Repaso - ¿QUIÉN HABLARÁ DE EDUCACIÓN EN SUS CAMPAÑAS?

En opinión de Carlos Gallardo Sánchez

Repaso - ¿QUIÉN HABLARÁ DE EDUCACIÓN EN SUS CAMPAÑAS?

¿Qué andarán diciendo los que ya andan placeándose para darse a conocer con la mira puesta en la candidatura para relevar al actual gobernador? Uno esperaría que el tema educativo fuese recurrente entre ellos. Pero esperaríamos que lo hicieran con conocimiento de causa, con asesoría de expertos, con compromiso social. Nada de caer en lugares comunes o en expresiones muy generales a las que acuden aquellos que poco saben de trascendencias.

Entiendo que se vive una situación de descreimiento, que podría influir entre los protagonistas del hecho educativo para sólo preocuparse por superar la situación emergente en la que se vive. Sin embargo, creo que no deben soslayarse los temas neurálgicos que en la entidad permean en el hacer docente. Reunirse con la gente sólo para demostrar capacidad de convocatoria, como lo hace Ulises Bravo Molina, es pura vacilada.

¿Alguien, entre los futuros candidatos de las diversas expresiones partidistas, recuerda los temas fundamentales propuestos por la actual administración? ¿Están conscientes de que en Morelos se han pasado por el arco del triunfo el asunto de la austeridad y la transparencia en el manejo de recursos? ¿Tienen una opinión propia sobre el desacierto de pretender elaborar libros de texto sin pagarle a autores e ilustradores? ¿Piensan ofrecer sus puntos de vista sobre el absoluto desinterés del mandatario estatal cascarero y su caterva de colaboradores en el sector, en cuestión de identidad regional?

Hoy como nunca es necesario mantener, si las hay, las motivaciones, los principios, las ideas fundamentales que deben darle sustantividad al movimiento renovador anunciado por el gobierno federal. ¿O por la pandemia que todavia padecemos eso ya pasó a segundo término? No debería de suceder, porque se esperaban cambios fundamentales en la concepción educadora del Estado y la interpretación del ser humano que se pretende formar. 

Por eso es bueno recordar que el término “Escuela Nueva” tiene su historia y su concepción teórica. Moacir Gadotti, en su libro “Historia de las ideas pedagógicas” (Siglo XXI, 2003, p. 147) explica: “La Escuela Nueva representa el más vigoroso movimiento de renovación de la educación después de la creación de la escuela pública burguesa. La idea de fundamentar el acto pedagógico en la acción, en la actividad del niño, ya se venía gestando desde la ´Escuela Alegre´ de Vitorino da Feltre (1378 – 1446), siguiendo por la pedagogía romántica y naturalista de Rousseau. No fue sino hasta principios del siglo XX cuando tomó forma concreta y tuvo consecuencias importantes en los sistemas educativos y en la mentalidad de los profesores”.

A propósito de la aplicación de ese concepto en la propuesta argumentada originalmente por la Secretaría de Educación Pública, el coordinador de investigación de posgrado por la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), Unidad Querétaro, Siddharta A, Camargo Arteaga, analiza la experiencia que al respecto se tiene o se tenía.  En un artículo publicado en el sitio virtual denominado “Voces Normalistas”, titulado “¿Nueva Escuela Mexicana o Escuela Nueva a la mexicana?, sostiene:

“… en Colombia se implementó desde los años 70 un proyecto pedagógico llamado Escuela Nueva, el cual fue adaptado al contexto mexicano por la Fundación Azteca en el periodo en que Esteban Moctezuma Barragán fue presidente de dicha organización, por lo que me pregunto: ¿Habrá alguna relación entre proyectos de la Nueva Escuela Mexicana y la Escuela Nueva de Colombia o se trata de una afortunada casualidad? Si existe alguna relación entre estos dos modelos, sería muy importante conocer sus características pues hay muchas preguntas sobre el proyecto educativo de este sexenio que no han sido despejadas, por ejemplo, ¿de dónde viene el modelo pedagógico de la Nueva Escuela, de John Dewey o de la escuela activa, como podrían suponer algunos pedagogos, o bien, la referencia es otra? Si la respuesta es la segunda, ¿qué implicaciones tendría la adaptación de este modelo colombiano a los contextos mexicanos? ¿Quién ha financiado el modelo colombiano y la fundación que lo mantiene vigente hasta nuestros días?”

¿O nada tiene qué ver lo anterior y el concepto Nueva Escuela Mexicana se cimenta en otros referentes teóricos, políticos, filosóficos, ideológicos? ¿Alguien lo puede explicar en Morelos o sólo están simulando su aplicación sin diferenciar lo que se está sustituyendo de lo que se va a implantar?

Dilucidar esas y otras preguntas es fundamental, primero, para socializar la esencia de la reforma educativa que impulsa Andrés Manuel López Obrador y segundo, para convencer a los maestros de grupo de sus ventajas y bondades. Si se está implantando desatendiendo el compromiso de involucrar a los docentes como agentes activos y propositivos de su puesta en práctica, se incurriría en el fingimiento de siempre.

 

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