Serpientes y escaleras - Matemática política

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Matemática política

Lo que no entienden algunos políticos es que ya no se gana en solitario.

 

Matemática política

Una vez superada la elección de julio en el Estado de México y Coahuila la agenda electoral se ubicará en los nueve estados que renovarán a su gobierno estatal, entre ellos el de Morelos. Desde hace meses la temperatura política se ha elevado en la entidad producto de la inquietud de quienes buscan la candidatura, pero la presión aumentará aún más cuando en el escritorio de las dirigencias nacionales de los partidos se coloque a los siguientes estados en disputa. En política no aplican las reglas de Pitágoras.

Cada uno de quienes buscan competir por el ejecutivo de Morelos bajo las siglas del Movimiento de Regeneración Nacional están haciendo lo que a su entender les parece lo mejor. Algunos apuestan a la promoción de su figura en formatos que eventualmente pueden elevar su conocimiento público, pero de ninguna forma les ayudarán a ganar la encuesta de Morena; otros se mueven al viejo estilo, construyendo estructuras, armando comités y trabajando como la vieja izquierda, sin considerar que se trata de formatos obsoletos e inservibles.  Nadie está haciendo un trabajo profesional.

Lo que tampoco está haciendo ninguno hasta ahora es trabajar en la conciliación interna, en los acuerdos necesarios para avanzar en la contienda constitucional y afianzar la ventaja que las encuestas le conceden a la 4T. El motor del Movimiento de Regeneración Nacional no es el partido, ni la militancia, sino la figura de Andrés Manuel López Obrador y la simpatía que conserva en un sector amplio de la población. Y AMLO no estará en la boleta electoral del 2024.

Si el Plan B del gobierno federal se mantiene vigente, el presidente de México podrá hacerse presente en la campaña para promocionar a su partido y a sus candidatos sin ningún impedimento legal; ese es el mejor escenario para Morena porque igual que en el 2018 habría un boost que sumaría votos aún en casos donde los candidatos no tuvieran presencia social ni rentabilidad política. El problema para Morena es si se cae el Plan B.

En Morelos hay siete aspirantes a la candidatura de Morena al gobierno estatal: dos mujeres (Margarita González y Lucía Meza) y cinco hombres (Víctor Mercado, Juan Ángel Flores, Rabindranath Salazar, Rafael Reyes y Juan Salgado Brito). El diálogo entre ellos es escaso y en algunos casos inexistente. Veamos: Margarita habla con Juan Ángel, pero está distanciada de Lucía Meza y Rabindranath Salazar. Lucía Meza solo habla con Juan Ángel. Víctor Mercado dialoga con Juan Ángel. Juan Ángel habla con todos, pero con ninguno acuerda. Rabindranath habla con Rafael Reyes y Juan Ángel. Rafael habla con Rabindranath y con Juan Salgado. Y Juan Salgado habla con todos, pero nadie lo toma en serio.

La ventaja que el Movimiento de Regeneración Nacional tiene en este momento sobre los demás parece estar generando un exceso de confianza tanto en el partido como en quienes quieren abanderarlo en el próximo proceso electoral. Los números otorgan alrededor de 15 puntos de delantera a la 4T en la carrera por el estado, pero en un análisis serio se debe tomar en cuenta el rubro de indecisos, que ronda los 25 puntos y que dependiendo de cómo se decanten puede fortalecer el triunfo de Morena o cambiar el sentido de la elección.

La falta de diálogo entre precandidatos de Morena es un tema importante al que no se le está dando la importancia que requiere. Independientemente de quien obtenga la postulación de la 4T para la gubernatura de Morelos en el 2024, la suma del resto de los precandidatos es fundamental para que lo que reflejan las encuestas se traduzca en votos reales en las urnas.

Una y otra vez en los procesos internos de los partidos ocurren situaciones como las que hoy se ven en Morena; son historias similares con finales parecidos, porque en independencia de las siglas y de la ideología, la arrogancia y la envidia son condiciones humanas. Veámoslo de esta forma:

Entre los siete precandidatos de Morena en Morelos hay algunos mejor posicionados que otros, pero ninguno con el empuje electoral necesario para despreciar el apoyo social y político de los demás: ninguno tiene liderazgo estatal, ni el carisma de López Obrador. Llegado el momento el partido los evaluará bajo una óptica que no solo contempla la popularidad o el conocimiento, también tomará en cuenta otras variables que considera fundamentales y que se han utilizado en las encuestas de los otros estados.

Precisamente por ello el diálogo, la conciliación y acuerdo entre actores políticos de la 4T en Morelos es primordial, porque ninguno gana en los diez rubros que contemplan las encuestas de la 4T. Considerando, además, que la dirigencia del partido no tiene la ascendencia necesaria para generar la unidad, es imperativo que esta iniciativa surja de los propios contendientes, porque serán ellos los beneficiarios o los perjudicados de llegar al proceso electoral divididos.

Supongamos, por ejemplo, que alguno de los precandidatos tiene un posicionamiento general de 6 puntos, que no alcanzan para ganar la candidatura ni la elección constitucional; sumarlo podría parecer innecesario porque de primera instancia se puede suponer que se trata de una cifra mejor que no hace diferencia. En el mejor de los casos sumar a este personaje allegaría al candidato los 6 puntos que tiene, pero dejarlo fuera podría hacer que juegue en contra y en ese plano los 6 puntos podrían volverse 8 o 10, porque el desplazado se dedicaría a jugar en contra de su candidato. Imaginen ese escenario con alguien que tenga un capital político de dos dígitos.

Cualquier intento de unidad entre los aspirantes a la gubernatura pasa por acuerdos concretos en términos electorales; hablamos de siete políticos en competencia que buscan una misma posición, pero que podrían sea acomodados en otros espacios como el senado, una diputación federal, una local o una alcaldía. El panorama no es sencillo.

Imaginemos que la candidatura en Morelos es para una mujer y la postulada es Margarita González Saravia; en ese escenario se abre la posibilidad de un escaño en el senado para Lucía Meza, pero esa misma posición puede ser reclamada por el gobernador para Cecilia Rodríguez o peleada por Tania Valentina a cambio de la alianza con el PT; la otra curul podría ser para uno de los alcaldes, para Mercado, para Rabindranath o para Juan Salgado. Los otros tendrían que ser acomodados en un escaño legislativo o una alcaldía.

Si Víctor Mercado es candidato a gobernador, Margarita González puede ir al senado junto con Juan Ángel Flores, Rafael Reyes, Juan Salgado o Rabindranath Salazar; en un enroque político, si Víctor no es postulado a la gubernatura podría competir por Cuernavaca o llegar al congreso local. Ese escenario no es el mismo para los alcaldes de Jojutla y Jiutepec, ni para Rabindranath, porque si ellos no compiten por la gubernatura únicamente podrían que buscar una posición legislativa.

Las variables que pueden derivar del acomodo de precandidatos son muchas, pero en todos los casos complejas y difíciles de procesar; cada uno de los que ahora rivalizan por la sucesión se sienten con los merecimientos necesarios para encabezar la carrera de la 4T en el 2024 y no conceden a los demás el valor que pueden aportar a su proyecto. La arrogancia se ha convertido en un elemento central en la contienda interna de Morena.

El triunfo de Morena en las elecciones a gobernador de Morelos en el 2024 está en manos de sus integrantes, pero esta circunstancia puede cambiar en los próximos meses; la ventaja que sacan al resto de los partidos es importante, pero para que se concrete en las urnas se requiere una amplia dosis de humildad de todos, para dialogar, acordar y unirse.

Pasadas las elecciones de julio en Coahuila y Edomex sigue Morelos y en ese momento la temperatura política crecerá exponencialmente.

·         posdata

Las comparecencias de secretarios de despacho del gabinete de Cuauhtémoc Blanco han servido para mostrar el rostro político del congreso local. El diálogo entre los integrantes de la cámara y los funcionarios estatales ha sido poco efectivo, insulso y totalmente intrascendente.

No es nada nuevo: las comparecencias en el congreso siempre han sido un mal circo que no interesa a nadie, porque nunca derivan en nada. De cuando en cuando se ven espectáculos como el de hace un año entre el diputado Agustín Alonso y el comisionado de seguridad José Antonio Ortiz Guarneros, donde hubo acusaciones directas y preguntas sin contestar, pero al final, como siempre, todo quedó en el olvido.

Lo visto hasta ahora es lo mismo: hay muchas preguntas sin respuesta, cuestionamientos elaborados por los asesores y protagonismo político. Lo único que ha quedado claro es hacia dónde apuntan las baterías del congreso y contra quienes van los miembros de la actual legislatura.

La posibilidad de un acuerdo interparlamentario o entre poderes ha quedado atrás; a pesar de las manifestaciones de civilidad y concordia que lanzan todos, lo cierto es que existe una declaratoria de guerra que durará lo que resta del sexenio. La intensidad de la pelea va a continuar y a subir de tono.

El bloque de quince legisladores se va a mantener firme hasta el final porque sus miembros saben que ya es una lucha del todo o nada; en la minoría restante tampoco se ven cambios, porque la suma de alguno de ellos al bloque opositor ya no hace diferencia, ni es importante para el G15.

Del lado del ejecutivo el panorama es complejo y vista la manera como se han desarrollado las comparecencias debe ponerse atención en lo que viene. Los temas relacionados con las atribuciones legales de cada uno de los secretarios están en la mesa de discusión, pero lo de fondo es el accionar coordinado que vendría del congreso, la ESAF, las fiscalías y la CEDH en contra de algunos personajes del poder ejecutivo. En la mira ya no está solo el gobernador, lo están algunos de sus más cercanos colaboradores.

En este momento lucha ahora es mediática, pero va a volverse jurídica y tomará como elementos las cuentas públicas del estado o las denuncias pendientes que se han ventilado por diferentes medios contra de distintos personajes de la vida pública en los tres poderes del estado. Del lado del ejecutivo ha habido prudencia ante los ataques sistemáticos del parlamento, pero de parte de los representantes populares se mueven cosas que no tienen nada que ver con la urbanidad que presumen en sus discursos.

La primera parte de esta batalla es mediática, se da ante la opinión pública y camina a través de los medios; ahí va ganando el ejecutivo. La segunda podría venir a través de instancias que controla el parlamento y que apuntan a algunos integrantes del gabinete a través de dependencias locales a las que no tiene acceso el ejecutivo federal, que se mueven con independencia y cuyo periodo rebasa el sexenio de Cuauhtémoc Blanco.

¿Habrá entendido ya el ejecutivo y sus integrantes el reto que tienen enfrente?

·         nota

El choque entre poderes no es sencillo para nadie, se trata de una batalla donde todos pierden, aunque algunos perderán más.

Los diputados olvidan que la imagen del congreso es mala desde antes de que llegaran y se ha deteriorado más a causa de sus últimas acciones, pero confían que a pesar de todo van a ganar. El tiempo lo dirá.

Del lado del ejecutivo se sienten protegidos porque la información en si contra no trasciende, pero eso puede cambiar. Y si sucede, entonces sí vendrá un problema mayúscolo para el ejecutivo.

·         post it

Tiempo de encuestas. Algunos actores políticos las presumen y aseguran que son la neta del planeta. Obvio: las que los ponen como ganadores; a las otras las consideran “cuchareadas”

·         redes sociales

Ganar Cuernavaca en el 2024 no es sencillo para Morena.

A menos que el candidato sea Daniel Martínez Terrazas.

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