Repaso - LA UNIDAD EN EL SNTE, ESA HUIDIZA
En opinión de Carlos Gallardo
A ver: levante la mano quien crea que con el voto quien crea que con el voto universal, libre y secreto se garantiza la democracia en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE.
Sólo para recordar: El calificativo de dictador no le puede quitar a Porfirio Díaz Mori, quien para perpetuarse en el poder presuntamente se sometió al escrutinio público en las respectivas elecciones que contendió como aspirante a la presidencia de México. Así triunfaba, pero en el fondo se sabía que aplastaba todo tipo de oposición para que nadie se le subiera a los bigotes, de no ser por un excéntrico empresario, de nombre Héctor Zúñiga y Miranda, quien por su cuenta se declaraba competidor del hombre de Tuxtepec.
Mario Vargas Llosa, excelente escritor peruano, si bien reaccionario individuo, de radical derecha, cayó muy gordo en México cuando se atrevió a calificar la vida política en México bajo la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI), como la dictadura perfecta, con todo y que los respectivos presidentes emanados del tricolor “arrasaron” en su mayoría durante las jornadas electorales correspondientes.
El voto de los mexicanos, aparentemente sin intermediarios, reflejaba la voluntad mayoritaria, si bien eran tristemente famosas, por recurrentes, toda clase de artimañas para inducir a favor de los priístas el sufragio ciudadano. El modito, hay que decirlo, se repitió durante los dos sexenios de predominio panista. Y luego, ya en el poder, venía lo bueno para que la vida democrática fuera una mala jugada de los que detentaban el poder, al amparo del cáncer llamado presidencialismo, que a nivel de entidades federativas se reproducía copiona en exceso con los gobernadores.
Pues bien, los severos cuestionamientos que desde diversas expresiones sindicales y no sindicales se le ha hecho el reglamento autorizado por el CEN del SNTE que preside Alfonso Cepeda Salas y apoya su cohorte de secretarios seccionales, soslayan el “gran” logro del voto universal, libre y secreto y enfilan sus críticas hacia otros aspectos que, evidentemente, limitan la aspiración de una jornada electoral legítima, al tiempo en que podría ser causa de la preservación de las prácticas manipuladoras que por mucho tiempo han percudido la vida sindical de los trabajadores de la educación.
Una de esas manipulaciones es la idea anquilosada de integrar planillas de “unidad”, para que no se diese una contienda entre varias. Los delegados que supuestamente representaban los intereses de sus representados, al final de cuentas jugaban para su santo y buscaban a toda costa, de acuerdo con el grupo, grande o pequeño, al que pertenecían, tener algún espació en el Comité Ejecutivo en formación. En Morelos eso lo he visto una y otra vez. Todos caben, pero no tanto como coincidentes en proyectos y principios de lucha, sino como bene4ficiarios de alguna cuota de poder gremial, desde la cual, primero, jalan agua para su molino. La unidad, así, cuando mucho alcanza a ser una mezcolanza de ambiciones, de la cual pocos han salido limpios. En esa ambición no importa la etiqueta que hayan tenido: institucionales, nuevo sindicalismo, disidentes históricos, de bases magisteriales y otros más.
En Morelos también, cuando he preguntado quiénes serían los candidatos con sus planillas que ya deben manifestar su deseo de participar en esta “nueva” época, por lo general recibo la misma respuesta: “tenemos que garantizar la unidad”, es decir, infiero que nuevamente buscarán la creación de una supuesta planilla de unidad, mediante la cual quepan todos. Esos todos, lo intuyo, pueden ser los mismos líderes históricos de los diversos grupos de sobra conocidos. Claro, el pedazo mucho más grande del pastel le correspondería los ungidos por Cepeda Salas y sus incondicionales: luego algo les tocará a los otros en carteras de poco peso, pero finalmente propicias para seguir andando en la grilla magisterial. Si así ocurre, ya podemos decir que están cerrados los caminos para que lleguen nuevos liderazgos y reflejen verdaderamente el anhelo de las bases de democratizas la vida gremial y no solamente a la hora de votar por los que serán representantes.
Lo que se dejan venir, si le hacemos caso a lo dicho por Andrés Manuel López Obrador, es un gran encontronazo entre facciones poderosas, una de las cuales lidera Elba Esther Gordillo Morales. Ninguna de ellas puede presumir de demócrata. Más bien, son todo lo contrario, la antítesis del respeto a la voluntad mayoritaria. Nada bueno, digo yo, le espera al magisterio nacional.
Acá, en nuestro Morelos, los que quieren ya se andan moviendo como ajolotes, pero nadie levanta la mano. Esperan, esperan, esperan, con una actitud desvinculada a una real transformación en el funcionamiento de la Sección 19. Ojalá me equivoqué.
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