Secreto a voces - El movimiento y la democracia social radical venezolana (XXII)
En opinión de Rafael Alfaro Izarraraz
Cuando un político le tiene cariño a su pueblo, a la gente humilde, y lo demuestra con acciones que le es posible desarrollar a través de propuestas que se materializan en políticas claras e inobjetables de apoyo tangible (no demagogia), éstos, el pueblo, son capaces de llevar a cabo acciones insospechadas en defensa de aquél o aquellos que miran por ellos. Puede ser que el dirigente se equivoque o cometa errores en sus estrategias, lo cual es previsible que le ocurra a quienes se dedican a la política, pero si esas equivocaciones no son producto de acciones conscientemente dirigidas contra el pueblo, los gobernados saben comprender entre un enemigo y un aliado con el que establece relaciones de lealtad a la distancia y sin necesariamente tratarse personalmente.
Así, por ejemplo, en los primeros años del gobierno de Hugo Chávez, relata Steve Ellner (Las estrategias “desde arriba” y “desde abajo” del movimiento de Hugo Chávez), la respuesta del pueblo ante el intento de golpe de Estado de la derecha venezolana, ocurrido a partir del 11 de abril de 2002:
“… mediante redes informales establecidas por organizaciones sociales y potenciadas con el uso de mensajes de texto de teléfonos celulares, un gran número de habitantes de barrios marginales convergieron en Miraflores en Caracas y en las bases militares de todo el país para reclamar el regreso de Chávez al poder cuando el golpe de abril de 2002. En forma significativa, la noticia de que Chávez no había renunciado sino que estaba prisionero, anunciada por una radio comunitaria de la organización católica Fe y Alegría, incitó a habitantes de las zonas de bajos ingresos del oeste de Caracas a unirse a las protestas. Un dirigente de una organización cultural que en 2004 convirtió una comisaría de policía del barrio «23 de Enero» en estación de radio comunitaria recuerda así los sucesos del 13 de abril: «Los miembros del grupo estaban muy en contacto unos con otros y marchamos juntos a Miraflores; pero no había un comando central que moviera las cosas ese día»...”.
La formación de esta estrecha relación entre el movimiento social y el chavismo, luego de su triunfo electoral, no es resultado de la espontaneidad. Uno de los ejes de la campaña electoral de Chávez en 1998 fue que de llegar al poder, como finalmente ocurrió, llamaría a una Asamblea Constituyente que redactara una nueva constitución. En ese proyecto que fue ratificado un año después por medio de un referéndum popular. La nueva constitución estableció las bases de una democracia participativa en el marco de un sistema político dividido en cinco poderes porque a los tradicionales como el legislativo, ejecutivo, judicial, se le añadieron el popular y el electoral. La democracia participativa por supuesto que se concebía como un modelo contrario al de “Punto Fijo”, barrido por el movimiento cívico-militar de Chávez y que era sostenido por los partidos AD y COPEI.
Dentro de las experiencias de la democracia participativa, están los referéndums, revocación de mandato y las elecciones primarias, además de la promoción de la participación de segmentos de la población tradicionalmente excluidos en nuevos programas sociales, como parte de la democracia social radical (García-Guadilla, citado por Ellner, Steve. (2012). El modelo de la democracia social radical en Venezuela: Innovaciones y limitaciones. Cuadernos del CENDES, núm. 79). Lo anterior se sustenta, en Venezuela, en el concepto de democracia social radical que es diferente al de democracia radical. Lo que distingue a una y otra es que la primera intenta fortalecer la participación social, en tanto que a la segunda se le atribuye el privilegiar la democracia que excluye a las mayorías sociales y garantiza los privilegios de las minorías.
En opinión de Ellner:
“La Constitución de 1999 intentó poner freno a la hegemonía de los partidos políticos y transferir poder a los movimientos sociales en concordancia con el enfoque del movimiento desde abajo. Como un correctivo al poder desmesurado de las elites partidistas, la Constitución promovió el concepto de democracia participativa e insistió en que el Estado actuara para facilitar la participación popular en la toma de decisiones ... También eliminó los subsidios a los partidos políticos y los obligó a realizar elecciones internas para la selección de sus candidatos y para los puestos de dirección ... Finalmente, la democracia participativa cristalizó por el papel que jugaron los movimientos sociales al presentar 624 propuestas a la Asamblea Constituyente, más de la mitad de las cuales fueron incorporadas en la nueva Constitución. La Asamblea Constituyente fue particularmente receptiva a las propuestas formuladas por las organizaciones de derechos humanos...”
A la par de estas reformas constitucionales que abrían el espacio para la participación popular y, dentro del chavismo, se contaba con una estrategia que servía de dinamizador en el ámbito social. La idea de construir un movimiento “desde abajo” que se constituyera en el o los pilares del gobierno y que le diera sentido a las reformas que se hicieron a nivel constitucional. Tal vez los esfuerzos más importantes fueron los Círculos Bolivarianos que eran como especie de comités sociales no necesariamente partidistas que apoyaban las políticas gubernamentales. Estos círculos estuvieron precedidos por los Comités Patrióticos formados por Chávez durante la época en requería de formas de organización social que le dieran una base social a su estrategia de poder que, como lo hemos expuesto, en un principio no era necesariamente la participación por la vía electoral.
No obstante el contar con una estrategia social, el gobierno de Chávez fue prudente con respecto a su inclinación definitiva hacia el fortalecimiento de los movimientos populares y la democracia social radical. Dos hechos marcaron esta historia. Uno, el intento de golpe de Estado en su contra, preparado por la oposición con el respaldo de las agencias de Estados Unidos. El otro suceso, fue la huelga general de dos meses entre 2002 y 2003 promovida por la derecha venezolana vinculada a segmentos empresariales y que de igual manera fueron apoyados por el gobierno estadounidense. A partir de esos dos hechos las cosas cambiaron y obligaron al gobierno de Chávez a radicalizarse en sus posturas con respecto al camino a seguir. Es entonces cuando el gobierno venezolano se declara abiertamente antimperialista y denuncia las invasiones de EU a otras naciones. Por ejemplo, el gobierno promovió 60 mil cooperativas sociales, además de otras acciones como experiencias de cogestión, expropiación de algunas empresas, entre otras experiencias.
Según Ellner (ver: Ellner, Steve. (2008). Las tensiones entre la base y la dirigencia en las filas del chavismo. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, 14(1), 49-64), durante los primeros años de gobierno chavista, se desarrolló un movimiento social que entró en cierta contradicción con el movimiento político ya institucionalizado, es decir, los que gobernaban a través del Movimiento V República (MVR). Comúnmente entraban en contradicción movimientos sociales y líderes políticos. Los primeros se consideraban como un movimiento digamos relativamente “puro”, porque consideraban a los políticos como apegados al aparato administrativo y proclives a un tipo de política vertical y la corrupción. Al final, la crítica de Ellner consiste en que los movimientos sociales se vaciaban de liderazgos porque éstos eran cooptados por los programas sociales que requerían liderazgos experimentados. Otras experiencias, aparte de los Círculos Bolivarianos, como los comandos y las Unidades de Batalla Electoral (UBE), terminaron por ser experiencias efímeras que con el surgimiento del Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) terminaron por integrarse como parte de una estructura constituida para ganar elecciones.
A partir de 2005, el “Poder Popular” fue matizado por los líderes chavistas, al contemplarlo como un poder complementario de los poderes constitucionales. (Continuará).