Serpientes y escaleras - El nuevo jefe de policía
En opinión de Eolo Pacheco
Miguel Ángel Urrutia Lozano fue el secreto mejor guardado de la gobernadora
El nuevo jefe de policía
Seguridad, ha sido la promesa recurrente de los últimos cuatro gobernadores de Morelos y ninguno ha cumplido. Desde que a Jorge Carrillo Olea, experto en seguridad e inteligencia se le fue de las manos el problema delictivo, las cosas se han complicado año tras año, sin que ninguna estrategia de buenos resultados. La gobernadora Margarita González Saravia no es la excepción y vuelve a prometer paz para los morelenses. ¿Lo logrará?
La presentación del último bloque de su gabinete era el más esperado no solo porque en él estaría el nuevo responsable de la política interna, sino porque también se conocería la identidad del futuro encargado de la seguridad.
El nombre de Miguel Ángel Urrutia fue un secreto bien guardado por la gobernadora González Saravia hasta hace un par de semanas, cuando solo a algunos de sus más cercanos colaboradores les confió su decisión respecto a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.
Urrutia Lozano no es un personaje cualquiera, se trata de un hombre con amplia experiencia en materia de seguridad y áreas de inteligencia. Egresado de la UAM Xochimilco como licenciado en administración, el futuro jefe policiaco rompe con la apuesta obradorista de poner la seguridad en manos de marinos y militares. La gobernadora electa decidió, con el visto bueno de la federación, que la responsabilidad del tema en su sexenio recayera en un civil.
El currículum de Miguel Ángel Urrutia es amplio y detalla como a lo largo de una década se ha especializado en temas de prevención del delito, inteligencia, investigación, análisis y derechos humanos. Pero quizá lo que convenció a Margarita González Saravia fue su capacidad para descifrar la situación en la que se encuentra Morelos e identificar los puntos de riesgo que urge atender.
Quienes lo conocen dicen que el futuro jefe policiaco de Morelos es un tipo franco, directo y firme de trato; “es un hombre que no se anda por las ramas: observa, escucha, investiga, analiza y actúa”, me comentan los que han tratado.
Aunque el combate a la delincuencia y la pacificación del estado son temas prioritarios para la próxima administración, Margarita González Saravia no se ha fijado a sí misma una fecha perentoria para dar resultados. “Recuperaremos la paz” dice insistentemente, sin establecer un punto específico para lograrlo. Y hace bien al manejarse de esa forma.
La formación de quien en un par de semanas asumirá la responsabilidad de pacificar el estado genera expectativas y la esperanza de que esta vez sí veremos resultados en materia de seguridad. Miguel Ángel Urrutia no es un policía cualquiera, ni tampoco un Llanero Solitario, se trata de un funcionario que a lo largo de muchos años se ha especializado en prevención del delito y labores de inteligencia, que ha tenido la responsabilidad personal de atender escenarios de crisis y ha salido avante, incluso, de situaciones en donde nadie apostaba a favor.
En los gobiernos pasados la apuesta en la materia fue alta: Sergio Estrada Cajigal metió las manos al fuego por Agustín Montiel López a quien describía como “el mejor policía de México”; Marco Antonio Adame tuvo fe ciega en Luis Ángel Cabeza de Vaca, el hijo de un general que a mitad del sexenio fue detenido por la PGR por sus supuestos nexos con el narcotráfico.
Graco Ramírez tuvo dos secretarios de seguridad: Alicia Vázquez Luna y Alberto Capella, ambos fracasaron, a los dos se les cuestionaron sus resultados y los supuestos nexos que mantuvieron con la delincuencia organizada. En el sexenio que está por concluir, la responsabilidad recae en un marino enviado desde México, José Antonio Ortiz Guarneros, quien de principio a fin se aisló de la sociedad morelense y concluye su encargo entre reclamos y críticas severas por el estado de las cosas.
La era Urrutia comenzará el primero de octubre con altas expectativas, pero también con un enorme reto. Hasta ahora todos los gobiernos a partir de Jorge Carrillo Olea han fallado en lo concerniente a seguridad sin importar la estrategia o el enfoque de sus planes. Todos perdieron terreno frente a la delincuencia, a cada uno se les complicaron las cosas rápidamente y todos, sin excepción, quedaron envueltos en polémica por supuestos vínculos delictivos en algun momento de su mandato.
La presentación del futuro jefe policiaco morelense no fue tersa, porque la situación que priva en el estado no lo permite; los cuestionamientos comenzaron de inmediato por parte de los reporteros que destacaron que se trata de alguien ajeno al estado y personajes de la vida pública que recordaron que quienes han venido de fuera no han funcionado.
Ante la falta de resultados cualquier tipo de duda es válida porque no hay garantía de que ahora sí habrá resultados positivos, ni tampoco certeza de que un currículum amplio es suficiente para sacar adelante un estado que ha sido abandonado desde hace muchos años y hoy es víctima permanente de múltiples grupos de la delincuencia organizada.
Lo que queda es la esperanza de que finalmente las cosas mejorarán, de que la nueva administración revertirá la situación y el futuro jefe de la policía conseguirá lo que sus antecesores no han podido.
Personalmente no conozco al nuevo secretario de seguridad, ni tampoco soy experto en la materia; como simple observador y ciudadano, empero, considero que cualquier plan que proponga el nuevo gobierno debe ir acompañado de la sociedad y eso solo se logrará recuperando la confianza de la gente.
Las últimas dos estrategias de seguridad estatales, el Mando Único y el Mando Coordinado de Policía apostaron por la unificación de fuerzas, por el centralismo en las decisiones y el enfrentamiento directo con los grupos criminales. En ninguno existió un apartado de comunicación que socializara las decisiones, que humanizara el trabajo de los policías, que informara oportunamente de las cosas y mostrara de forma permanente el esfuerzo que se hacía.
El resultado está a la vista: los trabajos institucionales quedaron a interpretación de la gente y siempre se consideraron inútiles, porque no hubo resultados, ni capacidad de informar de manera oportuna. Ahora el divorcio entre las autoridades y el ciudadano es evidente, existe desconfianza y la percepción generalizada de que los uniformados actúan en complicidad con los criminales.
Sin confianza social ninguna estrategia de seguridad va a funcionar, porque se trata de una batalla muy difícil, que no se ganará en el corto plazo y cuyos resultados necesitan de manera urgente un trabajo paralelo de comunicación, para que la sociedad perciba, entienda y valore el esfuerzo de las autoridades, pero sobre todo confíe nuevamente en sus policías.
El reto de Miguel Ángel Urrutia Lozano es revertir la gravísima situación de seguridad que agobia a Morelos desde hace más de dos décadas; para lograrlo lo primero que debe hacer es recuperar la confianza de la gente, para que el ciudadano común denuncie y se involucre en los planes de seguridad del estado.
No hay garantía de que Urrutia logrará mejorar las cosas, pero confiemos en que podrá con el reto.
· posdata
Para que Miguel Ángel Urrutia Lozano asuma la titularidad de la próxima Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana lo primero es que el congreso local apruebe su creación y modifique los requisitos que se requiere para ocupar un espacio de este tipo.
Pongámoslo en contexto: para ser secretario del gobierno estatal la constitución determina que se debe tener al menos tres años de residencia; antes eran diez, pero la norma se reformó en el último sexenio. En el gobierno de Graco Ramírez se extinguió la Secretaría de Seguridad Pública y se creó la Comisión Estatal de Seguridad para que Alberto Capella pudiera ocupar el cargo sin cumplir con la residencia; la nueva CES asumió todas las funciones de la SSP, se trató solo de un cambio de nombre y requisitos.
Cambiar de nombre las dependencias ha sido una decisión común en los gobiernos para sortear las trabas de ley; en algunos casos se modifica el nombre y en otras se designan encargados de despacho, siempre con el mismo objetivo.
Margarita González Saravia dijo desde la campaña que para dar resultados en materia de seguridad el primer paso era crear una Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana con mayores atribuciones en materia de investigación y operación, así como renovar a la Fiscalía General del Estado con una figura distinta al frente, que no responda a los intereses del exgobernador Graco Ramírez.
A los diputados locales corresponde dar vida a la nueva dependencia, dotarla de los recursos económicos y las herramientas legales para actuar, al tiempo de avalar la llegada del funcionario propuesto por la gobernadora. Eso requiere, obviamente, que se reformen los requisitos de residencia.
Consensar el cambio y las reformas corresponde a Morena; los miembros de la 4T no tienen los votos necesarios y requieren del aval de una oposición que, en este caso, no tiene mucho para donde hacerse, porque se trata de un tema de estado, ajeno a la lucha política y altamente demandado por la sociedad.
Los panistas pueden ponerle peros al tema, pero al final deben apoyar esta iniciativa porque de lo contrario quedarían expuestos y sujetos a muchas críticas.
La desaparición de la CES y nacimiento de la nueva SSPC es cuestión de tiempo.
· nota
Una y otra vez se confirma que Margarita González Saravia es una persona de gran corazón y enorme capacidad de perdón.
Su misericordia le permite olvidar traiciones y pasar por alto casos de corrupción de personas que han estado cerca de ella, la engañaron, utilizaron su nombre y abusaron de su confianza.
Ojalá no se vuelva costumbre perdonar a traidores y corruptos, porque entonces la compasión se interpretaría como complicidad.
· post it
Con la del miércoles concluyó la presentación de funcionarios del gabinete de Margarita González Saravia. Obviamente hay más designaciones en otras áreas, porque el gobierno es enorme y cada seis años, con el cambio de régimen, viene una renovación general.
En lo que respecta al equipo presentado por la gobernadora hay opiniones encontradas, no se trata de un gabinete espectacular, ni siquiera uno que supere a los de gobiernos anteriores. Lo que vemos es un grupo heterogéneo, multifacético, de claroscuros, que genera muchas dudas y en donde aparecen funcionarios, como Alejandra Flores, que no reúne los requisitos para ocupar la posición que le asignaron. ¿Acaso nadie revisa la ley antes de nombrar a un nuevo funcionario?
Una vez más: confiemos en las designaciones de la gobernadora, pero sobre todo en que, si es necesario hacer cambios, tomará decisiones a tiempo.
· redes sociales
La obra de remodelación del mercado Adolfo López Mateos es una bomba de tiempo que explotará más temprano que tarde.
El proyecto está mal hecho y el contrato expone muchos vicios que deberán ser respondidos por la secretaria.
Al tiempo.
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