Serpientes y escaleras - Las dirigencias
En opinión de Eolo Pacheco
Si la elección del 2024 dependiera de los presidentes estatales, todos perderían.
Las dirigencias
Aunque la decisión sobre la candidatura a la gubernatura no estará en el escritorio de los dirigentes estatales de los partidos, el perfil de quienes encabezan estas instituciones y la manera como se relacionan con su militancia será un elemento importante dentro del proceso electoral venidero. Las actuales representaciones políticas locales tienen el peor nivel de los últimos años.
En el caso del Movimiento de Regeneración Nacional la definición de quien será su candidato (a) a la gubernatura de Morelos pasa por una encuesta en la que el partido valorará diez rubros de sus aspirantes en al menos dos estudios de opinión. Formalmente quien resulte postulado lo será porque ganó la encuesta, pero hay que acotar que esto no quiere decir que será el más popular o conocido, sino quien obtenga una mejor puntuación en la suma de todos los aspectos medidos.
Del lado de la oposición no habrá encuesta, será una decisión política, porque solo existe una persona con posibilidades de dar la competencia. En la coalición opositora la discusión no estará candidatura a la gubernatura, sino en el acomodo del resto de las posiciones; explico: por ser primera fuerza al PAN le corresponderá definir al abanderado al gobierno estatal y en teoría al PRI le correspondería postular al candidato en Cuernavaca, aunque dado el deterioro del partido de los tres colores quizá solo le toque la sindicatura.
En Morena no existe una dirigencia formal porque el proceso de elección de consejeros se entrampó y la presidencia quedó acéfala luego de que una autoridad judicial echó abajo el triunfo de Ulises Bravo Molina. Aunque en los hechos el hermano del gobernador es quien dirige el destino de la 4T en Morelos bajo el formato de “presidente legítimo” que le confirió la dirigencia nacional, en los hechos los morenistas que siguen esa directriz son solo los que recientemente ingresaron al partido; el resto se mantiene alejado del partido.
Un dato más hay que considerar en esta historia: los dos votos que le dieron la victoria al bloque cuauhtemista fueron los de Arnulfo Montes Cuen y un arquitecto de nombre Joel, pero ahora estos dos personajes han retornado al bloque rabinista, concediendo así la superioridad numérica a los opositores de Ulises Bravo. No obstante, la franquicia del partido sigue estando del lado del hermano del gobernador, aunque sin mucha ascendencia en el terreno del obradorismo.
En el PRI el panorama es terrible: la dirigencia de Jonathan Márquez ha llevado al Revolucionario Institucional al peor momento de su historia reciente. Al principio se pensó que el joven priísta oxigenaría al partido y recompondría una historia de errores, excesos y abusos cometidos por los distintos caciques que pasaron por la dirigencia, pero con el tiempo quedó claro que la cercanía de Jonathan con Alejandro Moreno hizo mella y lo convirtió en una versión agrícola de Alito, con los mismos vicios, ambiciones y torpezas, pero con cabello indomable y sin autos de lujo. Lo que parecía imposible en el priísmo morelense sucedió: Jonathan Márquez y los hermanos Polanco Saldivar resultaron peores que las maricelas, los Manueles y los Amados.
En Acción Nacional sucede lo mismo: tras la debacle de la Sagrada Familia apareció la Santísima Trinidad representada por la familia Martínez Terrazas; los tres hermanos y su padre tomaron por asalto la institución y la convirtieron un club de amigos. En poco tiempo nada quedó de aquel partido activo en la vida política y con una importante presencia social en gran parte del estado: todo se redujo a una camarilla que gira alrededor de los hermanos Martínez Terrazas, cada uno peor que el otro y ninguno con mayor capacidad intelectual que sus actuales diputados.
Los partidos de oposición parecen estar caminando de manera coordinada en algunos aspectos, como la impugnación de los actos anticipados de campaña de Margarita González Saravia y Víctor Mercado Salgado; por separado, pero bajo el mismo formato, el PAN, el PRI y el PRD han pedido a las autoridades electorales que investiguen el tema y documenten lo que en el futuro podría convertirse en un impedimento legal para que alguno de los acusados participe en el proceso electoral.
Este es el único renglón en donde los tres partidos caminan de manera coordinada, pero no es mucho si se considera el monumental trabajo que tienen enfrente para volverse competitivos y recuperar terreno social.
Sobre la elección del 2024 en Morelos hay un punto que vale la pena resaltar: aunque el desgaste del Movimiento de Regeneración Nacional es evidente y existe una franja de la población que se ha desencantado de ese proyecto político, ello no quiere decir que quienes no voten por Morena votarán por el PAN, el PRI o el PRD. Veámoslo de esta manera: los gobiernos de morena han quedado mucho a deber a quienes expresaron su confianza en ellos a través del sufragio, pero esa desilusión de ninguna manera retribuye confianza a los tres partidos que a lo largo de la historia se caracterizaron por robar, engañar, traicionar y mentirle a la gente.
La figura de quien represente a los partidos en las boletas del 2024 es importante, pero también lo será la manera como jueguen las siglas en la elección. Morena es un partido que aún tiene rentabilidad, su problema es que en Morelos están divididos y varios de sus integrantes enfrentados. Designar al candidato a la gubernatura es solo el primer paso para ganar, luego de él viene la definición de las demás posiciones y ahí todo se puede salir de control, sobre todo porque la dirigencia estatal morenista es juez y parte.
Para el PRI, PAN y PRD el reto es similar, con la agravante que se trata de tres partidos sin estructura, mal vistos por la sociedad y con dirigencias mediocres, incapaces de convocar a la unidad o de coordinar un proyecto electoral. Lo primero que tendría que ocurrir en la oposición es que desde México se defina la estrategia y que desde allá venga alguien a implementar los planes.
Dejar esta responsabilidad a las dirigencias locales sería un suicidio, porque visiblemente son incompetentes y en todos los espacios tratarán de sacar provecho personal. A nadie puede sorprender que así ocurra, basta conocer el origen de los presidentes estatales de los partidos para entender su formación: Jonathan Márquez, del PRI, es hechura de Alejandro Alito Moreno; Sergio Prado, del PRD, está creado a imagen y semejanza de Rodrigo Gayosso; y Dalila Morales, del PAN, es una ocurrencia de los hermanos Martínez Terrazas.
Si fuera por las cabezas de los partidos en Morelos, todos los candidatos perderían.
· posdata
Ni hay, ni habrá acuerdo con Graco Ramírez, dice enfadado el gobernador Cuauhtémoc Blanco al afirmar una vez más que los actos de corrupción cometidos durante la administración anterior le siguen pesando a los morelenses.
El futbolista criticó la obra del estadio de fútbol Agustín Coruco Díaz, edificado con una inversión superior a los 800 millones de pesos, pero que no cuenta con estacionamiento; “Es una obra de mala calidad donde las lámparas se están cayendo”.
Por enésima ocasión el mandatario se refirió al robo cometido en el pasado reciente, a la manera como su antecesor endeudó al estado e incurrió en múltiples irregularidades que ameritarían tenerlo tras las rejas; “Me extraña que (algunos políticos locales) lo estén apoyando si ya lo conocen; no entiendo por qué lo están cobijando”.
Dos aspectos valen la pena resaltar sobre esta declaración:
1- La impunidad a la que hace referencia el gobernador Cuauhtémoc Blanco está directamente relacionada con la incapacidad de su equipo para sustentar las denuncias en contra de Graco Ramírez y de varios de sus colaboradores. Es cierto que se han presentado muchas demandas, pero lo es también que la gran mayoría carece de sustento, es decir, de pruebas que validen lo que se afirma. Y
2- El regreso de Graco Ramírez al escenario político local no es casual, como tampoco es la reaparición de varios actores de poder alrededor del tabasqueño. Más claro: igual que el perredista hizo muchos enemigos como jefe del ejecutivo, el futbolista ha sumado a una cantidad importante de figuras en su contra en lo que va de su sexenio, figuras que no solo hablan mal de él, también están decididas a combatirlo desde muchos frentes durante lo que resta de su periodo de gobierno y después de que concluya su mandato.
El gobernador Blanco y su equipo de gobierno deben tener claridad sobre lo que implica el final de un gobierno, sobre todo uno como el actual en donde la mayoría de los diputados, las dirigencias de los partidos políticos, las fiscalías, la comisión estatal de derechos humanos y varios sectores de la sociedad están enfadados.
Los meses que le restan a su administración pueden ser los últimos que tenga Cuauhtémoc Blanco para actuar contra Graco Ramírez; si el tabasqueño rebasa la franja del sexenio sin ser sujeto a proceso, entonces la historia cambiará y las baterías de muchos, empezando por las del perredista, apuntarán a Cuauhtémoc Blanco y a los suyos. Y ahí la historia puede tener un final distinto.
Mucho de lo que hizo el perredista como gobernador fue ilegal, pero lo hizo bien: Lo acusan de corrupto, no de pendejo.
La pregunta del millón: ¿Los cuauhtemistas estarán tan bien blindados como los graquistas al terminar el sexenio?
Recordemos que tratándose de administración pública, la honestidad individual no es suficiente; el cargo implica responsabilidad propia y de quienes están bajo el mando por acción u omisión.
· nota
El titular de Hacienda en Morelos dio a conocer que durante su comparecencia en el congreso local que los dos primeros meses del año Morelos dejó de recibir poco más de 300 millones de pesos por concepto de participaciones federales. La causa, añadió Gerardo López Huérfano, está relacionada con la caída de la recaudación federal que ronda el 15 por ciento. “Teníamos una mejor estimación, pero esto es lo que está sucediendo”.
El tema económico es complicado en todo el país. En Morelos el 2023 puede ser un año difícil, sobre todo si continúa el absurdo enfrentamiento entre poderes.
· post it
Primero se denunció una transferencia de 1.2 millones de pesos de las cuentas del ayuntamiento a la de Adrián Martínez Terrazas; ahora se documenta que los gastos personales del regidor panista son sufragados con dinero del municipio; se trata de comidas de casi 3 mil pesos en restaurantes de lujo y facturas que nada tienen que ver con el trabajo municipal, pero que el concejal justifica porque “representa parte de su trabajo”.
El enfado contra los hermanos Martínez Terrazas no es solo por su fama pública de pillos, lo es también porque se trata de tres personajes cínicos, notoriamente limitados neuronalmente y que controlan a su antojo al alcalde.
José Luis Urióstegui no ha dimensionado el daño que le causa aceptar todas las tonterías y abusos de la tripleta Terrazas. Aunque como abogado se cuide de que ninguna de estas acciones lo dañe jurídicamente, es inevitable que lo marquen como autoridad y destruyan su fama de hombre honesto y decente.
Al frente de un gobierno la honestidad individual no existe.
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De lo que se entera uno. Resulta que Csi es unidad.
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