctrinales. El mejor ejemplo de ello es Morena.
El regreso de Manuel Martínez Garrigós a la política ya no emociona a nadie, porque aquella vieja promesa política se quedó en eso, en promesa. Sin embargo su inclusión en la campaña puede ser interesante porque se trata de un político experimentado en temas de campaña, uno de los que mejor conocen la capital y alguien con la habilidad para aprovechar los errores e inconsistencias de la 4T.
Por cierto: con Ulises Bravo al frente de Morena en Morelos, ni Manuel Martínez ni nadie opuesto al proyecto de Cuauhtémoc Blanco tiene cabida en las siglas de la 4T.
· nota
En su calidad de coordinador de asesores Víctor Mercado se reunión con empresarios de Adiem, de paso se dejó apapachar en su condición de precandidato a la gubernatura de Morelos.
Víctor es una buena persona, con arraigo e identidad, podría ser un buen gobernador, pero para que eso suceda primero debe ganar la candidatura y luego la elección. En ambos casos necesita una buena campaña.
· post it
Hace un par de años escuche a la entonces síndica del ayuntamiento de Cuernavaca Marisol Becerra lamentarse del tiempo que le consumía la actividad pública y de lo desencantada que se encontraba de la política. “Ya quiero que esto termine, no es lo mío, estaba mejor antes de entrar, me iba mejor”.
Ahora observo que la dama reaparece en política bajo las siglas de Movimiento Ciudadano en un intento de regresar a donde, dijo, no se encontraba a gusto.
La política es adictiva.
· redes sociales
“En Sapac te invitamos a hacer más con menos agua, yo me sumo al reto” dice el alcalde de Cuernavaca en un video que representa la nueva campaña de la dependencia.
¡Nombre, unos genios!
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