Serpientes y escaleras - Día Uno

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Día Uno

 

Habemus gobernadora

 

Día Uno

Al momento de leer esta columna, lectora lector queridos, habrá iniciado un nuevo sexenio en Morelos encabezado por Margarita González Saravia. Las expectativas en la primera gobernadora en la historia de nuestro estado son altas por su trayectoria y la empatía que ha logrado con los ciudadanos después de ganar la elección. El reto para ella y su equipo es enorme, porque reciben un estado en llamas.

Asumir la responsabilidad desde el primer minuto del periodo constitucional es un reflejo del buen ánimo de la nueva jefa del ejecutivo; desde Lauro Ortega Martínez en 1982, ningún otro gobernador morelense había tomado protesta a la media noche y ello confirma el empuje de una dama que prácticamente no ha parado de recorrer el estado y escuchar a la gente desde que inició su precampaña.

Hasta ahora todo ha sido miel sobre hojuelas en la aún corta historia de González Saravia como jefa del ejecutivo; el tiempo que transcurrió entre el triunfo electoral y la toma de protesta sirvió para armar un equipo, para definir una estrategia y conocer el estado en que se encuentran las instituciones. Pero sobre todo fue un momento en el que la dama logró conectar con la gente y generar una empatía mucho mayor a la que consiguió como candidata.

Lo que viene a partir de hoy no será sencillo para ninguno de quienes formarán parte de la administración estatal, no lo será porque Morelos arrastra problemas que se han postergado desde hace muchos años y ha vivido bajo la tensión social que generaron los dos últimos dos regímenes encabezados por fuereños.

El reto para la administración de González Saravia empieza con problemas altamente sensibles y demandados, como la inseguridad, la corrupción, la falta de obra pública y el rezago económico, pero también incluye circunstancias intangibles, aunque evidentes, como la división social provocada por dos administraciones afectas a pelear con todos.

A partir de hoy las historias que se escriban y se cuenten tendrán como referencia a la nueva administración y a sus integrantes; todo lo que pase, bueno o malo, se cargará a la bolsa de un gobierno que deberá hacer un esfuerzo extraordinario e inmediato para administrar la expectativa ciudadana a partir de la percepción, porque ahí es donde debe iniciar la construcción de una nueva narrativa.

Hace doce años, cuando Graco Ramírez rindió protesta como jefe del ejecutivo, su discurso estuvo plagado de adjetivos en contra de quien dejaba el poder; fueron muchos los señalamientos y una expresión demoledora: estamos recibiendo una administración vinculada a la delincuencia organizada, un narcogobierno, dijo enfático el tabasqueño teniendo a Marco Adame como testigo mudo de los señalamientos.

Seis años más tarde la historia fue igual: Cuauhtémoc Blanco asumió el control del estado en una ceremonia en donde no estuvo presente el gobernador saliente, quien desde entonces se autoexilió bajo la excusa de que era un “perseguido político” del nuevo régimen. Nada quedaba en ese momento del Graco valentón y pendenciero que retaba y ofendía a todos, su lugar fue ocupado por un gobernante que siguió la línea de ataque y que le repitió la misma dosis de adjetivos e insultos; en su mensaje de toma de protesta el futbolista dijo públicamente que metería a la cárcel a Graco porque era un corrupto.

Durante dos sexenios la constante en la política gubernamental fue el enfrentamiento, la diatriba, los adjetivos y las promesas incumplidas. Aunque se odian, Graco Ramírez y Cuauhtémoc Blanco son muy parecidos en carácter, en ambición y hasta en la manera de gobernar. Hasta coincidieron en tener a su lado a un familiar incómodo que se dedicó a hacer negocios con el dinero del estado.

El tabasqueño es un político experimentado que, sin embargo, nunca fue capaz de conectar con la ciudadanía: solo hablaba con su grupo de amigos y escuchaba únicamente lo que lo hacía feliz; el tepiteño fue igual, se rodeó de incondicionales, de personas que lo escuchaban sin interrumpir y aplaudían su naquez.

El mensaje de la gobernadora Margarita González Saravia fue opuesto al de los últimos dos jefes del ejecutivo; se trató de un discurso corto, puntual, llamando a la unidad y prometiendo diálogo con todos. En esta ocasión no hubo estridencias, ni indirectas de ningún tipo, se trató de un diálogo en positivo que resaltó los valores de los morelenses y los principios de la Cuarta Transformación.

La ceremonia de toma de protesta fue sencilla, no por ello deslucida; la dama ingresó al recinto legislativo entre aplausos y gritos de “gobernadora”; juró cumplir y hacer cumplir las leyes y prometió cambios que generan empatía porque son acordes a la actitud que ha mostrado a lo largo de su vida y ha refrendado en los últimos meses.

Pasada la formalidad de la transición inicia una nueva etapa en el estado, optimista, pero con desafíos que no serán sencillos de sortear; a la gobernadora la acompañará por un tiempo el cobijo de una ciudadanía que ve con esperanza el inicio de un nuevo gobierno, pero también la presión de esa misma gente que luego de muchos años de sinsabores y sobresaltos, no está dispuesta a esperar mucho para que los cambios prometidos se comiencen a verse.

La inseguridad es un problema central de Morelos y al igual que en todo el país se trata de un flagelo que no será simple de erradicar; a partir de hoy cada hecho de violencia, cada acción delictiva y cada muerto comienzan a colocarse en la bolsa del nuevo régimen y serán atribuibles a la bolsa de la gobernadora.

Es en este punto que cobra importancia la habilidad de dos áreas del gabinete: política y comunicación, la primera para construir de inmediato puentes de diálogo y acuerdo con las fuerzas partidistas que han sido inexistentes para las últimas dos administraciones, con los grupos sociales que por años han sido relegados y con muchas personas que llevan tiempo alzando la voz y no han sido escuchadas.

La comunicación será un elemento clave en la construcción de la nueva historia, corresponderá a esa área anticiparse a los problemas, elaborar una nueva narrativa y aportar desde el terreno de la percepción el tiempo y las condiciones que necesitan todas las demás áreas para poder sacar adelante su trabajo. Como en la medicina, en materia de comunicación el mejor camino es la prevención.

El sexenio de Margarita González Saravia ha iniciado. Confiemos que será el principio de un futuro mejor para todos.

·         posdata

Ahora que oficialmente arrancó la administración hay que poner atención en algunos de sus miembros. Todos los integrantes del gabinete son importantes, tienen un rol que desempeñar y objetivos que cumplir, pero el trabajo de ciertas áreas es fundamental para el desempeño integral del gobierno. Veamos:

El secretario de gobierno y el jefe de la oficina de la gubernatura son piezas claves del ajedrez, ambos son figuras cercanas a la gobernadora, tienen buena relación entre ellos y por la forma como se ha definido la ley orgánica de la administración pública deben operar de manera coordinada en varios puntos.

Juan Salgado y Javier García son políticos profesionales, machos alfa de la manada, aunque con estilos distintos de ejercer el poder: Juan es más discreto en su actuar, mientras que a Javier le gustan más los reflectores.

Luego está la secretaría de hacienda y la dirección de comunicación social: la primera es una dependencia que convive con todas las áreas del gobierno, es ahí donde se definen los lineamientos económicos y financieros, se ejercen los recursos y se planea fiscalmente el año. Mirna Zavala no es contadora de profesión, pero es una mujer con amplia experiencia en el campo de la administración pública que se ha hecho acompañar de un experimentado equipo que conoce a detalle del gobierno.

Sin estar formalmente al nivel de un secretario, la oficina de comunicación social tiene un rol sustantivo en el desempeño del régimen, porque es a través de su trabajo que se construye la percepción, se priorizan los mensajes y se define la narrativa. Margarita Estrada es una mujer muy cercana a la gobernadora, la acompaña desde hace más de una década, la conoce, la entiende y sabe perfectamente cuáles son los objetivos de esta administración. Su tarea no es sencilla porque recibe una oficina desordenada y enfrenta a una sociedad escéptica de sus autoridades. Todos los cambios que pretende hacer la gobernadora pasan por su oficina de prensa.

A lo largo de la post campaña Margarita González Saravia ha sido enfática en varios puntos: primero los pobres, hay que dar más y mejor atención a las comunidades indígenas y se debe atender urgentemente el problema del agua. En este último punto la apuesta de la gobernadora es por un hombre con amplia experiencia en el tema, que comenzó a trabajar a marchas forzadas desde mucho antes de tomar el cargo. Javier Bolaños es político, pero también es técnico y entiende a la perfección la oficina que le encomendaron.

En el terreno educativo se colocó a una mujer respetable como Karla Aline, pero la figura importante del sector es el titular del IEBEM. Leandro Vique es un profesor de carrera que conoce a detalle el gremio, con buena comunicación con el magisterio y muchas ganas de atender los rezagos que existen y que en algunos casos él mismo ha padecido.

La seguridad es sin duda el reto mediático más fuerte de esta y cualquier administración en México; en el caso de Morelos el panorama es terrible y se puede definir de una manera simple: el estado está podrido. La encomienda se coloca en los hombros de una persona con una amplia trayectoria en el terreno de la seguridad pública y los derechos humanos, que apuesta por la prevención y las labores de inteligencia para dar resultados y que, a pesar de no ser oriundo, conoce a detalle el estado.

La presentación de Miguel Ángel Urrutia generó polémica porque algunos lo consideran distanciado del secretario federal de seguridad pública y de su equipo. El cambio en el mando policiaco morelense es llamativo desde el nombramiento de un civil; si se revisa su trayectoria y espacios en los que ha participado, la apuesta de la gobernadora tiene sentido y podría ser la adecuada para una entidad bañada en sangre, secuestrada por la delincuencia y agobiada por la impunidad.

Para muchas personas el nuevo gabinete está lejos de ser un equipo de lujo, por el contrario, aparecen figuras que contrastan con la buena imagen de la gobernadora, de mala reputación e historias oscuras. En este momento el buen ánimo hacia Margarita González Saravia cobija a todos y les concede tiempo para que con trabajo y resultados demuestren que merecen formar parte de un gobierno que pretende pasar a la historia; pero la paciencia social no será mucha.

El tiempo dirá si el gabinete elegido es el que necesita la gobernadora para sacar a Morelos de la barranca en la que se encuentra.

·         nota

Pasada la medianoche la presidenta de la mesa directiva del congreso inició la sesión solemne cuyo único punto en agenda era la toma de protesta de la gobernadora.

El recinto estaba repleto dentro y fuera, había muchos invitados y personas que aún sin poder acceder al salón de pleno, se conformaron con observar el acto en las pantallas que se colocaron en la parte de afuera.

Casi todos estaban ahí: alcaldes electos y en funciones, magistrados, invitados especiales y legisladores federales.

Dos ausencias fueron notorias: Graco Ramírez no fue invitado a pesar de haber sido gobernador, aunque sí estuvieron los exgobernadores Jorge Morales Barud, Marco Adame Castillo y Samuel Sotelo Salgado. Tampoco acudió el exgobernador y novel diputado federal Cuauhtémoc Blanco Bravo.

Si hubieran ido, seguramente habrían recibido una rechifla generalizada.

Nadie los extrañó.

·         post it

La excandidata a la gubernatura Lucía Meza no aceptó el resolutivo del TEPJF sobre el triunfo de Margarita González Saravia; desde su cuenta personal de X reiteró su desacuerdo y mantuvo su postura ante lo que llamó fraude electoral, a pesar de que su adversaria la aplastó en las urnas.

¿Se la imaginan con esa actitud como gobernadora? Sería como Graco, pero en mujer.

·         redes sociales

El equipo de la senadora Lucía Meza basó su estrategia de comunicación en los “influencers” porque, afirmaban, ese era el futuro de la comunicación moderna.

¿Qué pensarán ahora?

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